miércoles, 16 de octubre de 2019

El diario del señor Bien Hecho - Parte 4.

Hola.
De todas las cosas maravillosas que se pueden ver en este mundo, la mayoría de ellas yacen en la periferia de esa realidad terrenal, superficial, mundana, sin valor, duplícita, torcida, hórrida, desagradable, despreciable, banal y enfermiza a la que se aferra la humanidad.
Lo siento.

Pero es en el rabillo de los ojos que uno puede encontrar gemas desconocidas entre la basura. Esas formas definidas que la humanidad asigna de manera inconsciente a lo que puede explicar fácilmente; a esas normalidades aceptables del mundo social que nos perturban; que nos dejan con un vago terror que le ruega a los ojos el cerrarlos cuando las luces se apagan antes de ir a dormir y no abrirlos hasta que la luz mañanera acaba con las posibilidades de la oscuridad.

Qué desperdicio. Qué ridículo.

Abre tus ojos y usa las capacidades maravillosas de estos órganos fantásticos. Mientras efectúas tus rituales higiénicos de cada día, te sugiero prestar atención indirecta a la oscuridad del pasillo más allá de la puerta. Espera a algo inevitable, algo fuera de lugar con la calma característica de la noche, eso que siempre pasa sutilmente en dirección a destinos ignotos.
Pero no le hagas caso.
No, no, no lo hagas.
Algunas cosas son mejores si solo se les ve y no se interactúa con ellas.

Porque al ver eso que se cree a sí mismo invisible, llega una atención con las consecuencias más severas. 
Oh, sí. Muy severas.
Compórtate.
Mira, pero no toques. O hables. O pruebes.
Solo tal vez entonces serás capaz de escuchar. Sutilmente al principio, pero en cada ocasión posterior será imposible d eignorar. incluso mientras permanecen de pie, mirándote desde las esquinas más oscuras de tus refugios más sagrados y seguros; debes evitar hacerles saber que los ves. 

Quédate contento con observar.
Sí, contento.
Esa reacción es la única barrera contra sus actos.

Si lo haces, si puedes evitar las tentaciones de la oscuridad y controlar tus impulsos primordiales; entonces tal vez estarás preparado.

Preparado.
Para más.
Mucho más.

Fantasmas de la Primera Guerra Mundial.

Como los dos conflictos más violentos en la historia de la humanidad, no es de extrañarse que las dos guerras mundiales cuenten con toda clase de historias paranormales relacionadas con ellas. Desde los Ángeles de Mons hasta las 'sombras' de Hiroshima y Nagasaki; hay miles de relatos sobrenaturales que involucran espíritus, entidades, demonios y críptidos merodeando los campos de batalla aún décadas después.

De todos estos, algunos de los más perturbadores surgen a raíz de la llamada 'Tierra de Nadie'; el mar de canales, fosas y trincheras que servían en los frentes de batalla de Europa en la Primera Guerra Mundial. Durante años, soldados de ambos bandos lucharon y murieron entre ríos de sangre y lodo, cadáveres putrefactos, ratas que devoraban cadáveres y la amenaza constante de ametralladoras y los primeros gases venenosos. 
Así que cuando los soldados alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses volvieron a casa; cientos de ellos relataron sus encuentros con espíritus de compañeros muertos, monstruos y seres que desafiaban toda explicación; los cuales parecían estar ahí con el firme propósito de atormentar a los combatientes y alimentarse de su miseria. 

