viernes, 25 de septiembre de 2015

La leyenda de Black Vaughan.

Kingston es una ciudad ubicada en la región de Herefordshire, en la frontera entre Inglaterra y Gales. En ella, se localiza la iglesia de St. Mary; donde en una tumba de mármol descansan los restos de Ellen y Thomas Vaughan.
Thomas fue un terrateniente del siglo XV que peleó en el lado de los York durante la Guerra de las Rosas. Fue asesinado en la batalla de Banbury en 1469, y su cuerpo decapitado devuelto a Kingston para ser enterrado. Pero la muerte no otorgó el descanso a Thomas, pues de acuerdo con la población de Kingston, Thomas Vaughan regresó de la muerte como una entidad llamada Black Vaughan; que rápidamente se hizo de una reputación negativa y llena de terror.

Black Vaughan atormentaba a los viajeros y a sus animales, aparecía en los caminos para asustar a los caballos, ocasionaba que el ganado fuera en estampida hacia el río, agriaba la leche de las vacas y en general intentaba reducir Kingston a una ruina.
La gente, asustada por Black Vaughan, comenzó a dejar de visitar Kingston y la economía del pueblo rápidamente cayó en picada; al grado de que muchos pobladores tuvieron que vender sus casas y migrar a otros sitios. El acto final, y que convenció al pueblo de que debían ponerle un alto a Black Vaughan; fue cuando el espíritu adoptó la forma de un gran toro Hereford y atacó la iglesia de St. Mary.
Un grupo de granjeros se armó de valor y peregrinó a Gales con el fin de buscar a un sabio que vivía en las montañas. Luego de escuchar sus súplicas y enterarse de lo que ocurría, el anciano exclamó: "Ah, este es un espíritu malvado y no obtendrán la paz hasta que lo pongan a descansar".
El sabio explicó qué debían hacer para que Black Vaughan descansara finalmente:
"No será fácil. Primero deberán reunir a doce personas de buen corazón y gran fuerza, y deberán llevar con ellos a una mujer y a un bebé inocente. Y deberán leerle a Black Vaughan, porque es un gran espíritu y crecerá más; pero si le leen la Biblia y rezan contra él, entonces lo dañarán. No deben dejar caer el libro, pase lo que pase. Deben pararse frente al fantasma y leer, leer, leer hasta que se encoja. Solo entonces podrán capturarlo y enterrarlo como a una rata."

Los hombres volvieron a Kingston, y durante una noche de otoño se reunieron las doce personas frente a la iglesia. Cada uno llevaba una vela y vestía un manto blanco. Se colocaron en un amplio círculo en el centro de la iglesia, donde se colocó una pequeña caja de plata en el medio. Afuera del círculo, una mujer sostenía a un niño que había nacido el día anterior. Muchos curiosos se acercaron, intentando ver qué ocurriría.
Entonces comenzaron a leer.
Se entonaron salmos, y el más viejo del grupo habló con voz poderosa: "¿Estás ahí Black Vaughan?". No hubo respuesta, pero la tensión se incrementó entre los pobladores mientras el viento fuera de la iglesia se tornó en una tempestad. Los elegidos siguieron rezando, hasta que se escuchó un ruido súbito sobre el círculo, algo que se movía en el aire y apagó una vela. Aterrorizado, el portador de ésta la dejó caer al piso, cayendo de rodillas y tirando su biblia al piso.
La muchedumbre ahogó un grito, y el bebé comenzó a llorar. De la oscuridad sobre la iglesia se escuchó una risa triunfal de ultratumba. Una a una se apagaron las velas, mientras las personas del público entraron en pánico y oración. El mal estaba en la iglesia, riéndose de ellos y jugando con su terror.
Cuando la gente intentó llegar a las puertas, el más anciano de los elegidos gritó: "¡No! ¡No se rindan! ¡No le teman! ¡Escúchenlo! Lo hemos hecho venir con nosotros... y se hace más y más pequeño. Tengan valor, amigos. Solo así lo venceremos."
Con estas palabras, los pobladores volvieron con vergüenza de que hubiesen temido que Black Vaughan fuese más poderoso que Dios en su propia casa. Black Vaughan se enfureció y se abalanzó sobre el grupo, apagando una quinta, sexta y séptima vela. Conforme la iglesia se oscureció más, la gente cayó en un silencio ominoso.
El anciano estaba correcto. La risa de Black Vaughan ya parecía más la de un niño que la de un hombre; y ese fue el detonante para que la población ganara valor. Ocho y nueve velas ya estaban apagadas. El ritual funcionaba.
La gente vitoreó al anciano, mientras éste leía como Jesús ahuyentó a los demonios de un demente. Se escuchó el ruido de algo que chocaba contra las ventanas y el techo, como si un ave estuviese atrapada dentro del templo y luchara por salir. Black Vaughan, debilitado, buscaba escapar. El anciano no se detuvo, incluso mientras se apagaban las décima y onceava velas. Tomó su vela con la mano derecha y oró porque el espíritu fuese conquistado.
La llama creció más y más brillante, hasta que iluminó tanto como las doce velas y entonces se oyó que algo pequeño caía al piso en el centro del círculo. El anciano gritó: "¡En el nombre del padre, el hijo y el espíritu santo... te ordeno, Black Vaughan, que entres a la caja que yace aquí en el piso!"

