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lunes, 2 de abril de 2018

El Destello Negro.

El Destello Negro (en inglés, "Black Flash"), es el nombre dado al misterioso espectro nocturno que aterrorizó el pueblo de Provincetown, Massachusetts en 1939. Y aunque los primeros relatos provenían de niños y resultaron descartados como parte de una elaborada broma, fue hasta la segunda semana de octubre de ese año que la broma dio paso a una temporada de terror.

En una noche poco antes de Halloween; Mary Costa caminaba de vuelta a casa cuando al pasar por un camino a pocas calles de la alcaldía, se encontró con algo que jamás había visto. Cortándole el camino, se encontraba un hombre alto, delgado y cubierto por una capa negra que ondeaba al viento. 
De acuerdo con la joven, el ser la observó en silencio con unos ojos que brillaban como si estuviesen hechos de metal, y que después estalló en carcajadas. Mary salió corriendo, no sin darse cuenta que el ser desapareció dando saltos sobre una barda y sin dejar de reír. La joven alcanzó a encontrar una cafetería abierta, donde relató lo ocurrido y llamó a la policía. Varios hombres que se encontraban comiendo en el local, salieron a buscar a la criatura pero sin éxito alguno.

La policía no se tomó el reporte en serio, archivándolo en el montón de relatos provenientes de niños y padres preocupados. Al poco tiempo de que Costa vio al vaporoso ser, la policía fue inundada por una serie de reportes misteriosos; donde todos coincidían en tres cosas: Que el ser vestía de negro y llevaba una gran capa como la de Drácula, tenía orejas puntiagudas y que sus ojos relucían con un brillo metálico o rojizo.
Los relatos también añadieron otros detalles, como que el ser iba acompañado por un zumbido parecido al de las cicadas, que su risa sonaba como algo metálico y que tenía el poder de saltar más alto de lo que le sería posible a un hombre. De forma espeluznante, muchos de estos reportes tomaban lugar al mismo tiempo pero en sitios distintos del pueblo; lo que presentaba tres posibilidades, cada una más aterradora que la anterior: Que era súper veloz, que podía teletransportarse, o que lidiaban con un grupo de esos seres.

La mayoría de los reportes insistían en que la aparición parecía contenta con provocar el miedo en quienes lo veían. Aunque llegó a darse un puñado de casos en que las agresiones llegaron a lo físico: Un hombre que descargó su rifle de cacería contra el extraño sin éxito alguno, otro que terminó con una muñeca rota al intentar defenderse, y finalmente uno más que fue empujado varios metros por los aires. De esto, se llegó a la conclusión de que el ser únicamente asustaba a niños y mujeres; pero que disfrutaba de atacar físicamente a hombres adultos y 'burlarse' de ellos. 
Para la última semana de septiembre, la prensa ya había bautizado a la extraña entidad con varios nombres: El Fantasma de Provincetown, el Fantasma Negro, el Demonio Fantasma, el Demonio de Provincetown y el Destello Negro; siendo este último el que quedó arraigado en la cultura popular. 

La especulación sobre el ser, su identidad y comportamiento creció de manera rampante; y aunque la policía de Provincetown explicó que se trataba de un bromista, la imaginación de los pobladores se trastornó en una histeria colectiva, un pánico que mencionaba por igual demonios, fantasmas, vampiros e incluso que se trataba del mismo Satanás. 
Las historias de encuentros con el Destello Negro continuaron hasta 1945, cuando en el mes de noviembre, un grupo de niños que jugaban en un patio escolar dijeron ver al monstruo en pleno día. Una hora más tarde, un escuadrón de oficiales de policía acudió al lugar y efectivamente, avistaron al Destello Negro saltando una reja de tres metros de alto y desapareciendo entre una serie de árboles. Esa misma noche, un anciano llamó a la jefatura de policía local para decir que no solo había visto al Destello en su patio trasero, sino que lo hirió con una cubetada de agua hirviendo. 