Los sabuesos fantasma.
La primer historia viene de un soldado identificado como "Jock", que se desempeñaba como vigía en la línea de batalla del frente occidental; que abarcaba Francia y Bélgica. 
Al regresar de la guerra, Jock narraba a quien quisiera escuchar sus relatos de visiones misteriosas sobre fantasmas, luces espectrales y figuras sombrías que caminaban sin rumbo entre la masacre durante la noche; y una en específico que le heló la sangre: Durante una noche tranquila, Jack montaba guardia sin más que la luna llena para alumbrarle el camino, pues existía la posibilidad de que algún francotirador enemigo estuviese acechando entre las trincheras. 
Pasaba ya de la medianoche cuando Jock escuchó el inconfundible aullido de un perro de gran tamaño. Al asomarse por sobre el borde de una trinchera, Jock divisó a un par de sabuesos que corrían por el campo de batalla, atados entre sí por una cadena. Los animales lanzaban aullidos lastimeros, y desaparecieron al cabo de unos segundos ante la vista del soldado, que no daba crédito a lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, antes de que pudiera procesar la aparición, los perros se materializaron de nuevo, esta vez más cerca. El fenómeno se repitió por varios minutos; cuando los perros por fin se esfumaron a pocos metros del aterrado Jock.
En la mañana, el soldado relató su encuentro a otros vigías, y algunos de ellos le respondieron argumentando que sí; que también se llegaron a encontrar con los sabuesos durante la noche, y que debían prepararse, pues por lo regular se aparecían como anticipo a una batalla sangrienta. 

Will Bird y la trinchera.
Soldados canadienses en Vimy Ridge.
Will Bird era un soldado canadiense que participó en la batalla de Vimy Ridge, famosa por ser una de las batallas más de la guerra y donde cuatro divisiones del ejército canadiense se enfrentaron con el alemán; resultando en más de diez mil muertos durante tres días en abril de 1917.
Brad narraba que durante una noche en combate, su hermano que había fallecido en otra batalla se le apareció para sacarlo de su posición en un agujero defensivo. Bird siguió a su hermano por la trinchera hasta que el espíritu desapareció. Percatándose de que había desertado de su puesto y se le podría someter a corte marcial por ello; emprendió el camino de regreso al amanecer. Al llegar, Bird se dio cuenta de que el hueco donde se había refugiado había sido arrasado por el proyectil de un cañón Howitzer y una buena parte de su pelotón lo creía muerto en combate. 

El soldado de Verdún.
Trincheras de la batalla de Verdun. 
La batalla de Verdún, la más larga de toda la guerra y la principal lucha de guerrilla entre el ejército Alemán y el Francés; también tiene algunos relatos de fantasmas ocurridos en ella. Contaban los soldados alemanes que durante las noches, era común encontrarse la aparición de un soldado con uniforme de la guerra franco-prusa, ocurrida más de cuarenta años atrás y fácilmente reconocible por una barba larga y blanca.
Los alemanes decían que la aparición ayudaba a los franceses y ocasionaba que los soldados alemanes dejaran caer sus armas o tropezaran al perseguirlos por las trincheras; además de guiar a los galos a través de espacios seguros durante los intercambios de fuego. Incluso un soldado francés declaró haber sido auxiliado por el fantasma, quien le ofreció un vaso de agua y curó sus heridas luego de ser alcanzado por una bala en la pierna.  

"Rex". 
En el libro "Shock Troops" de Tim Cook, se encuentran crónicas de los canadienses en la guerra e incluye un capítulo dedicado a eventos sobrenaturales. En él se habla de la historia del 'Cadete Rex'. 
Durante una marcha de regreso al campamento, el teniente de un pelotón canadiense se peractó de que un soldado, el Cadete Rex, caminaba a una distancia considerable del resto del pelotón. Al acercarse, el teniente notó que Rex se veía pálido y demacrado, por lo que le ofreció algo de comer. Al entregarle las raciones, tomó nota de que las manos de Rex se sentían gélidas al tacto, pero lo achacó a que el hombre pudiese haber enfermado en las condiciones del campo de batalla.
Al llegar al campamento, el teniente pasó lista y vio que Rex había desaparecido. Temiendo lo peor, acudió en su búsqueda. Luego de preguntar a varios médicos de campo y oficiales, por fin supo qué había ocurrido. Otro oficial le contestó que sí, que sabía qué había pasado con Rex. 
El soldado Rex llevaba muerto varios días, víctima del fuego alemán en Vimy y horas antes, ese mismo día, se le había enterrado cerca del campamento.