Y no hubo más que silencio.
El anciano preguntó: "¿Black Vaughan, Black Vaughan... en donde descansarás?". Se detuvo y la congregación escuchó desconcertada mientras una pequeña voz espectral dijo: "En donde sea, en donde sea... pero no en el Mar Rojo."
"Está en la caja". Anunció el anciano. La iglesia se llenó de gritos emocionadas mientras la caja fue sellada con hilo y colocada en el interior de un cofre de hierro. A la luz de una antorcha, el anciano condujo a sus compañeros y pobladores a un estanque pequeño; donde arrojaron a Black Vaughan.
Hasta este día, Black Vaughan yace en el fondo del estanque. Más enojado que nunca, siempre buscando como huir. Si se encuentra un cofre en un estanque de Kingston, se le deja solo... pues aún existe el temor de liberar a Black Vaughan.

El encuentro con Ojos Rojos.

Extraído de 4chan.

"Tengo una historia decente, pero no posteo demasiado... así que por favor ténganme un poco de tolerancia.
Cuando tenía 10 años, vivía con mi hermano, mi madre y el último de los novios de ésta. Mamá era una maldita hambrienta de dinero, así que nunca salía con alguien que fuese pobre. Vivíamos en casa de su novio, una casa grande de dos pisos, tres habitaciones y unas cuantas yardas de terreno alrededor.
El lugar estaba el borde de un bosque muy denso, cerca de unas vías de tren abandonadas. 
Mi hermano siempre había sido un niño algo loco, corría constantemente explorando y buscando cosas por todos lados. Yo era un ermitaño que vivía encerrado jugando videojuegos. Básicamente, no llegué a ver todas las cosas que mi hermano vio, aunque a decir verdad quizás no me habrían interesado, de todos modos.
Todo iba bien hasta que llevábamos dos semanas viviendo ahí. Mi hermano dejó de salir, comenzó a orinarse en la cama todas las noches (lo que nunca había pasado) y adoptó una actitud de temor hacia el exterior de la casa. Sabía que algo estaba mal con él, así que intenté preguntarle qué rayos sucedía.
Me dijo que todos los días veía a este... "hombre lobo", al cual llamaba Ojos Rojos. El monstruo lo acechaba, e inclusive a veces le hablaba diciéndole que se acercara, en algunas ocasiones usando la voz de mi madre o la mía. En un principio, Ojos Rojos se quedaba parado en la orilla del bosque; pero mi hermano decía que ya después de un rato se acercaba a la casa y observaba a través de la ventana.
Me dieron escalofríos, pero conociéndolo me limité a pensar que solo intentaba asustarme. No sería la primera vez que lo hacía. Aunque con el tiempo me asusté en verdad, porque su comportamiento siguió igual de raro, parecía que todo le aterrorizaba y ya no salía de la casa por sí solo.
"Quiero ver a esta cosa", me dije. Quería encontrarlo, así que pasé varias noches asomado a la ventana esperando ver salir a un monstruo de los bosques... hasta que en una ocasión, finalmente lo encontré. 
Estaba mirando el borde de los bosques cuando logré divisar estos dos ojitos rojos que brillaban en la oscuridad entre los árboles. Me congelé. Dios, esa cosa era real. Tuve problemas para respirar, y traté de convencerme de que esta cosa era un lobo. 
Me despegué de la ventana por un segundo, intentando comprender lo que acababa de ver. Juro que no fue más que un par de segundos, y que esta cosa debía ser sobrenaturalmente rápida... porque cuando volví la cabeza hacia la ventana, ESTABA AHÍ, con la cara pegada en el cristal.
Debo mencionar que estaba en la planta alta de la casa, así que ya se imaginarán que para entonces estaba cagando ladrillos. Lo observé sin saber qué hacer por un momento que parecía toda una eternidad... esos malditos ojos rojos, brillando con puro odio. No, odio no.
Con hambre.
Me oriné encima, y fue entonces que entendí qué pasaba con mi hermano
Al día siguiente, desperté empapado en una mezcla de orina y sudor. Mi hermano se levantaba más temprano que yo, así que corrí a verlo para decirle que lo había visto. Había encontrado a Ojos Rojos. Eso pareció relajarlo, confirmar que no se estaba volviendo loco y que esa cosa era real.
