El concepto de la licantropía y la metamorfosis en animales o seres híbridos, existe prácticamente en todas las culturas y religiones del mundo; y aún cuando la ciencia médica y la psicología coinciden en que la licantropía no es otra cosa más que un transtorno mental, el hecho es que a través de las épocas han ocurrido sucesos que hacen dudar incluso al más escéptico respecto a la existencia de estos seres.
Uno en particular involucra una extraña sociedad en África, la cual ha sembrado el terror en los corazones de nativos, colonos europeos e inclusive los fieros señores de la guerra y organizaciones paramilitares del continente negro. Se dice que estos hombres tienen habilidades casi fantasmales, que poseen poderes antiguos y pueden moverse entre la oscuridad de la noche sin ser detectados; pues toman la forma de uno de los grandes depredadores de África: el leopardo.
El misterio de los Hombres Leopardo.
Fue en la década de 1870, en plena expansión francesa sobre el territorio de Gabón, que las colonias se vieron atormentadas por una serie de asesinatos. Estos crímenes grotescos, en los que las víctimas aparecían destrozadas por garras y dientes, e incluso decapitadas; fueron achacados en un principio a los leones, hienas, leopardos y babuinos que poblaban la periferia de las aldeas en aquél entonces.
Conforme los crímenes continuaron en aumento, los colonos y nativos por igual llegaron a la conclusión de que eso no era obra de algún devorador de hombres natural, y que había algo mucho más extraño en todo ello.
Al investigar las tribus de Gabón, las autoridades coloniales descubrieron que en la región existía una sociedad religiosa temida por los nativos africanos, un culto de caníbales misteriosos que de vez en cuando emergían de entre las selvas y praderas para desatar el pánico y realizar sus extraños rituales.
Se decía que los temibles hombres leopardo contaban con una plétora de poderes sobrenaturales: La capacidad de transformarse en grandes felinos o monstruos híbridos de leopardo y hombre; de dominar a las bestias salvajes y un control sobre la magia negra, obtenidos del consumo de un elixir llamado "Borfima"; el cual se hacía al hervir la sangre y los órganos internos de víctimas humanas.
En el África tribal, no era extraño que muchas sociedades y tribus contaran con prácticas caníbales bajo la creencia de que al comer la carne de un animal o un enemigo se podía obtener sus poderes; o que existieran brujos con el poder de convertirse en bestias para cazar a sus enemigos. Además del leopardo, considerado un poderoso tótem animal que guiaba a los muertos; pronto se reveló la existencia de otros dos cultos menores dedicados al babuino y al cocodrilo en las selvas, y que imitaban la forma de cazar de dichos animales.
La sociedad del Leopardo.
Artículo de 1943 detallando la cultura de los Hombres Leopardo.
El clan de los hombres leopardo, también conocido como el Ekpe, Efik o Anyoto Aniota; era un culto totémico que se originó como una sociedad de guerreros tribales, y que creció en importancia a raíz del comercio de esclavos en los siglos anteriores; en especial en Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Nigeria y Gabón.
Los miembros del culto usaban máscaras de leopardo, se vestían en mantos hechos con la piel de estos felinos y mataban a sus víctimas usando garras hechas de metal y mazos con puntas que imitaban la zarpa del leopardo. Otro rasgo era que usaban un calzado especial y que estaba diseñado para dejar huellas parecidas a las del tótem del clan.
Los hombres leopardo cazaban durante la noche, saltando sobre sus víctimas y destrozándolas con sus filosas armas. Una vez que la víctima era destazada, se procedía a obtener la sangre y vísceras con el fin de cometer canibalismo ritual y preparar el Borfima.
"...Ahí en el tapete de una casa, hallé el cadáver horriblemente mutilado de una quinceañera. El cuello despedazado por los dientes y zarpas del animal, los intestinos desparramados sobre el piso, la pelvis destrozada y con un muslo faltante. El muslo fue roído hasta el hueso, y un fragmento de la espinilla fue colocado sobre el cuerpo. A primera vista, solo un depredador salvaje podía haber destrozado el cuerpo de esa manera, pero una investigación más cercana reveló ciertas particularidades que rompían esa imagen aparente. Observé, por ejemplo, que la piel del pecho había sido rasgada con cortes precisos. El hígado fue extraido con un corte limpio que no podría ser obra de un leopardo o un león. Me sorprendió también, que el intestino fuese cortado limpiamente en dos y que la fractura del muslo se debía a que el hueso se dobló hasta romperse."
-Testimonio de un médico forense en 1930.
Aunque de forma histórica los Hombres Leopardo eran considerados un mal menor, nadie podía explicar porqué parecía como si de pronto hubiesen decidido enloquecer y matar a hombres y mujeres de todas las edades en grandes cantidades. La racha de asesinatos en Gabón continuó por tres años, deteniéndose tan abruptamente como iniciaron.
Maza en forma de garra usada por los asesinos.
En 1890, le tocó a Nigeria ser blanco de los hombres vestidos de leopardo. Después, los ataques se expandieron a Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil y Tanzania; continuando hasta el siglo XX. Inclusive durante la Primera Guerra Mundial, se llevó a cabo una serie de arrestos y ejecuciones de supuestos integrantes del grupo; lo que detuvo sus actividades... por un momento.