El médico de Yves.
Yves es una municipalidad de Bélgica que fue sede de importantes batallas debido a su localización estratégica para frenar el avance de los Alemanes hacia Francia, y por ello no hubo cuartel a la hora de pelear por ella. Es infame porque aquí fue en 1915 cuando los Alemanes bombardearon la ciudad con gases venenosos para aniquilar a toda la resistencia francesa.
Y es durante este evento que los franceses y estadounidenses apostados en Yves se toparon con un ser angelical, o al menos así lo llamaron los sobrevivientes.
Los franceses en las primeras líneas defensivas fueron los primeros en divisar una extraña nube de humo gris que avanzaba hacia ellos, cubriendo el campo de batalla y acabando con todos los seres vivos en él. El pánico no tardó en hacerse presente, pues al ver caer muertos a los cuervos que devoraban los cuerpos de los caídos, los soldados cayeron en cuenta de que era el temido gas venenoso de los alemanes. 
Aquí fue que un hombre que llevaba el uniforme de los cuerpos médicos del Ejército Real Inglés, emergió misteriosamente de entre la niebla tóxica y se dirigió a un grupo de ingenieros galos. El hombre misterioso hablaba con acento francés, y les entregó una especie de vasos que llenó con un líquido que llevaba en una garrafa. Les ordenó beber la sustancia, y los ingenieros notaron que era parecida al agua de mar, es decir increíblemente salda. Sorprendentemente, cuando el gas venenoso del ejército Alemán llegó a ellos, muy pocos sufrieron síntomas de envenenamiento; ninguno más allá de una irritación en la garganta.  

El elemental de Cambrai.
Cambrai durante el asedio alemán. 
En el libro de 1977, "El Diablo y todos sus trabajos", el escritor Dennis Wheatley escribió una de sus experiencias como parte del ejército canadiense en la batalla de Cambrai. Wheatley y un grupo de oficiales se vieron forzados a tomar como base una hacienda luego de capturarla de los Alemanes. 
Dentro, Wheatley y sus compañeros encontraron cuerpos de soldados Alemanes que prefirieron suicidarse antes que ser capturados, uniformes abandonados y cubiertos de sangre, impactos de bala en las paredes y material médico en una habitación que había sido ocupada como un quirófano de emergencia. Una noche mientras trabajaba redactando informes, una sensación de pánico se apoderó de Wheatley, creciendo hasta volverse incontrolable y obligarlo a huir de la habitación; preso de histeria y gritando que algo invisible lo perseguía. 
Al ser encontrado afuera de la casona, Wheatley le explicó a sus superiores que había sido atacado por un elemental; un espíritu no humano o demonio atado a lugares donde se han cometido actos de violencia o se ha experimentado mucho sufrimiento. 

Los Jinetes de Le Cateau.
Caballería inglesa en la Primera Guerra Mundial. 
Durante la batalla de Le Cateau en 1914, soldados ingleses y franceses aseguraban constantemente que era común ver la aparición de batallones espectrales de caballería que galopaban a toda velocidad en dirección a los alemanes, a quienes incluso llegaban a atacar con armas fantasmales.
Durante una noche, un grupo de oficiales de la fuerza expedicionaria británica se encontraron con un gran ejército de jinetes, todos con el uniforme de los escuadrones de caballería reales y que aparecieron de entre los bosques al lado del camino; cabalgando al mismo ritmo que los oficiales. Fue un oficial de nombre Johnstone que años después describió la historia, relatando que este fenómeno ocurrió durante veinte minutos; por lo que inclusive creyeron que se trataba de alguna división del ejército británico enviada a reforzar a su unidad.
Luego de dejar atrás a los jinetes, Johnstone decidió detenerse y regresar para saber de quién se trataba o la identidad del oficial a cargo de los jinetes. Al regresar por el camino, Johnstone no pudo encontrar evidencia alguna de los caballos,, como pasto aplastado o las huellas de cascos en el lodo. 
En otra ocasión, un brigadier relató en entrevista con el London Evening News que una vez mientras se encontraba en la localidad de Langy, a unos kilómetros de París; el ejército inglés entró a una pradera donde cabalgaba un ejército de caballería fancesa, acomodados en columnas y marchando hacia París. De manera increíble, luego de ver a lo que parecía ser una gran fuerza militar en dirección a la capital francesa, estos comenzaron a hacerse translúcidos hasta que se desvanecieron del todo a orillas de un bosque.