Hablamos al respecto y mi hermano me confesó varias cosas que yo ignoraba.
Ojos Rojos se limitaba a permanecer quieto y observar desde una distancia, aunque en las últimas ocasiones que mi hermano salía a jugar al bosque; ya lo perseguía a toda velocidad entre los árboles. Corría como un cojo, moviéndose y temblando erráticamente, con las piernas torcidas como una especie de jorobado de película. 
Y sí, hablaba con él... pero jamás movía la boca. Digamos que... que solo observaba.
Sabiendo eso, y que ya confirmamos que era real; decidimos ir a cazarlo en grupo con amigos. Quizás un gran número de personas lo aterrorizarían y lo ahuyentarían del bosque. Organizamos la cacería con los amigos de mi hermano, y cada quien se equipó con el cuchillo de cocina más grande que pudiera encontrar.
No hallamos a Ojos Rojos, pero sí dimos con un claro en medio del bosque. Digo claro porque parecía que alguien o algo había destrozado los árboles para hacer un hueco ahí. Había toda clase de basura rara: envases y latas vacíos, ropa vieja y sucia, huesos, cadáveres de animales en varios grados de descomposición... era algo maligno. Como de una película de horror.
Estuvimos un rato, hasta que escuchamos cosas inusuales.
Primero fue algo natural. Algún animal moviéndose entre los arbustos, pisando ramas y follaje en el piso del bosque.
Después vinieron los gruñidos y gemidos guturales. Algunos chicos del grupo pensaron que era un vagabundo enojado porque habíamos encontrado su "hogar"; pero mi hermano y yo sabíamos de qué se trataba. Corrimos fuera de los bosques, dispersando el grupo. Nosotros acabamos corriendo a la casa, donde no hablamos nada al respecto; solo que esa mierda había sido aterradora.
Lo que pasó al día siguiente fue muy perturbador.
Mi hermano me arrastró al patio trasero para jugar, porque ya no quería salir solo. La única razón por la que lo acompañé y no lo mandé al diablo, fue porque sabía que algo afuera intentaba matarlo. Caminamos al patio trasero y de pronto, bam. Sangre por todos lados.
Huesos ensangrentados, carne podrida y vísceras diseminadas a lo largo del patio trasero. Y era un maldito patio gigantesco, quizás de uno o dos acres. Nos miramos el uno al otro, sabiendo exactamente de qué se trataba. Ojos Rojos sabía que nosotros estuvimos en su casa, y esta era su forma de advertirnos que no lo hiciéramos de nuevo.
Corrimos al interior y le dijimos a Bob (el novio de mamá) que fuera por su rifle. Bob creyó que estábamos exagerando, se enojó y fue con nosotros para cerciorarse de que estábamos diciendo estupideces. Se puso súper pálido al ver el desastre, y ordenó que nos quedáramos en el interior de la casa mientras él limpiaba.
Le pregunté qué había hecho eso, y no me dijo nada, pero estoy seguro de que sabía de Ojos Rojos. Naturalmente, me respondió que seguro había sido un perro salvaje y que no me preocupara al respecto. 
¿Un perro? Con una mierda si no sé que me está mintiendo. Mi hermano y yo nos quedamos dentro por el resto de la semana, y a raíz de eso jamás volvimos a hablar de Ojos Rojos incluso después de salir de esa casa. Han pasado diez años desde entonces, y apenas tratamos el tema durante una cena familiar. 
Me confesó que Ojos Rojos se portó mucho más temerario luego del incidente en el bosque. Sabía que le temíamos, así que seguía a mi hermano cada momento del maldito día; incluso a pocos metros de distancia a plena luz del sol. Siempre diciéndole que fuera con él, que lo ayudara.
Mi hermano todavía se estremece al hablar de ello, y ahora somos adultos de veintitantos años.
Todavía tiene pesadillas con Ojos Rojos.
Afortunadamente, creo que Ojos Rojos no podía abandonar el área; porque luego de que mamá dejara a Bob y nos mudáramos de esa casa; jamás volvimos a verlo."

