Lizzie Borden (1860-1927)
Lizzie Borden es posiblemente una de las asesinas más famosas en la historia de los Estados Unidos. Aunque no haya sido tan prolífica como otras mujeres, es conocida por el salvajismo con el cual mató a su padre y madrastra; y por la especulación surgida en torno a las extrañas circunstancias del crimen en la casa Borden.
Lizzie nació en 1860 en el seno de la familia Borden, una estirpe de exitosos dueños de compañías textiles, propietarios de bienes raíces y banqueros de la época. El padre de Lizzie, Andrew Jackson Borden; era director del Durfee Safe Deposit and Trust Co., y se cree que al momento de morir sus propiedades valdrían lo que hoy equivaldría a más de siete millones de dólares.
Pero pese a su riqueza, Andrew Borden era un hombre bastante conocido por su tacañería. Su casa no contaba con drenaje y prefería vivir en una zona conocida de la localidad de Fall River, Massachussetts para estar cera de su negocio.
Lizzie y su hermana mayor, Emma Lenora Borden, crecieron como personas relativamente religiosas; y la misma Lizzie estuvo involucrada con darle clases de catecismo a los hijos de inmigrantes recién llegados a Norteamérica, en organizaciones cristianas y la WCTU (La Unión Temperance de Mujeres Cristianas); así como otras misiones religiosas.
Andrew Borden se casó al poco tiempo de que la madre de Lizzie y Emma falleciera por complicaciones de salud; esta vez con una mujer llamada Abby Durfee Gray. Se sabe que la relación entre las hermanas Borden y su madrastra no era la más cordial, y que la misma Lizzie creía que Abby se encontraba tras el dinero de su padre.
En el interrogatorio posterior al asesinato, la doncella de los Borden testificó que Lizzie y Emma rara vez comían con sus padres, y que en 1892 Andrew Borden ordenó que las palomas en la granja de la familia (propiedad de Lizzie) fueran sacrificadas para evitar que los niños locales entraran a la propiedad con el fin de cazarlas con resorteras.
En julio de ese mismo año, Andrew envió a sus hijas de "vacaciones" forzadas a la población de New Bedford. La tensión en la familia se volvió insoportable, en especial luego de que Andrew regalara propiedades de bienes raíces a la familia de Abby; siendo la más grande una casa que la hermana de Abby vendió al poco tiempo por una suma de lo que hoy serían 130,000 dólares.
La noche anterior a los asesinatos, John Vinnicum Morse, hermano de la fallecida Sarah Borden; visitó a la familia para discutir asuntos de negocios con Andrew. Algunos testigos especularon que la discusión sobre una propiedad en particular pudo haber agravado la situación.
El crimen.
El cuerpo de Andrew Jackson Borden.
La mañana del jueves 4 de agosto de 1892, Bridget Sullivan, la doncella de los Borden; se encontraba descansando en su habitación del tercer piso tras haber limpiado todas las ventanas de la casa, cuando a eso de las 11:10 de la mañana escuchó a Lizzie gritando desde el piso inferior:
"¡Maggie, ven rápido! ¡Padre está muerto! ¡Alguien vino y lo mató!"
Lizzie tenía la tendencia a llamar "Maggie" a Bridget, en honor de una doncella anterior. Al llegar a la escena, Bridget encontró el cuerpo de Andrew tendido sobre un sillón, con once profundas heridas producidas por un hacha. Uno de sus globos oculares había sido partido en dos y las heridas aún sangrantes sugerían que el ataque había tenido lugar poco tiempo atrás.
El cuerpo de Abby Borden.
Bridget acudió con una vecina por ayuda, y ya de regreso a la casa se encontraron el cuerpo de Abby Borden tirado boca abajo en el piso de la habitación de huéspedes. Al llegar los agentes policiales, estos sospecharon de Lizzie por la extraña actitud tranquila y las coartadas contradictorias y cambiantes de Lizzie.
De acuerdo a la investigación forense, Abby pudo haber encarado a su asesino durante el ataque. Fue golpeada con la hachuela en un costado de la cabeza justo por arriba de la oreja. Al caer boca abajo, fue golpeada diecinueve veces más en la parte posterior del cráneo.
En el sótano se encontraron dos hachuelas, dos hachas y una tercera hachuela con el mango roto. Se creyó que esa última había sido el arma del crimen, pues el mango parecía haberse roto recientemente y no tenía polvo en la cabeza a diferencia de las otras armas.
Esa noche, un oficial de policía vio a Lizzie yendo al sótano e inspeccionando los cajones donde se había colocado la ropa sangrienta de sus padres. El 6 de agosto, una búsqueda extensiva de la casa reveló unas cuantas cosas más; mientras que al día posterior a ese una doncella encontró a Lizzie quemando un vestido en la estufa del horno. Lizzie rápidamente dijo que lo quemaba porque había sido manchado con pintura, y jamás se logró determinar si había vestido con él durante los asesinatos.
