martes, 24 de septiembre de 2019

La muñeca de Hinckley.

La muñeca junto a la nota en el museo de Hinckley.
Ben Canham es un inglés que dedica su vida a coleccionar objetos supuestamente embrujados, y dice poder comunicarse con los espíritus que los ocupan. Recientemente saltó al ojo público luego de adquirir una caja llena de objetos antiguos en una venta de garage.
Dentro de la caja, Ben encontró una muñeca antigua y un sobre con la ominosa leyenda "Léeme" escrito en él.
El mensaje en la nota rezaba lo siguiente:

"Hola y gracias por comprar a Richard y Sarah. Estos objetos fueron encontrados en un auto abandonado en 1990. La mujer que los llevó a su casa, comenzó a darse cuenta con el paso de los días que la muñeca cambiaba de lugar y que la caja se abría por sí sola.
Eventualmente, la actividad aumentó al grado de que escuchaba risitas infantiles viniendo del cuarto donde guardaba los objetos, y por ello llamó a mi tía para pedir ayuda. Mi tía se llevó los objetos e hizo una sesión espiritista. 
En el ritual, descubrió que los objetos eran habitados por dos espíritus, Richard y Sarah. Eran amantes en vida y se quedaron atados a los objetos que significaban algo para ellos. Sarah está unida a la muñeca, y Richard a la caja. No sé como murieron. Estos objetos fueron regresados al comprador, que se quejaba de despertar en las madrugadas por el sonido de alguien que caminaba en las escaleras de su hogar y una voz que le susurraba al oído.
Por leyes del Reino Unido, debo decir que escribí esta nota por motivos de entretenimiento y que no hay una garantía de que el comprador experimente actividad para normal. Por favor, usa el incienso de salvia blanca incluido dentro de la caja si es necesario. 
Gracias, y que Dios te bendiga."

Ben, que es empleado del Centro de Investigación Paranormal de Antigüedades Embrujadas en Hinckley; entregó el muñeco al museo del Centro de Investigación, donde los fenómenos se incrementaron exponencialmente. 
Lo que inició encontrando la caja abierta cuando nadie la había tocado, aumentó a luces que se encendían y apagaban por sí mismas, golpes y pisadas incorpóreas, la muñeca moviendo su posición de vez en cuando e incluso risas de una niña en habitaciones vacías. 
Hasta el día de hoy, la muñeca permanece en el museo junto con la nota y la caja; y el autor de la nota original no ha sido encontrado. 

El cuervo fantasma.

West Drayton es una comunidad pequeña al oeste de Londres, famosa únicamente por su cercanía al Aeropuerto de Heathrow y la iglesia de Martin de Tours, construida originalmente en el siglo XII y reconstruida a mediados del siglo XV luego de que la primera construcción colapsara por siglos de falta de mantenimiento. 
La iglesia fue restaurada en 1974, dándole particular atención a la fuente bautismal, que databa del siglo XV y placas dedicadas a Mary, reina de Escocia y el primer barón de Hunsdon; primo de la Reina Elizabeth I. 
Es en esta iglesia donde, de acuerdo con el reverendo Frederick George Lee en su libro del siglo XIX, "Vistazos al Crepúsculo"; ocurrían circunstancias extrañas relacionadas a la aparición de una monstruosa ave en las bóvedas y criptas bajo el edificio. Lee escribió en su libro que estos fenómenos llegaron al ojo público luego de que varios habitantes de West Drayton experimentaran sucesos inexplicables como escuchar gritos, cadenas arrastrándose y voces; pero indudablemente el que más desconcertó a la gente de la localidad fue la presencia de un cuervo gigante que era visto usualmente posado sobre un ataúd. 

El primero en ver el cuervo fue el conserje de la iglesia, quien una mañana bajó a las catacumbas y encontró a una gigantesca ave negra revoloteando en el interior de una cripta y picoteando una rejilla de ventilación; por lo que creyó que se trataba de algún animal que debió haber entrado al edificio durante la noche y terminó atrapado. 
Sin embargo, al abrir la puerta, el conserje asegura que el ave se desvaneció. El 'cuervo fantasma' fue visto en varias ocasiones más por la familia del conserje, el reverendo a cargo de la parroquia y visitantes al sepulcro. 
La iglesia de San Martin en West Drayton. 
Estas apariciones concluyeron cuando dos jóvenes campaneros que no creían en las historias sobre la feroz ave del sepulcro, hicieron un plan para atraparlo luego de narrarle la historia a un muchacho del pueblo.
Los tres, armados con palos, piedras y una linterna; descendieron a las criptas durante la noche. Y efectivamente, encontraron al ave revoloteando entre las vigas del techo. Lo persiguieron, arrojándole las piedras e incluso uno de ellos alcanzó a golpearle el ala; rompiéndosela. El ave, herida, cayó sobre un ataúd y empezó a graznar con alarma mientras los hombres lo acorralaban.
Uno de los campaneros saltó con un saco para apresarlo, pero cuando estuvo a punto de atrapar al animal; este se desvaneció en una bola de humo y los hizo huir. 

