De manera general, se considera que la licantropía debe seguir ciertos lineamientos, y comparte rasgos tanto con embrujos como enfermedades (la pérdida de control, la transformación física impulsada por la luna llena), pero puede variar dependiendo de la región.
La transformación puede ser temporal o permanente, el híbrido puede variar entre un hombre velludo y salvaje, una atroz bestia bípeda o un lobo aparentemente común y corriente; y por lo regular se puede descubrir la identidad de un licántropo por su apariencia o heridas que haya sostenido durante una lucha o al ser atacado por cazadores.
En el folklore europeo, por lo regular se dice que un Hombre Lobo puede ser descubierto en forma humana por que posee cejas unidas y espesas, uñas largas y curvas, orejas que parecen apuntar hacia abajo y un andar ágil.
Otro método para la identificación de los licántropos es cortar un pedazo de piel al acusado bajo la excusa de que en lugar de haber carne al rojo vivo en la herida, se encontraría el pelo espeso de la bestia que yace oculta. En Rusia, se dice que un Hombre Lobo puede ser reconocido por pequeños pelos que crecen en su lengua.
En el caso de aquellas tradiciones donde el licántropo se convierte en un lobo de apariencia ordinaria, se les puede reconocer por el hecho de que no tiene cola, retiene sus ojos y voz humanos; y corre en tres patas, doblando una de sus patas traseras para simular la cola.
Se decía también que un Hombre Lobo en forma humana siempre aparecía débil, cansado y presa de una grave depresión.
La maldición.
En la mitología y los cuentos medievales, existen múltiples formas de transformarse en un licántropo. El más simple era sencillamente quitarse toda la ropa y vestir un cinturón de piel de lobo en el cuerpo desnudo, mientras que el más conocido es ser contagiado por la mordida de estos seres. Otras formas más descabelladas incluyen frotarse el cuerpo con una salva mágica, beber agua de lluvia encharcada en la huella de un lobo o de ciertos estanques encantados, probar una cerveza preparada con una fórmula secreta, al escuchar un encantamiento, e inclusive dormir a la luz de la luna llena en una noche de verano, siempre y cuando fuera miércoles o viernes.
Otra forma más conocida es la de venderle el alma al Diablo con fines malévolos, usualmente con el fin de satisfacer un ansia de carne humana.
"Ciertos hechiceros, que untan sus cuerpos con un aceite que elaboran por conocimiento del demonio y visten un cinturón encantado, no solo toman la forma de lobos ante otros, si no la figura y naturaleza de la bestia siempre y cuando no remuevan el cinturón. Y se comportan como los propios lobos, preocupando y matando a seres humanos."
-Richard Vestegan, "Restitución de Inteligencia Decadente", 1628.
La maldición también era considerada en ocasiones como castigo divino. Existen leyendas que van desde la de Lycaon (transformado por Zeus en lobo como castigo por matar a uno de sus hijos y ofrecerle los restos al padre del Olimpo como alimento) hasta algo tan sencillo como ser excomunicado por la iglesia Católica.
El poder de transformar a las personas en bestias también se considera propio de algunos santos. Santo Tomás de Aquino pronunciaba que los Ángeles, buenos o malos, tenían el poder de transmutar los cuerpos humanos; San Patricio transformó al rey galés Vereticus en un Lobo, Natalis de Ulster maldijo a una familia irlandesa a convertirse en lobos por siete años; y en Rusia el Demonio mismo convertía a los hombres en licántropos.
Arte conceptual de Magic: The Gathering.
En 1692, en Jürgensburg, un hombre llamado Thiess decretó que él y otros licántropos eran los Sabuesos de Dios, guerreros enviados al infierno para luchar con brujas y demonios; y que sus esfuerzos se aseguraban de que el Diablo y sus súbditos evitaran robar las cosechas de grano. Thiess decía que todos los Hombres Lobo de Rusia y Alemania también hacían lo mismo, e insistía que al morir, las almas de estos seres eran enviados al cielo como recompensa de su servicio.
Curas para la licantropía.
Grabado francés titulado "La muerte del Loup-Garou".
Existen formas de curar la maldición/enfermedad que ocasiona la licantropía.
Los griegos y romanos creían que la víctima debía ser sujeta a largos periodos de ejercicio intenso hasta cansarse, y que ello debía purgar el mal del cuerpo tras sudarlo. La práctica se basa en el hecho de que los Hombres Lobo terminaban débiles y cansados al terminar la transformación.
En Europa existían tres métodos para curar el mal: medicinalmente usando acónito, quirúrgicamente o mediante un exorcismo, pero la mayoría de estas curas y tratamientos resultaban letales para los pacientes. Por ejemplo, en la isla de Sicilia se manejaba que la licantropía podía ser curada a base de golpes en la frente y el cuero cabelludo con un cuchillo.
Diagraba de una planta de acónito, también conocida como "Matalobos" en inglés.
Otra cura popular en la isla era la de atravesar las manos del Hombre Lobo con clavos.
En Alemania, existía el ritual de repetir tres veces el nombre cristiano de la persona , mientas que en Dinamarca bastaba con reprender a la víctima para volverlo a la normalidad. Se decía también que la conversión al cristianismo funcionaba para remover la maldición, y en específico una devoción a San Huberto de Liejo funcionaba como protección contra la licantropía.