martes, 22 de septiembre de 2015

Polybius - el videojuego maldito.

El screen inicial de Polybius.
El mundo de los videojuegos genera toda clase de leyendas en torno a él. Desde easter eggs extraños y desconcertantes como las bolsas de cadáveres en Grand Theft Auto: San Andreas, la implicación del Hypno pedófilo en Pokémon Leaf Green y Fire Red o las referencias a la cultura popular en World of Warcraft; hasta supuestos eventos paranormales como Ben en The Legend of Zelda: Majora's Mask, el síndrome de Lavender Town en la versión japonesa original de Pokémon Red y Green o Tails Doll en ciertos videojuegos de Sonic. Pero pocas historias han trascendido el tiempo como la mítica existencia de Polybius...

¿Qué es Polybius?
De acuerdo a la leyenda urbana, Polybius era una maquinita o gabinete de arcade que producía toda clase de efectos psicológicos en quienes lo jugaban. La historia describe que los jugadores sufrían amnesia, terrores nocturnos y eventualmente dejaban los videojuegos por completo.
Se dice que solo duró un mes de 1981, y que desapareció sin dejar evidencia. Hasta la fecha, no hay evidencia factible de que Polybius haya existido siquiera. El nombre se origina de Polybius, un historiador griego que decía que nunca se debía reportar aquello que no se pudiese verificar por medio de entrevistas con testigos presenciales.

La leyenda de Polybius.
La leyenda urbana cuenta sobre la aparición de un nuevo videojuego en las arcades de varios suburbios de Portland, Oregon; algo que en 1981 era todavía visto como una novedad. El juego era tan popular que había largas filas para jugarlo, derivando inclusive en feroces peleas para determinar quién lo usaría a continuación.
Se menciona que las máquinas eran visitadas constantemente por "hombres de negro", los cuales recogían datos desconocidos a partir de un dispositivo ubicado en el interior del gabinete; con el fin de probar las respuestas de los efectos psicoactivos que la máquina producía en los jugadores. Entre estos se habla de amnesia, insomnio, stress, pesadillas y terrores nocturnos; así como una aversión tal a los videojuegos que uno de los involucrados acabó volviéndose un activista anti-gaming.

Polybius fue supuestamente inventado por la compañía Sinneslöchen, que en alemán significa algo así como "borrar sentidos" o "privación sensorial". La leyenda aparece por primera vez en la página coinop.org el 3 de agosto de 1998; en donde el autor dice que posee un ROM funcional del juego y que pudo dataminarlo para extraer fragmentos de texto entre los que se incluye un copyright de 1981 a nombre de Sinneslöchen.
Algunos usuarios de internet y folkloristas urbanos creen que la leyenda se originó a partir de relatos sobre una versión beta de "Tempest" que ocasionó problemas relacionados con epilepsia fotosensitiva, náusea y vértigo. Se tiene registro de que dos jugadores enfermaron el mismo día de 1981 en Portland tras jugar Asteroids por 28 horas en un intento por romper el récord mundial.