Grabado victoriano sobre Jack Piernas de Resorte.
Cuando la historia llegó a las cadenas noticiosas de Boston y Nueva York, no fueron pocos los que reconocieron la apariencia y el modus operandi de la espantosa aparición en una leyenda del siglo XIX. 
Durante mediados del siglo XIX, las áreas urbanas de Londres fueron asediadas esporádicamente por un misterioso ser apodado Jack Piernas de Resorte, el cual, justo como el Destello Negro; vestía ropas extravagantes de color negro, tenía ojos que brillaban y poseía una agilidad y velocidad sobrehumanas. Algunos medios de la época sugirieron que esta conexión no era una coincidencia, y que Jack era la misma criatura que el Destello; una especie de demonio que aparecía de tiempo en tiempo (idea que fue revisitada más de setenta años después en la saga de películas Jeepers Creepers) para alimentarse o causar pánico.

Algunos investigadores sugieren que tal vez se trató de una serie de histeria colectiva, similar a lo ocurrido posteriormente en casos como el del Chupacabras o el mito de los Niños de Ojos Negros, todavía incentivada por el recuerdo reciente de la narración de "La Guerra de los Mundos" por parte de Orson Welles el año anterior. Por su parte, las autoridades de Provincetown y Massachusetts coinciden en que el Destello Negro sí fue real, pero no se trataba de una entidad sobrenatural, si no de un grupo de bromistas que se aprovecharon de la temporada de Halloween. Años más tarde, un hombre dijo haber sido parte de estos bromistas, y explicó que todo se logró gracias a un grupo de muchachos locales bien coordinados y que operaban en varios lugares del pueblo para dar la ilusión de que el Destello podía estar en varios lugares a la vez.

La historia del Destello Negro concluyó de forma tan súbita y misteriosa como inició. Ya que es imposible determinar qué tanto hay de verdad en ella, si el testimonio del supuesto culpable fue verídico o si siquiera ocurrió. Ha sido detallada en libros, programas de televisión y artículos de sitios y revistas dedicados a lo sobrenatural; pero sin llegar a una explicación satisfactoria.

miércoles, 17 de enero de 2018

Las manos peludas.

Uno de los espectros o manifestaciones fantasmales más famosas alrededor del mundo, son aquellas que consisten en la aparición de manos cercenadas que reptan por el suelo y las paredes como grandes tarántulas, que buscan alimentarse del miedo o realizar 'castigos' al jalar los pies de los niños mal portados al dormir.
El mito es extremadamente viejo, y aparece no solo en la figura latinoamérica arquetípica de la "mano peluda"; si no en sitios tan distantes y dispares como las campiñas y las ciénagas de Inglaterra, los caminos rurales de México o los baños en las metrópolis japonesas. 

La Mano Peluda.
Oriunda de México y algunas regiones de Centroamérica, también es conocida como "mano pachona", "mano del diablo" o la "mano negra". Y la leyenda es tan variopinta como sus nombres: Así, puede ser la mano amputada de una bruja víctima de la Inquisición Española, la mano de un joven que cometió el pecado de masturbarse demasiado, la zarpa de un demonio en busca de almas o incluso la de un obrero que haya sido cortada por accidente.
De cualquier forma, este espíritu toma el rol de una especie de boogeyman o de coco, una figura arquetípica para asustar a los niños y evitar un mal comportamiento. La leyenda reza que esta mano, parecida a la de un simio de gran tamaño, aparece bajo las camas o los muebles para jalar la extremidad de algún niño mal portado o un pecador; otros que inclusive ataca al emerger del inodoro. Ciertas variantes del mito señalan que el espectro ronda fábricas o vías del tren abandonadas, y que perteneció a un obrero o trabajador del tren, siendo cercenada en un incidente desafortunado. 
Como nota extraña, en varios pueblos y zonas del exterior de las grandes ciudades de la república mexicana, se han dado incontables relatos sobre encuentros con estas manos peludas; todas ellas compartiendo la misma descripción de una mano grande y deforme, similar a la de un primate y cubierta de grueso pelaje negro.