Del ave, no se supo más, aunque existe un registro de que varios años después; dos hermanas que volvían a casa al anochecer, dijeron haber visto un ave gigantesca posada en el torreón de la iglesia; y creyeron que por su tamaño, debió ser un águila prófuga del jardín zoológico de Londres.

El diario del señor Bien Hecho - parte 3.

La estupidez del valor. 
Muchas personas, en su definida y claramente inferior sabiduría, eligen probarse a sí mismos acudiendo a lugares que se supone son frecuentados por lo 'sobrenatural'. Qué termino tan molesto y paradójico. 'Sobrenatural'.
¿Cómo algo puede estar 'sobre' la naturaleza cuando ocurre de manera natural?

Discrepo.
Muchas almas 'valerosas' que salen en busca de lo nocturno y lo desconocido se darán cuentad e que hay poco que temer, pese al sudor frío que experimentan y eligen tomar esta evidencia como una respuesta de si lo 'sobrenatural' existe en nuestra percepción compartida del mundo.

Tontos. 
Oh, sí. Si alguien de verdad se vuelve valeroso, más allá de lo sano; descubrirá que nunca verá algo más allá de lo mundano. Son aquellos que abrazan a su miedo quienes encontrarán evidencias mucho más perturbadoras sobre la posibilidad de que existen entidades y energías más allá de lo qu econocemos.
El miedo es más que una advertencia viológica en torno al peligro. Es un sentido con poca diferencia respecto a aquellos cinco que la mayoría de la gente conoce. Ignorar el miedo es cerrar los ojos a esos secretos que poseen belleza más allá de las imaginaciones de los mortales.

Así que quiero impartir este aviso en aqauelloa que buscan confirmar la existencia de lo 'sobrenatural'. 
Abraza tu miedo. 
Enciende el fuego del terror y busca a la oscuridad.
Verás cosas tan maravillosas. 

domingo, 22 de septiembre de 2019

El zorro.

Historia tomada de 4chan.
"En septiembre del 2004 fui de vacaciones a Japón. En concreto, a un campamento en el área montañosa de Arashiyama, a las afueras de Kyoto. El lugar estaba a rebosar de turistas, por lo que decidí salir de los caminos de alpinismo más concurridos y dirigirme a los senderos más viejos del bosque y que conducían a las montañas.

Luego de caminar por un rato a lo largo de un sendero de terracería, llegué a un claro donde se encontraba un anciano. Imaginen el clásico maestro de película de artes marciales, con bastón de madera, un traje japonés de color azul y una barba larga y blanca. Al verme, el anciano me vio y aunque no hablo muy bien japonés, logré comprender que quería que lo acompañara y decía algo como que el bosque era muy peligroso para alguien de su edad y necesitaba que alguien lo llevara de vuelta a los caminos principales.
Accedí y emprendimos la caminata de vuelta. 

Durante el trayecto, el viejo empezó un monólogo sobre la belleza de la naturaleza, como el hombre corta los bosques y contamina la tierra; haciendo hincapié en que los humanos debíamos respetar y proteger el mundo. Jamás habló de sí, quién era o porque estaba ahí, o hizo pregunta alguna. 
Llegamos a una bifurcación luego de una hora de caminar. El anciano se despidió amablemente y me indicó qué camino tomar para volver a Kyoto; diciendo que su hogar se encontraba más allá en el otro. Le pregunté si no requería que lo llevara hasta su destino, pero se negó y me bendijo para luego reanudar su camino. 

Aquí caí en cuenta que el sol comenzaba a caer, así que hice caso al viejo y regresé por el sendero que me indicó. Lo cual fue un error, pues este parecía internarse en el bosque y dar varias vueltas, por lo que opté por volver. 
Al regresar a la bifurcación,  y ya alumbrando el camino con una linterna, encontré un zorro blanco sentado sobre una roca musgosa. Y les juro que el animal me veía con lo que creo que era una sonrisa burlona. Me quedé de pie, mirándolo hasta que se desapareció entre los arbustos cuando le apunté fijamente con la linterna.