Travis el chimpancé.

Travis.
El 16 de febrero del 2009, la policía de North Stanford, en el estado de Connecticut; recibió una llamada de emergencia en la cual, para sorpresa del operador, una mujer gritaba frenéticamente sobre un chimpancé que había atacado a una mujer. Entre ellos, un grito que helaba la sangre: "¡Se la está comiendo!"
Al llegar, los oficiales y equipos de emergencia locales se encontraron con un chimpancé adulto de pie afuera de una casa. El animal se acercó a una patrulla e intentó entrar en ella, destrozando un cristal y forzando la puerta del copiloto hasta que pudo abrirla. Al verse amenazado, el oficial que aún se encontraba en el interior del vehículo le disparó varias veces al animal en el pecho.
Herido, el simio se retiró a la casa, donde cayó muerto junto a su jaula.
Al entrar a la vivienda, los paramédicos se toparon con una escena por demás dantesca. Una mujer, identificada como Charla Nash, amiga cercana de Sandra Herold (dueña del chimpancé) había sido severamente herida por el animal. Nash perdió las manos, la nariz, ojos, labios y gran parte del rostro; y fue víctima de daño cerebral tras haber sido golpeada por el animal.

El ataque.
De acuerdo a Sandra Herold, el chimpancé salió de la casa tras tomar las llaves del auto de los Herolds, y Nash decidió ir tras él para meterlo de nuevo. Sin embargo, Travis reaccionó violentamente al ver a la mujer que sostenía uno de sus juguetes favoritos.
Pese a que Nash era familiar con Travis, se cree que el chimpancé la desconoció porque la mujer había cambiado de peinado poco tiempo antes; y que quizás la súbita agresión se debió a que el chimpance había estado siendo medicado para tratar la enfermedad de Lyme.  Cuando comenzó a agredir a Nash, Herold intentó detenerlo con una pala y finalmente con un cuchillo, a lo que de acuerdo con ella, el animal se volteó y la observó con una expresión confundida.
Fue entonces que Herold llamó al 911
Se sabe que Travis podía abrir puertas usando llaves, vestirse a sí mismo, regar plantas, alimentar a los caballos de su dueña, comer en la mesa y beber vino con una copa. De acuerdo a Herold, Travis era tan aficionado al helado que se aprendió los horarios de los camiones que vendían el producto. Inclusive era capaz de conducir un vehículo.

Tras que el incidente en 2009 recibió atención internacional, una vecina de Herold dijo que en 1996 el chimpancé la había mordido e intentado jalarla a un vehículo cuando intentó saludarlo. Declaró haberse quejado con los Herolds y la policía, pero las autoridades de Stanford dijeron no haber recibido registros de tal denuncia.
En el año 2003, Travis escapó del auto de los Herolds y detuvo el tráfico en una intersección de la ciudad durante varias horas. El incidente tuvo comienzo cuando un peatón arrojó algo al auto, el cual entró por una ventana medio abierta y golpeó a Travis mientras el vehículo se detenía en un alto. Furioso, Travis desató su cinturón de seguridad, abrió la puerta y persiguió al culpable.
Al llegar la policía, intentaron atraer a Travis hacia el interior del auto sin éxito alguno. Eventualmente fue detenido y el incidente obligó al gobierno de Connecticut a aprobar una ley que prohibía la posesión de primates de más de 25 kilos como mascotas. Desde la muerte de Travis, nadie en Connecticut ha intentado aplicar a un permiso de posesión para un chimpancé.

sábado, 19 de septiembre de 2015

El hombre.