El Kurote.
Hace mucho, en la provincia japonesa de Noto, vivía un samurai de nombre Kasamatsu Jingobei. Kasamatsu habitaba, como se esperaba de alguien con su condición de guerrero al servicio de un señor terrateniente; en una gran casa lujosa. 
La vida del samurai transcurrió sin mucho problema, al menos hasta un día en que su esposa llegó corriendo a él. La mujer, aterrada y reducida a una ruina balbuceante, tardó unas horas en calmarse lo suficiente para relatarle lo ocurrido al samurai: La mujer había estado en el cuarto de baño, cuando sintió que una mano salía del drenaje y la acariciaba con dedos largos y monstruosos. El samurai, que de inmediato supo que se trataba del trabajo de un demonio yokai, tomó su katana y entró al baño; dispuesto a castigar al intruso sobrenatural.
Y como lo había previsto, un brazo enorme, cubierto de pelo negro y maloliente; salió del hueco del drenaje y estiró la mano hacia él, intentando tomarlo. Kasamatsu, un habilidoso guerrero, blandió su espada y cercenó la mano de la criatura con un rápido mandoble.
Tres días después, un grupo extraño de sacerdotes apareció en la puerta de Kasamatsu; pidiéndole pasar bajo la excusa de que habían sido enviados por su señor, ya que en la casa de Kasamatsu había evidencia de un extraño yokai conocido como el Kurote, el cual habita los baños. 
Kasamatsu guió a los sacerdotes a una habitación, donde guardaba la mano amputada en una caja de roble a manera de trofeo. Uno de los sacerdotes la tomó, identificó al yokai como un Kurote y la pasó a uno de sus acompañantes. Este, para sorpresa del samurai; soltó una carcajada y se transformó en un monstruo velludo, el cual dijo "¡Esta es la mano que me cortaste!" antes de desvanecerse junto con los otros dos sacerdotes.
Tiempo después, Kasamatsu volvía a casa de una reunión con su señor cuando sintió que algo caía de los árboles y lo derribaba. Tirado en el suelo, Kasamatsu sintió como una fuerza descomunal lo levantaba y lo arrojaba una y otra vez. Pasaron unos cuantos minutos durante aquél suplicio, y cuando Kasamatsu pudo recuperarse, notó que su preciada espada, aquella que había usado para arrancar la mano del Kurote... había desaparecido.

Las Manos de Dartmoor.
El puente de Postbridge, donde se producen los
encuentros con las manos peludas.
En la región británica de Dartmoor existe un camino conocido como el B3212, el cual conecta los pueblos de Postbridge y Two Bridges. Este camino es famoso por la terrible actividad paranormal que ocurre en él desde el año 1919, la cual ha resultado en varios accidentes trágicos.
En 1910, varios ciclistas que recorrían el tramo de la granja Acherton a las afueras de Postbridge; comenzaron a reportar incidentes inexplicables, en los cuales los manubrios de sus vehículos eran repentinamente jalados por una fuerza inexplicable; conduciéndolos a estrellarse en las zanjas y los árboles del camino. Con el advenimiento de los automóviles y el uso de estos, tampoco tardó para que se dieran casos similares; muchos de ellos con resultados fatales.
El misterio continuó hasta mediados de la década, cuando un oficial del Ejército Británico chocó en su motocicleta y fue auxiliado por pobladores que vieron el incidente. Al dar su testimonio, el oficial explicó que el causante no había sido una fuerza misteriosa o un fenómeno magnético; sino un par de enormes manos peludas que se 'colocaron' sobre las suyas y lo obligaron a salir del camino.
En 1920, una viajera despertó a mitad de la noche y pudo observar una enorme mano peluda que trepaba por la ventana de su caravana como una especie de araña. Este fenómeno ha continuado por décadas, y todos aquellos que han sobrevivido a la experiencia dicen lo mismo: Al conducir por el camino, hay un punto en el cual sus manos son cubiertas por un par de garras espectrales parecidas a las de un chimpancé; las cuales mueven el volante y obligan el auto, motocicleta o bicicleta a chocar. 

La Garra del Ateo.
De acuerdo con el autor Elias Owen en su libro "Una Colección de Leyendas de Gales", hubo un fenómeno ocurrido en el siglo XIX en el pueblo de Flintshire, y el cual le ocurrió a un hombre que se declaraba a sí mismo como un ateo.
El hombre, de nombre Richard Roberts, era un no-creyente que prefería pasar los domingos cultivando su campo en lugar de acudir a los servicios eclesiásticos de la mañana. En una ocasión, Roberts recogía nueces en un prado cuando encontró un arbusto repleto de bayas; mismas que eran bastante escasas durante esa época del otoño. Sabiendo que podía cobrar bastante por venderlas, Roberts se arrodilló para recogerlas y fue en ese momento que una garra peluda emergió del arbusto; soltándole manotazos e intentando agarrarle la mano.
Roberts pudo salir corriendo de ahí, aterrado por la posibilidad de que la garra perteneciese al mismo Demonio; algo que pensó, fue provocado por su falta de fe y respeto a las creencias de la iglesia. 