La madre del soldado.
Un diario perteneciente a un soldado canadiense narra una experiencia parecida a la de Will Bird. Encontrado por el historiador Tim Cook, el diario que cubre la vida de un soldado canadiense durante los primeros años de la guerra de trincheras presenta un relato en el cual el hombre se encontraba trasladando bombas durante una noche, en medio de una intensa descarga de artillería alemana. 
Llego un punto en que el fuego enemigo era tan fuerte, que se vio forzado a cubrirse en el rellano de una trinchera y ahí, para su desconcierto, vio de pie a su madre difunta a unos metros de distancia. Confundido, se incorporó y trató de seguir a la aparición... salvándose del impacto de un cañón Howitzer que voló en pedazos el rellano donde había estado tan solo unos momentos antes. 

El caso de William Orpen.
Una de las pinturas de William Orpen. 
William Orpen fue un artista cuya gran parte de su trabajo se basó en paisajes relacionados con la guerra, y cuya experiencia en la guerra se vio marcada por un suceso paranormal del que fue testigo mientras se encontraba en el bosque de Thiepval; cerca del campo de batalla del Somme. 
Para noviembre de 1917, Orpen se encontraba en Thiepval cuando la batalla del Somme ya llevaba aproximadamente dieciocho meses sin detenerse. De hecho, para cuando Orpen fue desplegado en el lugar, muchos de los cuerpos de los soldados fallecidos seguían descomponiéndose en el suelo porque no había forma de enterrarlos. Esa tarde en particular, Orpen se sintió extraño, como si una presencia invisible lo estuviera observando, e inclusive dijo en más de una ocasión que aunque el sol brillaba en lo alto durante un día despejado; el bosque se veía inusualmente oscuro. 
El pintor decidió sentarse en un tronco caído, experimentando abrumadores sentimientos de miedo y fatalidad. Se encontraba tratando de lidiar con una opresión en su pecho cuando 'algo' lo golpeó de lleno en el pecho; lanzándolo hacia el suelo con gran fuerza. 
Pensando que se podía tratar de un soldado enemigo, Orpen se incorporó de un salto y se dio cuenta de que no había nadie en el lugar. Al revisar su equipo, que también había caído al suelo por la gran fuerza invisible; se encontró con que su lienzo había sido destruido. Al caer, increíblemente había aterrizado sobre un cráneo humano y este lo había atravesado ene l medio. 
Fue hasta muchos años después, cuando ya había sido liberado del servicio militar, que Orpen relató su historia; explicando que era común que los soldados vieran fantasmas en el campo de batalla, pero estos relatos eran usualmente descartados como síntomas de enfermedades mentales desarrolladas por el estrés y la exposición a la muerte y el constante peligro de la guerra; y por ello era que muchos militares terminaron siendo dados de baja o enviados a análisis psicológicos. 