"Cuando vivía en mi ciudad natal, mi sobrino siempre decía que había un hombre que me seguía. En un principio no pensaba mucho al respecto, porque siempre me imaginaba que era solo un invento o que estaba jugando conmigo.
Al menos hasta que adoptó la costumbre de correr y cerrar la puerta detrás de mi cada que iba de visita. Me decía que el hombre malo sin ojos se acercaba más y más cada que estaba afuera de la casa.
La sola idea me dio escalofríos, pero seguí con la idea de que no era más que la mente de un niño imaginativo. Busqué en internet alguna historia sobre "el hombre malo sin ojo", pero sin éxito alguno. Todo siguió como siempre hasta que unos días después; el temor de mi sobrino fue tal que comenzó a mojar la cama en las noches.
Me cansé, y le pedí que me lo describiera.
La imagen mental que vino a raíz de ello fue algo que me heló la sangre. Decía que era un hombre alto, vestía un abrigo viejo y que no tenía ojos. Que siempre caminaba lentamente con los brazos extendidos, como si intentara agarrar algo. O alguien.

En una ocasión que me tocó cuidar al niño mientras mi hermano trabajaba (era guardia de seguridad) durante la noche, decidí dormir en el piso de su habitación para hacerle compañía y ver qué rayos pasaba.
Lo que ocurrió, bueno... no lo olvidaré jamás.
Desperté poco después de media noche gracias a un ruido. Me tomó unos segundos darme cuenta de qué se trataba: algo, o más bien alguien, golpeaba suavemente el cristal de la ventana. Su sombra, que estaba proyectada en la pared opuesta a la ventana, era desconcertante. Sí, era sólida pero tenía una cierta transparencia... como una medusa o una estatuilla de cristal oscuro. 
Era inconfundiblemente humana... pero parecía mucho más grande que un humano normal. Alargada, deforme. 
Mientras estaba ahí idiotizado, tratando de reaccionar o siquiera entender de qué se trataba; mi sobrino despertó gritando. "¡El hombre sin ojos! ¡Está aquí!"
Eso me devolvió a la realidad, y fue un milagro que no me cagara del miedo. Esa cosa seguía en la ventana, chocando como un insecto particularmente estúpido e incapaz de romper el cristal. Tomé al chico y corrí con él al otro extremo de la casa, donde llamamos a mi hermano por teléfono.
Dejé a mi sobrino en el hueco debajo de la escalera, donde estaría seguro porque no había ventanas; y me asomé varias veces al exterior de la casa. No vi al ser en concreto, pero sí me di cuenta de que había sombras que parecían mucho más oscuras o daban la impresión de moverse. Esa cosa, lo que sea que fuese, seguía ahí.
Esperando. Acechando.
Pasó una hora antes de que llegara mi hermano,  y al entrar vi que estaba enojado conmigo. "¿Qué mierda hacías allá afuera? ¡Debías estar aquí cuidando al niño!", me gritó. Le respondí que había estado en casa todo el tiempo, pero él se limitó a decir que no mintiera, que me había visto moverme entre los arbustos del frente de la casa mientras conducía de regreso.
Jamás salí de la casa.

Después de eso me mudé al cabo de unos meses, y desde el incidente ha pasado poco más de un año. 
Hace unos días, mi hermano y su hijo vinieron de visita; y en un momento que me encontraba a solas con el niño, éste me contó que había visto otra vez al hombre sin ojos. Ese mismo día mientras viajaban en la autopista. Esa cosa salía de un lado del camino y caminaba hacia el auto, estirando los brazos y tambaleándose como un zombie de película.
No sé qué pensar o hacer al respecto."

martes, 15 de septiembre de 2015

Asanbonsam y Sasabonsam.

Figurín Ashanti representando un Sasanbonsam.
En zonas occidentales de África como Ghana, Costa de Marfil y Togo; la gente de la cultura Ashanti cuenta historias sobre dos monstruosos vampiros que habitan las junglas y bosques de la región, y que a diferencia de otros chupasangres nocturnos; salen del control de cualquier bruja o hechicero.
Asanbonsam y Sasabonsam, horripilantes cazadores nocturnos similares a murciélagos y que merodean entre las copas de los árboles para devorar viajeros y cazadores.

Asanbonsam.
Los Asanbonsam viven en los árboles y se alimentan exclusivamente de aquellos incautos que se atreven a aventurarse en sus dominios selváticos. Los vampiros esperan ocultos en las copas de los árboles, listos para abalanzarse sobre la presa y desgarrarles la garganta con dientes hechos de hierro.
La bestia tiene unos inusuales pies curvos como ganchos, con los cuales se cuelgan de las ramas de los árboles mientras esperan que la presa camine bajo éstos.