Oniate, la mano seca.
El Oniate.
Oniate, conocido como Dedos Secos o la Mano Seca; es la aparición de un brazo momificado que se original del folklore de los Iroqueses, los Séneca y los Cayuga; pueblos nativos del norte del estado de Nueva York.
La leyenda no es clara, y Oniate puede ser tanto un fantasma como una especie de boogeyman o espíritu chocarrero que busca aterrorizar a los viajeros durante la noche. En otras variantes de la historia, Mano Seca es una aparición vengativa cuya labor es castigar a quienes se portan mal; en especial a los que hablan mal de los muertos, siembran la discordia en una familia o se entrometen en los asuntos de las personas. Se dice que el Oniate puede volar, y que quienes son tocados por él sufren de enfermedades misteriosas e incurables, quedan ciegos repentinamente o mueren; dependiendo de la gravedad de sus crímenes.

Manekute no Yurei.
En la mitología japonesa, existe un género de los Yurei (espíritus vengativos) que vagan por las casas en busca de reconocimiento y que alguien les rinda tributos en los templos para poder descansar en paz. El Manekute no Yurei, es un tipo de espíritu que se asienta en las casas cercanas a los templos o en aquellas donde viven personas piadosas; pues el espíritu busca que se realice una ceremonia que le permita descansar. 
Una leyenda sobre este ser tiene su origen en el periodo Edo, y habla de un monje peregrino que caminaba rumbo a la villa de Akiyama a mitad de la noche; cuando escuchó el sonido de pisadas detrás de él. El monje, asiduo a sentir presencias espectrales, supo de inmediato que se trataba de un alma en pena. 
El monje se arrodilló, sacó sus instrumentos y preparó un talismán con un sutra Budista. Se giró para confrontar al espíritu y fue entonces que una mano blanca salió de la oscuridad del bosque, extendiendo la mano en dirección al monje. Este colocó el sutra en la mano del espíritu y realizó una oración designada para el descanso de los muertos.
Ese Yurei jamás volvió a aparecerse en el camino.

lunes, 15 de enero de 2018

Furisode - El Kimono Morado

Patrick Lafcadio Hearn
El escritor irlandés Patrick Lafcadio Hearn es famoso por su interés hacia la cultura tradicional japonesa del siglo XIX, y entre sus obras figuran no solo escritos detallando las costumbres, sociedad y expresiones culturales del país del sol naciente; si no también aspectos más oscuros como la temática escrita en su última obra antes de morir, "Kwaidan: Historias y Estudios de Cosas Extrañas"; donde narra varias leyendas japonesas de fantasmas y que fue posteriormente adaptada a una película homónima en 1961.
Una de estas historias es "Furisode", que trata sobre una maldición relacionada al amor y la obsesión de una joven por un samurái; la cual además de terminar cobrando varias vidas, casi terminó con una ciudad.
La historia reza así:

"Recientemente, al pasar por una calle pequeña y atiborrada de anticuarios, noté a la venta un Furisode, o kimono de mangas largas en ese hermoso color púrpura denominado Murasaki; el cual colgaba en una de las tiendas. Era un kimono del tipo preferido de las damas de alto rango en el tiempo de Tokugawa, por lo que me detuve para observarlo con detenimiento. En ese instante, vino a mi memoria una leyenda que involucraba una ropa parecida, y que casi destruyó al antiguo Edo.