Entre 1945 y 1947, ocurrieron 81 ataques en Nigeria, al grado de que el país comenzó a ser conocido como "la tierra del leopardo" y las noticias del culto llegaron a Europa y América. Los diarios de la época describieron los eventos como "los asesinatos más extraños y grandiosos del mundo"; pintando a los Hombres Leopardo como una cábala de asesinos sobrenaturales.
En Nigeria, la histeria colectiva llegó al grado en que cualquier hombre adulto era un sospechoso potencial y obligó a las autoridades a desplegar a más de 200 hombres fuertemente armados con la intención de capturar a los Hombres Leopardo, instaurar un toque marcial a las cuatro de la tarde y hacer que milicias patrullaran las calles en busca de sospechosos. Pero aún así, los crímenes continuaron y en más de una ocasión las patrullas escuchaban los gritos de alguien siendo masacrado a un par de calles de distancia; solo para acudir y encontrar una víctima y ningún rastro de los asesinos.
Y cuando la policía misma comenzó a morir a manos de los Hombres Leopardo, la creencia en las habilidades sobrenaturales de estos seres se intensificó aún más; dándoles el poder de ser inmunes a las balas e incluso el moverse como fantasmas. A manera de desafío, el cuerpo de una joven fue destazado frente a un cuartel de policía en espacio de unos segundos; y varios ataques cometidos a la luz del día le hicieron saber a las autoridades que el culto no les temía y que estaban protegidos por sus poderes.
Pieza de museo detallando el modo de ataque de los Hombres Leopardo.
La policía también encontró varios factores en su contra durante la investigación. En primera, la gente temía los poderes mágicos de los hombres leopardo, y se encontraba renuente a ayudar o dar información que llevase al arresto de estos individuos. Segunda, la presencia de leopardos reales en la zona también ayudó a que muchos crímenes del culto se confundieran con ataques de animales en zonas rurales. Y tercera, una fuerte onda de calor hizo que los cadáveres se descompusieran más rápido y esto entorpeció las labores de investigación para determinar qué asesinatos fueron cometidos por hombres y cuales por animales salvajes.
Con estos elementos en contra y sin una evidencia concreta o arrestos de integrantes del culto, las fuerzas policiales no podían hacer más que arrestar a quienes consideraran sospechosos; lo que llevó a falsas acusaciones entre individuos con rencillas personales y detenciones erróneas.
En algunos casos, incluso se llegó a plantar evidencia como pieles y máscaras de leopardo en los hogares de algunos sospechosos para justificar el arresto; y decenas de hombres terminaron sus días encerrados en cárceles sin siquiera ser juzgados, o peor, ejecutados por brujería y asesinato. En aldeas de Sierra Leona, se llegó inclusive a cometer ejecuciones públicas sin fundamento, una excusa para 'demostrarle' a los pobladores que los Hombres Leopardo eran tan mortales como cualquier hombre y a su vez mandarle un mensaje a los miembros del culto.
Miembros de la sociedad Ejagham Ekpe.
Transcurrieron varios años hasta que por fin las autoridades de Nigeria tuvieron la idea de usar carnada viva. Un oficial encubierto fue puesto en un camino rural famoso por sus ataques a transeuntes, mientras varios tiradores aguardaban entre los pastos altos a que los asesinos aparecieran. Al cabo de unas horas, un grito escalofriante inundó el aire, seguido por la aparición de un hombre vestido con pieles de leopardo y armado con una maza de guerra. Un oficial de policía corrió hacia él e intentó atacarlo con un cuchillo, a lo que el Hombre Leopardo respondió con un golpe de su mazo, matándolo y después desapareciendo entre los pastizales.
Mientras los demás oficiales se dispersaron por la zona para capturar al atacante, uno tuvo la idea de permanecer cerca del cuerpo por si el asesino volvía a completar el ritual. Y efectivamente, mientras esperaba oculto al pie de un árbol, el Hombre Leopardo apareció de nuevo; caminando a cuatro patas como un animal; lo que llevó al oficial a creer que había atraído a un leopardo de verdad, hasta que pudo ver claramente que se trataba del mismo asesino armado con guantes terminados en garras.
Cuando el Hombre Leopardo llegó al cuerpo y empezó la siniestra labor del ritual, el oficial procedió a confrontarlo y abatirlo a tiros.
Diagrama de las telas y armas empleadas por los Hombres Leopardo.
Cuando la noticia se hizo pública y los aldeanos cayeron en cuenta de que los Hombres Leopardos podían morir, comenzaron una serie de declaraciones que terminaron conduciendo a un altar en medio de la selva. La expedición militar al lugar encontró un enorme altar de piedra, manchado con sangre seca y dominado por una estatua gigantesca con la forma de un Hombre Leopardo; al pie del cual se encontraban huesos y restos humanos.
Las declaraciones llevaron al arresto de 70 cultistas, con 40 terminado ejecutados para hacerle saber al público que no eran más que humanos comunes y corrientes. Los Hombres Leopardo continuaron sus ataques hasta mediados de 1980, cuando tanto gobiernos como grupos paramilitares los cazaron hasta la extinción.