Sasabonsam.
Primos de los Asanbonsam, los Sasanbonsam tienen un aspecto similar: humanoides barbados de metro y medio de alto, con una boca repleta de colmillos de hierro. Pero toda la similitud con el hombre acaba ahí: presentan ojos rojos, cuernos, brazos largos y terminados en alas de murciélago, un torso esquelético, y piernas permanentemente dobladas que terminan en tres garras.
El cuerpo del Sasanbonsam está cubierto de manchas blancas y negras que le sirven para camuflarse en los árboles de algodón. Deja sus piernas colgando, para que cuando alguien pase por debajo del árbol; las pueda usar para jalarlo hacia la copa y alimentarse de él arrancándole la cabeza y bebiendo toda su sangre. En Ghana y Costa de Marfil los árboles de algodón crecen hasta alcanzar alturas descomunales gracias a que el temor hacia el Sasanbonsam impide que las personas se acerquen a cortarlos.
El Sasanbonsam puede enfermar a una persona con solo mirarla, y a veces sirven a los designios de un poderoso vampiro conocido como Obayifo. Existe un artículo publicado en un diario de 1939 que habla sobre un Sasanbonsam que fue cazado y asesinado por pobladores de una aldea.

lunes, 14 de septiembre de 2015

El vicario fantasma.

El East End de Londres.
En una mañana de domingo en julio de 1971, tres trabajadores caminaban a lo largo de una calle desierta en el distrito Wapping del este de Londres, cuando vieron lo que parecía ser una figura que portaba ropas extrañas.
Una inspección más cercana reveló que la persona portaba los ropajes de un clérigo del siglo XVIII o XIX. Los hombres lo pasaron de largo, pero al cabo de unos cuantos metros cayeron en cuenta de que no se trataba de algo común y voltearon para verlo de nuevo por pura curiosidad. En ese instante confirmaron sus sospechas: acababan de ver un fantasma en medio de una calle solitaria.
Los hombres, que de inmediato contaron la experiencia, habían visto al malévolo fantasma del Vicario del muelle Ratcliff; quien se decía embrujaba la zona de Wapping y Limehouse del río Támesis.

La historia del Vicario.
El relato de tal aparición inicia en los 1770s, cuando el entonces Vicario de St. Anne's Limehouse, una figura sumamente respetada entre la población por sus acciones benéficas; administraba una pensión para marineros. Pese a que era bien visto por todos, nadie sabía que tras su labor altruista de brindarle alojamiento a los marineros de Londres había algo siniestro.
El Vicario asesinaba a los huéspedes para robarles el dinero y después arrojar los cadáveres a las turbias aguas del Támesis. Al ser descubierto, fue colgado con cadenas sobre el río y dejado ahí hasta que tres mareas lo hubiesen cubierto.
Durante doscientos años, varios londinenses dicen haber visto al fantasma caminando por los muelles. Era tan horrible que los marineros y pescadores del muelle de Wapping y Limehouse se negaban a trabajar después de la noche, e inclusive la policía encargada de patrullar el río cuidaba no acercarse a la zona una vez que la luna se alzaba en lo alto del firmamento.
A los niños se les decía que el Vicario iba por quienes se portaban mal, y a la luz de las chimeneas en las tabernas y salones de juego londinenses se narraban relatos sobre el terrorífico clérigo; historias que helaban la sangre de aquellos que debían aventurarse a la luz de las lámparas de Wapping para regresar a casa.
La leyenda continúa hasta estos días, y ha sido cubierta por revistas y programas televisivos. Aunque los encuentros con el Vicario se han vuelto escasos a raíz de que Wapping y Limehouse dejó de ser una zona pesquera y pasó a transformarse en un área residencial de clase media-alta; hay quienes siguen diciendo que las personas que se aventuran a caminar por los muelles del Támesis en dicha zona todavía pueden encontrarse cara a cara con el malévolo religioso.