Hace doscientos cincuenta años, la hija de un mercader japonés de la ciudad de los Shogunes atendía a las actividades del festival dedicado a un templo cuando, entre la muchedumbre, notó a un joven samurái muy apuesto y del cual quedó perdidamente enamorada. Para su mala suerte, el joven se esfumó entre la multitud antes de que pudiese dirigirle la palabra. Pero el amor que sintió por él en ese momento, fue tal que la imagen del hombre quedó grabada en su memoria hasta en el más mínimo detalle.
Pero el recuerdo más vívido era la ropa color púrpura del guerrero. Curioso, pues los samuráis, siendo guerreros honorables; obtaban por ropas de tonos más opacos la mayoría del tiempo. De cualquier modo, la joven doncella decidió mandar a hacer un kimono del mismo color, idéntico en los detalles y emblemas para que así; pudiera llamar su atención cuando lo volviera a ver. El kimono, un Furisode de mangas muy largas; era bellísimo y la obsesión de la joven por el guerrero la condujo a jamás quitárselo, sin importar a donde fuera. Pasaba horas perdida en la contemplación de la prenda, soñando y lamentándose por el hipotético futuro al lado de aquél samurái. En las noches, incluso rezaba a los dioses del hogar y a Buda para que pudiera ganar la afección del hombre.
Siempre, repitiendo el encantamiento o mantra de "¡Namu myo ho renge kyo!"

Desgraciadamente, esto no ocurrió. Conforme los días se volvieron meses, y estos años, la chica se deprimió y su salud menguó hasta que falleció de lo que hoy sabemos, es un corazón roto. Tras su entierro, la familia de la desdichada víctima donó el kimono al templo budista; pues en Japón se acostumbra donar la ropa de los muertos para volver a ser usada.
El monje a cargo del templo notó de inmediato la calidad del kimono, así que lo vendió a un buen precio. Estando hecho de seda costosa y casi intacto pese al uso que la joven difunta le daba; no tardó mucho tiempo en ser comprado por otra muchacha más o menos de la edad de su dueña original. Pero esta solo lo vistió un día, pues misteriosamente cayó en cama y empezó a actuar de manera extraña; diciéndose atormentada por la visión de un hombre muy bello al que jamás podría tener. Luego de eso, murió y el kimono fue devuelto al templo.

El monje lo vendió por segunda vez, y la historia se repitió. La nueva dueña también empeoró de salud y a quejarse de un hombre hermoso poco antes de fallecer. Cuando el kimono regresó al templo, los monjes del lugar empezaron a dudar al respecto. De cualquier manera, terminaron vendiéndolo otra vez. Como en las dos veces anteriores, la cuarta dueña también falleció.

Esa fue la confirmación de que algo maligno habitaba la prenda. El sacerdote principal ordenó a lo smonjes que hicieran una hoguera en el templo y echaran ahí el kimono para destruirlo. Pero, al arrojar la prenda al fuego y esta empezase a arder; los caracteres de una invocación budista aparecieron entre las llamas como ascuas brillantes, esparciéndose por el aire hacia el tejado del templo.
Las chispas, al entrar en contacto con la paja y madera del templo, desataron un incendio que se extendió a los tejados contiguos y de pronto toda la calle se vio convertida en un infierno. Y después, otra. Y otra, y otra. Al final, la ciudad ardió en un episodio que quedó en la historia de Tokio como el Gran Incendio del Furisode."

Según el libro Kibun-Daijin, la dueña del kimono se llamaba O-Same y era la hija de Hiyokemon; un mercader de vino en el distrito de Azabu. Y dependiendo de quién cuente la historia, hay personas que sugieren que el samurái no era un hombre común y corriente; si no un dragón transformado, una serpiente, un kitsune, un espíritu Gaki o inclusive un demonio que buscaba almas.
Kimono tradicional de corte Furisode.

lunes, 13 de noviembre de 2017

El fantasma de Aizuwakamatsu.

Hace muchos años, en el pueblo de Aizuwakamatsu, vivían un hombre llamado Iyo y su esposa. Eran una familia normal. Al menos, hasta la noche en que un espectro yurei apareció en su casa.

Esa primera noche, la mujer muerta (a quien ni Iyo o su esposa conocieron en vida) apareció en el jardín de la casa. El fantasma empezó a tocar la puerta y a llamar a la esposa de Iyo por su nombre, una y otra vez. La esposa de Iyo, sin embargo, era una mujer bastante brusca y con mal temperamento; por lo que cuando escuchó al fantasma hablándole, salió de la cama y se asomó por la ventana para gritarle.

"¿Quién rayos eres y qué quieres?"