Recuerdo haber leído leyendas japonesas sobre Kitsunes, espíritus con forma de zorro que cambian de forma y gustan de jugarle bromas a los hombres.
Y creo que fue lo que vi ese día en un bosque de Kyoto."

viernes, 20 de septiembre de 2019

El niño que enseña los dientes.

Entre los avezados a las historias de horror, parapsicología y folklore existe la noción de que no pueden existir los fantasmas de niños; ya que se les considera como seres puros y que no cargan con esas mandas, castigos o repercusiones que ocasionan que un alma quede varada en el mundo terrenal después de la muerte.
Por ello, se dice que la aparición de un infante no es otra cosa más que un demonio o alguna entidad del bajo astral que toma esa forma para engañar a sus víctimas. 

Es en Baja California Sur, donde se origina una leyenda que involucra a una de estas entidades; una escalofriante figura que aparece durante las noches y se conoce como 'el Niño que enseña los dientes' en lugares como la Paz y que ha permeado la cultura sudcaliforniana al grado de aparecer en compilaciones de relatos de horror, mitos y leyendas del estado. 

La historia reza más o menos de esta forma, de acuerdo con el cronista Rogelio Olachea Arriola: 
“Una vez, en altas horas de la noche, caminaba por la calle Reforma una señora de condición humilde y sus pasos eran lo único que se escuchaba en esa soledad. Al llegar al crucero de lacalle Ramírez donde se encontraba la tienda de los descendientes de don Martín Avilés, vio que venía a su encuentro un niño de aparentes 7 años, el cual pasó de largo sin tomar en cuenta a la señora. La luna iluminaba todo el lugar y la señora vio cómo el niño se ocultaba en la sombra de una casa; como estaba de espaldas, le preguntó: ¿Qué haces aquí niño? Te llevaré a tu casa con tu mamá. El niño no respondió nada, entonces volvió el rostro y enseñó a la señora unos enormes dientes y una sonrisa macabra, sin ojos y con una cara brillante como la losa. Entonces el fantasma se desvaneció en medio de unos ruidos extraños y la señora se desmayó”.

La historia concluye con la mujer despertando en la calle, rodeada de vecinos que acudieron una vez que escucharon sus gritos. Y se dice que a comienzos de la segunda mitad del siglo XX, las precarias y poco iluminadas calles de La Paz fueron sede de varios encuentros con este ser. 

Otra variante del mito trata sobre un hombre que volvía a casa a media noche después de una jornada laboral. Al caminar por una calle sin pavimentar y poco iluminada, el hombre notó que entre los campos al lado del camino había un niño en cuclillas cerca de un canal de riego. 
Lo llamó varias veces, sin éxito. Preocupado por la posibilidad de que el pequeño se ahogara entre las zanjas llenas de agua, se le acercó para ver de quién se trataba y averiguar qué hacía ahí o quienes eran sus padres. Sin embargo, al estar frente al pequeño; este alzó la cabeza y el hombre soltó un grito de terror al ver una espantosa aparición de ojos rojos, piel blanquisima y una boca sonriente y repleta de enormes dientes afilados. 
El hombre huyó lo más rápido que pudo, con las carcajadas de ese ser siguiéndole el paso hasta que entró a casa. Ya una vez en la seguridad de su hogar, el hombre relató a sus familiares lo ocurrido y estos le comentaron que el niño de los dientes era el demonio, y que llevaba un rato apareciéndose en el pueblo para llevarse a la gente. 

Sobre la identidad del niño que enseña los dientes, jamás se supo de qué se trataba. Hay quienes sostienen que es un fantasma, unos más que se trata del demonio en busca de almas y otra infinidad de versiones que van desde lo mundano como un niño en situación de calle y con una deformidad en el rostro; hasta aquellos que sostienen que el niño puede estar protegiendo un tesoro enterrado. 
Se le siguió viendo hasta que la modernidad llegó a La Paz y la luz eléctrica y la pavimentación acabaron con los recovecos oscuros y los caminos de terracería; hasta que por fin se le dejó de reportar a finales del siglo. Pero hasta el día de hoy, hay quienes dicen que si uno anda a solas por las calles de La Paz a medianoche, corre el riesgo de encontrarse con el niño que enseña los dientes. 

lunes, 16 de septiembre de 2019

El ave de la Montaña Owl's Head.