El juicio de Lizzie Borden.
El juicio contra la supuesta asesina comenzó el 5 de junio de 1983, determinándose los siguientes puntos:
- La cabeza de hachuela encontrada en el sótano no pudo ser probada como el arma homicida.
- No se halló ropa manchada entre las pertenencias de Lizzie.
- De acuerdo a Bridget, Lizzie se encontraba con su padre en la habitación donde este último fue hallado a eso de las 11:00 de la mañana. Simon Robinski, un vecino, testificó que a esa hora había visto a Lizzie dejando el granero detrás de la casa; por lo que la descripción de Bridget no concordaba en lo absoluto.
- Hubo otro asesinato con hacha en la localidad unos días antes del juicio, aunque se comprobó que el asesino en cuestión no se hallaba cerca de Fall River cuando los Borden fueron asesinados.
- Se excluyó la evidencia de que Lizzie había comprado un fuerte ácido para limpiar, según ella, una capa de piel de foca; en una farmacia local el día antes de los crímenes.
- Debido a que se sabía que los Borden se enfermaron poco antes de los asesinatos, se analizaron los contenidos de sus estómagos para buscar rastros de veneno. No se encontró nada.
- Las cabezas de las víctimas fueron removidas durante la autopsia y los cráneos usados como evidencia durante el juicio (se dice que Lizzie se desmayó al verlas).
El 20 de junio, tras una extensiva consideración, el jurado concluyó que Lizzie era inocente.
Años más tarde, el autor de misterio Ed McBain escribió en su novela "Lizzie", que el motivo de los crímenes podría haber sido que Lizzie fue descubierta teniendo una relación lésbica con la doncella. McBain especuló que Abby Borden encontró a Lizzie y Bridget Sullivan en la cama, y que al verse sorprendida; Lizzie decidió asesinar a su madrastra. Después pudo haberle confesado la verdad a su padre, pero al ver la reacción de desagrado y cólera de este, tomó un hacha y lo asesinó.
Esto concuerda con el rumor popular durante los últimos años de su vida, de que Lizzie era lesbiana y fue abusada sexualmente por su padre durante la niñez.
Los últimos años de Lizzie.
Luego del juicio, las hermanas Borden se mudaron a un barrio conocido como "La Colina" en Fall River, y Lizzie comenzó a usar el seudónimo de "Lizbeth A. Borden". Al morir tanto Abby como Andrew, la fortuna de este pasó a ser parte de sus hijas; aunque una parte considerable fue usada para pagar ciertos estipendios a la familia de Abbie.
Lizbeth fue atacada por la sociedad constantemente, y en 1897 volvió a la atención pública cuando se le acusó de robar en una tienda de Providence, Rhode Island. En 1905, Emma se mudó luego de un argumento con Lizbeth tras que esta diera una fiesta sorpresa en honor de la actriz Nance O'Neil.
Lizbeth y Emma jamás volvieron a verse.
El primero de junio de 1927, Lizbeth murió de neumonía en Fall River. Nueve días más tarde, Emma murió de una nefritis crónica a la edad de 76 en un asilo de Newmarket., New Hampshire.
Los fantasmas de la casa Borden.
El Museo Lizzie Borden hoy.
El sitio donde Lizzie mató a sus padres aún existe hasta hoy, y se le conoce como el Lizzie Borden Bed and Breakfast Museum. Los turistas pueden tomar un tour de la vieja casa e incluso pasar una noche en el cuarto donde Abby fue asesinada.
Tanto huéspedes como trabajadores del lugar narran encuentros con lo inexplicable en su interior. Algunos han escuchado los sollozos de una mujer, otros más han visto a una dama de la época victoriana sacudiendo los muebles y acomodando las cobijas en las camas; esto último incluso ha ocurrido mientras hay personas durmiendo en ellas.
Se escuchan pisadas en las escaleras y el piso superior, aún cuando se sabe que la casa está vacía. Las puertas se abren y cierran, se puede escuchar conversaciones en voz baja provenientes de habitaciones vacías e incluso se ven sombras en los pasillos.
Una experiencia en particular es la de un hombre que no creía en los fantasmas y que acompañaba a su esposa de vacaciones. El matrimonio decidió pasar una noche en el hotel, y mientras se encontraba desempacando, volteó a ver la cama y se encontró con que las cobijas habían sido desacomodadas como si alguien se hubiese acostado; pese a que el hombre estuvo en la habitación y no hubo forma de que alguien pudiera entrar.
Al acercarse, notó con horror que las cobijas no solo presentaban pliegues que coincidían con las curvas de un cuerpo humano, si no que en la almohada claramente se veía un hundimiento como si alguien hubiese recostado la cabeza en ella.