Zugarramurdi.
Zugarramurdi es una población cercano a la frontera entre España y Francia en lo que se denomina el país vasco. Puede pasar como una pequeña comunidad casi desapercibida y con menos de 300 habitantes; pero en el pasado fue sede de una de los casos más importantes sobre brujería a nivel mundial.
El caso de las brujas de Zugarramurdi.
María Chipia de Barrenechea.
Zugarramurdi era una pequeña aldea a comienzos del siglo XVII, cuyos principales ingresos provenían de la ganadería y la agricultura. La historia de las brujas comienza en 1608, cuando una empleada doméstica comenzó a contar historias sobre los aquelarres diabólicos efectuados por una vecina llamada María de Jureteguía.
Jureteguía, temerosa de la Inquisición, se apresuró a desmentir los chismes de la joven mujer que la acusaba; pero sin éxito alguno. Pues la delatora logró convencer a la población, al grado de que Jureteguía confesó ser bruja y explicó que una de sus familiares, María Chipía de Barrenechea; fue quien la adiestró en las artes oscuras.
Conforme continuaron sus declaraciones, salieron revelados más y más nombres de habitantes de la localidad; cosa que llevó a las autoridades de Zugarramurdi a efectuar rastreos en un gran número de viviendas en busca de evidencia de la práctica de artes oscuras y tratos con el maligno. Al final, la declaración de la joven mucama y las confesiones de Jureteguía resultaron en el descubrimiento de siete mujeres y tres hombres que afirmaban ser practicantes de brujería.
Sin embargo, fueron perdonados tras disculparse públicamente en la iglesia.
El proceso.
Grabado de la quema de las brujas de Zugarramurdi.
Sin embargo, lo ocurrido en Zugarramurdi llegó a la Inquisición con sede en Navarra, que entró en acción durante inicios de 1609. El comisario inquisidor asignado llegó al lugar y ordenó la detención de cuatro de las siete mujeres que habían confesado ser brujas.
Éstas fueron encerradas en la prisión de la Inquisición de Logroño y tras tortura y varias sesiones de interrogación, confirmaron ser brujas. Se envió una carta a la sede de la Inquisición en Madrid para preguntar qué procedía, y la contestación llegó acompañada de un cuestionario con el cual se asegurarían de que sí eran brujas.
Tras cinco meses de interrogatorios, los acusados delataron a más brujos que habitaban las montañas cercanas a Zugarramurdi, así como todo un listado de niños y niñas que participaban en los aquelarres. Así en agosto, el Inquisidor encargado del caso partió a Zugarramurdi para recopilar denuncias hasta que la lista creció a más de trescientas personas. El Inquisidor, llamado Juan Valle Alvarado; inclusive se entrevistó con el abad de Zugarramurdi, quien le confirmó que en la zona se practicaba ampliamente la brujería y las personas se protegían de ellas al grito de "¡Sorgiñak, Sorgiñak!".
Más tarde, su viaje lo llevó a las poblaciones de Vera de Bidasoa y Lesaca, donde se encerró a varias mujeres y niños con el fin de que éstos delataran a más brujas. También visitó al obispo de Pamplona, quien le informó que en la zona no había brujas hasta que las personas comenzaron a viajar a Francia para presenciar la quema de brujas en Labourd; donde aprendían las historias relacionadas con los aquelarres.
El Aquelarre.
El Aquelarre, de Francisco Goya.
En Zugarramurdi existe hasta la fecha un lugar conocido como "El Prado del Cabrón" o "Akelarre" en Euskera; una zona donde se haya una cueva enorme en la cual se reunían los brujos y toda clase de cultos satánicos. Esta caverna supuestamente era cruzada por un "Arroyo Infernal", Infernukoerreka; y también existía una silla donde se manifestaba el Demonio mismo.
