Delphine LaLaurie (1775-1842)
Marie Delphine LaLaurie nació en 1775 en Louisiana, y vivió la opulenta vida de la clase alta del sur de los Estados Unidos hasta el 10 de abril de 1834 cuando su elegante casa en la Royal Street se incendió, y un grupo de rescatistas hizo un descubrimiento que alarmó incluso a la racista y cruel sociedad del sur de los Estados Unidos...Como toda familia de dinero en su tiempo, los LaLauries poseían esclavos para atender su lujosa mansión en Royal Street, en el centro de Nueva Orleans. De acuerdo a algunos historiadores, LaLaurie era amable con los negros en público y siempre se preocupaba por la salud de sus esclavos; mientras que los visitantes a la mansión decían que sus esclavos se veían "demacrados y misreables"; aunque hay registros públicos de que LaLaurie emanció a dos de sus esclavos (un Jean Louis en 1819 y un Devince en 1832), existían rumores de que LaLaurie maltrataba a sus esclavos, y se llegó al grado de enviar a un abogado local para recordarle a la mujer que existían leyes que debían seguirse si se poseían esclavos.
Aunque en su visita, el abogado no encontró evidencia alguna de malos tratos o crueldad contra los esclavos por parte de la socialité.
La mansión LaLaurie en 1900
En fechas posteriores a la visita del abogado, uno de los vecinos de LaLaurie vio caer desde el techo a una niña negra mientras escapaba de Delphine LaLaurie, quien de acuerdo al testigo, perseguía a la niña con un látigo en mano. El cuerpo de la niña fue subsecuentemente enterrado en terrenos de la mansión.Este incidente llevó a una investigación sobre los LaLauries, en la cual fueron hallados culpables de crueldad ilegal y forzados a liberar a nueve esclavos. Estos esclavos fueron comprados por los LaLaurie nuevamente bajo el uso de intermediarios y regresados a la residencia de Royal Street.
De igual manera, se reportaba también que LaLaurie mantenía a su cocinera encadenada a la estufa de la cocina y que golpeaba a sus hijas cuando intentaban alimentar a los esclavos.
El 10 de abril de 1834, la residencia LaLaurie se incendió bajo circunstancias sospechosas; y si bien los rescatistas y peatones intentaban entrar a los aposentos de los esclavos para asegurarse de que todos los habitantes habían salido, los LaLaurie se negaron a dejarlos acceder. Los rescatistas derribaron las puertas y encontraron a "siete esclavos, más o menos mutilados de forma horrible... colgados del cuello, con las extremidades aparentemente alargadas y torcidas", que dijeron haber estado aprisionados ahí por algunos meses.
Uno de los que entraron al lugar fue el jues Jean-Francois Canonge, que subsecuentemente dijo haber hallado en la mansión a "una negra... usando un collar de hierro", y "una vieja negra que tenía una herida profunda en la cabeza y que estaba demasiado débil como para caminar". Canonge dijo que cuando le preguntó al esposo de LaLaurie sobre los esclavos, el hombre dijo "de forma insolente, que algunas personas mejor deberían quedarse en casa antes de venir a las casas de otros a dictar leyes y entrometerse con los negocios de otras personas".
Otra versión de la historia que circuló en los medios durante 1836 clama que el fuego fue iniciado deliberadamente por la cocinera de LaLaurie para llamar atención respecto a los esclavos, y añadía que éstos estaban emaciados, mostraban rastros de haber sido despellejados a latigazos, estaban encadenados y usaban collares con púas de hierro que mantenían sus cabezas en una posición estática.
Cuando el descubrimiento de los esclavos torturados se hizo conocido, una muchedumbre de ciudadanos locales atacó la residencia LaLaurie y "demolieron y destruyeron todo lo que podían tocar". Un sheriff y sus oficiales fueron requeridos para dispersar a la multitud, y cuando ésta se fue, la propiedad en Royal Street había sido dañada de forma considerable, dejando "apenas algo más que las paredes". Los esclavos torturados fueron llevados a una cárcel local, donde la gente podía verlos de forma libre. El Bee de Nuevo Orléans reportó que para el 12 de abril, 4000 personas habían visto a los esclavos torturados para "convencerse a sí mismos de su sufrimiento". El Sol de Pittsfield, citando al Advertiser de Nuevo Orléans y escribiendo varias semanas luego de la evacuación de los esclavos de LaLaurie, decía que dos de los esclavos habían muerto desde el rescate y añadieron: "Entendemos... que al excavar el patio, se han desenterrado cadáveres y que en los terrenos de la mansión se descubrieron otros, en particular uno de un niño". En un libro de 1838 se da una cifra de dos cuerpos desenterrados, incluyendo el del niño.
Luego de la muerte de LaLaurie en 1842 en París, circularon historias del trato a los esclavos en Louisiana y fueron reimpresas en colecciones de historias por Henry Castellanos y George Washington Cable. Éste dijo que sus historias estaban basadas en relatos contemporáneos de periódicos como el Bee de Nuevo Orléans y el Advertiser, y el libro de 1838; pero mezcladas con síntesis, diálogos y suposiciones hechas por él mismo.
Luego de 1945, las historias de los esclavos de LaLaurie se volvieron mucho más explícitas. Jeanne deLavigne escribió en Ghost Stories of Old New Orleans (1946) que LaLaurie tenía un "apetito sádico que parecía nunca saciarse hasta que había inflingido en uno o más de sus esclavos alguna forma horrible de tortura", y añadió que algunos de los que respondieron al incendio de 1834 hallaron "esclavos masculinos, desnudos, encadenados a un muro, con los ojos arrancados, uñas extraídas de los dedos, orejas colgando de retazos; labios cosidos... intestinos extraídos y enredados alrededor de sus cinturas. Tenían agujeros en los cráneos, donde se introducían varas para remover los cerebros." DeLavigne nuna citó una fuente para estos sucesos, y de hecho fueron considerados 'faltos de verdad' por las fuentes primarias.
La historia fue aún más embellecida en Journey into Darkness: Ghosts and Vampires of New Orleans (1998) por Kalila Katherina Smith, la operadora de un negocio de tours de fantasmas de Nuevo Orléans. Smith añadió detalles explícitos hechos por los rescatistas como "una víctima que obviamente tenía los brazos amputados y la piel pelada en un patrón circular, haciéndola ver como una oruga humana", y otra cuyas extremidades habían sido fracturadas y movidas en "ángulos extraños para que pareciera un cangrejo humano". Muchos de los detalles del libro no tenían fuente, mientras que otros no eran sostenidos por las fuentes oficiales.
Hoy, las historias del mito de LaLaurie usan a menudo las versiones de DeLavigne y Smith para hablar de torturas explícitas y poner el número de esclavos que murieron a manos de LaLaurie en una cifra tan alta como cien.