En la fría mañana del primero de febrero de 1985, una niña de nombre Landy Junkins salió de su casa en Bergoo, condado de Webster en Virginia del Oeste; con la intención de llevarle una canasta de comida a su vecina, la señora Warnick.
La señora Warnick vivía a un kilómetro de casa de los Junkins, y a eso de las diez de la mañana, Landy salió por un camino que conectaba las casas y atravesaba un páramo congelado. Esa fue la última vez que alguien supo de Landy Junkins, pues no llegó a casa de la señora Warnick. 
Al día siguiente, las preocupaciones de los Junkins crecieron debido a lo cruel del invierno ese año y la posibilidad de que la niña cayera a un estanque congelado, que fuese atacada por algún animal en busca de alimento o hubiese sucumbido al clima gélido. El señor Junkins y un grupo de vecinos emprendieron la búsqueda a través del kilómetro que dividía su hogar del de la señora Warnick. Y para su sorpresa (y terror), vieron la línea dejada por las huellas de Landy en el camino lodoso; la cual llegaba a la mitad y súbitamente desaparecía como si la niña se hubiese esfumado de la tierra.
Ese fue el inicio de las historias de horror que plagaron el condado Webster ese año. 

Dos días después, un granjero de nombre Hance Hardrick salió una mañana para cerciorarse de que las ovejas que mantenía en un cobertizo estuviesen bien. Al llegar, el señor Hardrick notó dos cosas inusuales. Primera, faltaba una de las ovejas más grandes. Y segunda, algo había perforado el tejado del cobertizo, hecho de tablones de madera y paja.
Hardrick buscó huellas que delataran al atacante, como pisadas en la nieve o rastros de sangre y lana de la oveja. No halló nada, y llegó a la conclusión de que lo que fuese que había roto el cobertizo debía ser un animal volador; y peor aún, lo suficientemente grande para cargar a una oveja adulta. 

En el 7 de febrero, el alguacil Rube Nihiser y su hijo se encontraban siguiendo venados cerca de la base de la montaña Owl's Head cuando escucharon el berrido de una cierva. Los dos hombres permanecieron impávidos cuando lograron ver a una enorme ave, más grande que cualquier águila conocida en América del Norte; atacaba a la cierva y a su cría. De acuerdo con Nihiser, el ave era más alta que un hombre y sus alas sobrepasaban por mucho a las de las águilas calvas, grullas y búhos que habitaban la región.
Nihiser falló al dispararle, y la gigantesca ave de presa salió volando con el cervatillo entre sus garras; luego de sacarle los ojos a la madre. 

Al día siguiente, un cazador de nombre Peter Swadley y su perro recorrían los bosques en el condado Taylor cuando algo descendió en picada sobre el hombre y lo acribilló con una lluvia de zarpazos y picotazos. Swadley narró su experiencia como si lo atacaran con varios cuchillos a la vez y un pico que más bien parecía el hacha de un leñador. El perro de Swadley, Gunner, se prendió de una pata de la gigantesca ave para defender a su amo; pero no tardó para que sus ladridos se convirtieran en chillidos cuando las garras del depredador alado se cerraron en torno a su cuerpo. 
El ave soltó un chillido ensordecedor y salió volando entre los árboles con Gunner. Al poco tiempo, un campesino que vivía cerca del bosque encontró a Peter y lo llevó a un doctor; donde narró lo que fue el único registro de un ataque del Ave de la Montaña Owl's Head. 

El diario del señor Bien Hecho - Parte 2.

Hola. 
Lo que temes no es aquello a lo que no puedes ver en las sombras.

Parece que las masas se reconfortan con la banal declaración de que 'la gente teme a lo desconocido'. La humanidad por alguna razón que desconozco, encuentra un extraño comfort en esta idea. Si la gente de verdad temiese a lo desconocido, estas palabras serían comparables a entablar contacto visual con el horror desgarrador que habita los recovecos más profundos de la psique humana.

No. Lo que temes no es aquello a lo que no puedes ver.
Es a lo que verás si miras por mucho tiempo. Verás a esa cosa que 'sabes' que está ahí. Intentarás persuadirte, de apagar esa punzada de pánico en tu cerebro al asegurarte que es simplemente un fragmento de tu subsconsciente jugándote bromas.
No lo es.
Sí, tememos a las sombras por una razón.
Esa razón no es aquella que tú crees.