El Aquelarre es descrito de la siguiente manera:
"Se va a buscar al nuevo brujo dos o tres horas antes de medianoche, se le frotan las manos, el rostro, el pecho, las partes pudendas y la planta de los pies con agua verdosa y fétida, y luego se le hace volar por los aires hasta el lugar del aquelarre; allí aparece el demonio sentado en una especie de trono; tiene el aspecto de un hombre negro, con cuernos que iluminan la escena; el recién llegado reniega de la fe de Cristo, reconoce al demonio como dios y señor y le adora besándole la mano izquierda, la boca, el pecho y las partes pudendas; el demonio se da la vuelta y muestra su trasero, que el brujo ha de besar también
Posteriormente, el brujo recién iniciado es marcado por el Demonio con una uña, la cual usa para sacarle sangre y vertirla en una vasija. También le coloca una marca en el ojo, que asemeja la figura de un sapo. Al brujo se le advierte que no debe volver a nombrar a Jesucristo o la Virgen María; y que no debe persignarse o efectuar rituales católicos.
Los brujos pueden cambiar de forma, adoptando la apariencia de cerdos, cabras y otros animales de ganado; con el fin de aterrorizar y hacer el mal.
Se creía también que entre sus poderes estaban el ocasionar tormentas para hacer naufragar a los barcos en altamar, destruir cosechas, maldecir a las bestias y los campos con un cántico que rezaba "Piérdase todo, salvo lo que sea mío".
El ritual con el que elaboraban polvos mágicos se describe ampliamente, como resultado de la mezcla de toxinas derivadas de reptiles, sapos, caracoles y plantas venenosas; los cuales son convertido en un menjurge frente al demonio en el Aquelarre.
Se creía (o se cree) que con estos polvos podían provocar enfermedades y la muerte, al ritmo de un ominoso encantamiento que rezaba "El Señor te dé mal de muerte". También es en Zugarramurdi donde se origina la creencia de que las brujas pueden actuar como entidades vampíricas, secuestrando niños para drenarles toda la sangre del cuerpo con diversos fines.
La Sentencia.
A mediados de 1610, el tribunal de Logroño declaró culpables a veintinueve acusados, más sin embargo el inquisidor Antonio de Salazar y Frías votó en contra de la condena a la hoguera respecto a una mujer; ya que no existían pruebas al respecto.
Salazar, un poco escéptico, dudaba de la culpabilidad de las acusadas; por lo que ordenó una investigación exhaustiva, siempre bajo la idea de que era una gran injusticia al no haber suficientes evidencias, más el hecho de que las brujas se habían arrepentido totalmente.
Sin embargo, el 7 de noviembre de 1610 se llevó el famoso auto de fe, a la que asistieron treinta mil personas. Cuatro mujeres y dos hombres fueron entregados al brazo secular para ser quemados en la hoguera, ya que se negaron a admitir que eran brujos.
Debido a lo ocurrido en Zugarramurdi, hubo una intensificación de la caza de brujas. En 1609, el juez Pierre de Lancre en Francia comenzó una cacería tras lo ocurrido en Navarra; mientras que en 1612 veinte personas en Lancashire, Inglaterra; fueron condenadas a la hoguera. Más tarde, Matthew Hopkins acabó con más de trescientos brujos en el oeste de Inglaterra.
El impacto de las brujas.
Las Brujas de Zugarramurdi (2013).
La palabra "akelarre", convertida al castellano en "aquelarre"; proviene del nombre que se le da al prado en Zugarramurdi. El término significa "prado del cabrón", debido a que en el prado se creía que aparecía un gran macho cabrío de color negro que se convertía en un ser demoniaco al reunirse los practicantes de magia negra.
El prado y la caverna cercanas se han llegado a conocer como "La Catedral del Diablo". En la actualidad, en la cueva se celebra una fiesta de culto al fuego durante el solsticio de verano; así como una muestra gastronómica de carnero asado durante el mes de agosto.
Cerca de las cavernas hay un Museo de las Brujas, el cual exhibe muestras que explican el fenómeno de la brujería en la zona.
Hay varias películas relacionadas con la brujería en la comunidad, siendo la más conocida "Las Brujas de Zugarramurdi"; la cual fue dirigida por Alex de la Iglesia y estrenada en el año 2013.