Robert Graves y el Soldado Challoner.
Como otros intelectuales de la época, el poeta Robert Graves fue enviado al campo de batalla en 1915 y también tuvo encuentros con lo paranormal. En su libro, 'Goodbye to All That', escribe que la creencia en fantasmas entre los soldados ingleses era prevalente, al grado de que la forma en que se reconocían entre sí durante los patrullajes; era el decir la palabra 'fantasmas' a manera de contraseña.
En junio de 1915, Graves se encontraba cenando durante su estadía en la región de Bethune cuando vio pasar a un viejo amigo suyo, el soldado Challoner de la delegación real galesa, pasando por una ventana. Challoner le sonrió, saludó y continuó caminando como si nada por afuera de la casa. 
Graves creyó conveniente saludarlo y fue a la ventana para hablar con él. Lo que encontró afuera fue oscuridad, y ningún rastro de Challoner con excepción de una colilla de cigarro humeando al pie de la ventana. Al poco tiempo de ello, Graves se enteró de que Challoner había sido asesinado en Festubert en mayo de ese año; semanas antes de que lo viera pasar por la ventana. Como un dato curioso, Graves afirma que durante su época en Inglaterra, Graves le había dicho que "se verían en Francia". 
Meses después, Graves se encontraba descansando en Harlech, Gales; en casa de la madre de un compañero que había muerto en Francia. La mujer dejó el cuarto de muchacho tal y como estaba cuando se fue, a manera de altar hacia su memoria: las cobijas eran cambiadas y lavadas constantemente, y se colocaban flores frescas y cigarrillos en la cama. Graves habló hasta tarde con otro compañero, y al irse a dormir dijo que fue despertado constantemente durante la noche por golpes en el piso y las paredes, ruidos de puertas abriéndose y finalmente gritos histéricos de un hombre desconocido. 
En la mañana, Graves agradeció a la mujer y salió junto con su compañero, diciendo que el lugar era peor que los campos de batalla de Francia; y años después escribió que como miles de madres adoloridas, esa mujer debía haber estado entablando contacto con su hijo fallecido por medios de espiritismo. 

lunes, 14 de octubre de 2019

El misterio de la Mansión Dunlora.

La mansión Dunlora es una construcción dilapidada en el bosque a las afueras de Charlottesville, en el estado de Virginia; y cuenta con un siglo de historias de fantasmas acumuladas en torno a ella.

Erigida en 1724 por un militar de nombre Thomas Carr como recompensa por 'servicios a la corona británica' en la época de las colonias; Dunlora terminó su construcción hasta 1730 y pasó casi siglo y medio como una plantación más, irrelevante entre las cientas de propiedades de las regiones campestres de la Confederación. Al menos, hasta el año 1900 cuando una mujer con fama de bruja en Charlottesville tomó posesión de ella. 

Con los años, los campistas y vecinos que acostumbraban tomar paseos o pasar la noche en el bosque cercano empezaron a evitar el lugar y a narrar historias sobre rituales satánicos, luces fantasmales, demonios y aparecidos que se manifestaban en torno a la cada vez más decaída mansión. Por eso, cuando la 'bruja' falleció y la mansión Dunlora cayó en el abandono; a estos cuentos se les unió el rumor de que el espectro de la bruja aparecía en el bosque y ahuyentaba a aquél lo suficientemente valeroso (y tonto) como para acercarse al lugar.
Curiosamente, se empezó a manejar también que en las inmediaciones del terreno de la mansión existía un viejo y ruinoso cementerio para los esclavos que vivieron en el lugar hasta que se declaró el fin de la esclavitud en EUA. 

Los Scouts Perdidos.
La leyenda más aterradora sobre Dunlora, es el caso de los Scouts Perdidos.
El mito inicia en el verano de 1920, cuando una tropa conformada por seis Boy Scouts y su líder realizaban una excursión en el bosque; ignorando las leyendas sobre la casa y los terrenos a su alrededor. El viaje transcurrió sin contratiempos durante el día, y luego de una copiosa cena y los obligados cuentos de espantos en torno a una fogata; el grupo se retiró a dormir en tres tiendas para los Scouts y una para el líder. 

A mitad de la madrugada, el líder de la tropa fue despertado por el sonido de las garras de un animal arañando el suelo, así como gruñidos que no supo identificar. Creyendo que la tropa estaba en peligro, tomó su linterna y emergió de la tienda para ver de qué se trataba; encontrándose con que no solo había rastros del animal, pues además los Scouts habían desaparecido de sus tiendas.
Inicialmente, sus sospechas fueron que se trataba de una broma y los llamó por sus nombres, amenazando con retirarles las insignias; más no hubo respuesta alguna y terminó usando su linterna para recorrer los senderos del bosque en busca de los muchachos. 

Su búsqueda se extendió por el resto de la noche, y ya clareaba cuando percibió un brillo a la distancia; mismo que atribuyó a la linterna de alguno de los muchachos. Avanzó en dirección a ella, hasta salir del bosque y divisar la sombra de una enorme casa; una mole decrépita, abandonada y cubierta de vegetación. 
En ese instante, la luz volvió a parpadear de nuevo desde una de las ventanas del segundo piso; y ahí el líder descubrió que no se trataba de una linterna, si no otra cosa que se movía como la llama de una vela en el viento. 
Al internarse en la casa, era obvio que el lugar había sido abandonado mucho tiempo atrás: El interior cubierto de polvo, moho y suciedad; los muebles dañados por animales salvajes y hongos, y gruesas telarañas, eran producto de años de descuido y ninguna manutención. 
Su búsqueda lo llevó a través del primer piso, y estaba por rendirse y salir de nuevo al bosque cuando escuchó el distante y apagado grito de un infante; proveniente del sótano de la casa. 

Creyendo que era uno de sus scouts, corrió escaleras abajo hacia un sótano cavernoso y con un fuerte olor a humedad. Abajo, la única fuente de luz provenía de su linterna y la movía de lado a lado para tratar de encontrar al chico.
En uno de esos movimientos, la linterna iluminó el rostro de una anciana parada al otro extremo del sótano; con un rostro casi esquelético, surcado por profundas arrugas, ojos lechosos y una sonrisa llena de dientes amarillos y afilados en puntas triangulares. 
La mujer le sonrió, y el líder de la tropa salió corriendo a toda velocidad con la extraña mujer detrás de él en persecución. Al correr hacia afuera de la casa, tropezó con algo que hizo un sonido húmedo cuando lo pisó. 
No era un tronco o vegetación putrefacta, se trataba del cuerpo de uno de los Scouts; tirado sobre un charco mezcla de lodo y sangre, con el estómago abierto en canal. El líder se levantó de un salto y al hacerlo, se dio cuenta de que en la habitación donde había tropezado estaba el resto de los scouts; alineados y destripados de manera idéntica. 

La leyenda dice que horas más tarde, la policía acudió a la mansión luego de recibir reportes de gritos en ella, y encontraron al líder de la tropa en estado de shock en medio de un camino que conducía a Dunlora.
Al interrogarlo y no obtener más que balbuceos; dieron con el campamento donde se desarrollaba una escena dantesca: Los cuerpos de los chicos habían sido colocados en sus bolsas para dormir, pero los órganos arrancados de los cuerpos se asaban lentamente sobre una fogata. El líder de la tropa siguió gritando sobre lo que vio en la mansión y la anciana, pero la policía hizo caso omiso de sus chillidos y el hombre terminó arrestado por homicidio y encerrado en un asilo mental.

La leyenda termina con el rumor de que en el bosque crecieron siete nuevos árboles en el sitio del campamento; y que estos árboles se encuentran poseídos por los espíritus de los scouts fallecidos. 

La verdad.
Y como ocurre casi siempre con las leyendas urbanas sobre aparecidos, no existe evidencia de los asesinatos de los scouts en los diarios de Charlottesville o en registros policiales. Sobre la mansión, pues no se encuentra completamente abandonada; ya que hay un encargado del terreno y que sostiene que pese a su estado actual, la mansión está en posesión de la misma familia desde hace un siglo; y que no existe evidencia de la famosa bruja o del cementerio de esclavos. 
En realidad, la mansión Dunlora era un mito poco conocido y que no se hizo viral hasta el año 2016; cuando la historia fue publicada en línea como una creepypasta.