Pero no hubo respuesta más que el espectro repitiendo su nombre una y otra vez.
La mujer, preparada para algo así, sacó una caja de su armario y extrajo de ella un ofuda. Un ofuda es una tira de papel de arroz preparada por un monje japonés, el cual escribe mantras en ella para exorcizar fantasmas y demonios de alguna casa o lugar. La esposa de Iyo, furiosa, salió al jardín y le arrojó el ofuda al espectro; el cual desapareció como si estuviese hecho de humo de cigarrillo.
Pero lejos de ahuyentar al yurei, este siguió atormentando a Iyo y a su mujer. La noche siguiente, apareció en la cocina, emergiendo del fuego en la estufa como una pavorosa figura hecha de llamas. Después, de nuevo en el jardín; donde caminaba sin rumbo, golpeando una campanilla con un pequeño mazo de madera. Esto continuó por varios días hasta que la esposa de Iyo decidió acudir a un templo local y pedir ayuda a los espíritus budistas y los Kamis de la naturaleza; para que estos protegieran su hogar del espantajo.
Rezó fervientemente, y esto al aprecer funcionó pues esa noche el fantasma no apareció.

Lamentablemente, al octavo día, el yurei no solo regresó si no que en esta ocasión se manifestó en la habitación de la pareja; flotando sobre la cama. A mitad de la noche, el espectro flotó hacia la orilla de la cama y empezó a acariciar los pies de la esposa de Iyo. Eso fue la gota que derramó el vaso.
Iyo y su mujer salieron despavoridos de la casa, sabiendo que si el yurei estaba tan cerca de ellos, era porque quería algo o a alguno de los dos. La casa quedó abandonada, pues la pareja decidió irse del pueblo y desaparecer por completo; y nadie supo nunca cuál era la identidad del yurei o porqué acosaba al matrimonio.

jueves, 17 de agosto de 2017

La dama del mediodía.

La dama del medio día o Poludnitsa, es un espíritu o demonio en la mitología eslava de Europa Oriental, y aparece en tradiciones orales de lugares como Polonia, Serbia, Bulgaria, Rusia, la República Checa, Eslovaquia, Alemania y Rumania. Se le considera un demonio del verano, la cual merodea los campos de siembra y es temida por su poder para matar de calor a las personas o producirles terribles enfermedades.

La Poludnitsa, que solo es vista durante el mediodía en los veranos calurosos, aparece precedida por remolinos de polvo y aire caliente; y toma la forma de una mujer aparentemente corriente que es muy fácil de identificar por el largo vestido blanco que lleva y las tijeras para podar que carga, las cuales siempre son de un modelo antiguo.
Extremadamente bella, llama la atención de los campesinos y jornaleros al acercárseles y entablar una conversación aparentemente inocua, o les hace alguna pregunta sin sentido. Si el jornalero en cuestión responde correctamente, la chica les desea un buen día y desaparece por donde vino. En caso contrario, o si evitan hablar con ella, la Poludnitsa cambia de forma a una bruja anciana y decrépita; y entonces usa las tijeras para decapitar a su víctima, o puede producirle una enfermedad que va desde un dolor muscular y de huesos hasta una muerte por golpe de calor repentino
En ciertas versiones de la historia, las Poludnitsas son los espíritus de mujeres jóvenes que murieron de manera violenta antes de casarse. Y enloquecidas por el dolor y la furia, merodean por los campos en busca de personas a quién matar. 

En Alemania, existe la Roggernmuhme o "dama del centeno", la cual hace desaparecer a los niños que vagan por los campos recolectando flores durante el verano. En Altmark, es la Regenmohme, "Con su calor"; la cual secuestra a los niños mal portados, mientras que en Sajonia y Lunenburg es un espectro denominado Kornwief, o "dama del maíz".
En Sajonia, existe un mito popular respecto al espíritu:

"En algún lugar de Sajonia, una abuela se sienta en una silla mecedora mientras habla con su nieta, una niña pequeña que mira con atención a la amada ancianita. La viejecilla le cuenta a la niña una historia de su juventud, sobre esa vez que conoció a una extraña mujer. La abuela, entonces una adolescente que trabajaba en las granjas de su familia, estaba segando un campo a solas durante el mediodía cuando sintió un golpe de viento a su espalda; un remolino de polvo. Al voltear, descubrió a una hermosa mujer de cabello rubio como la paja y piel bronceada, la cual llevaba un precioso vestido blanco que ondeaba al viento. La mujer misteriosa habló con la joven, preguntándole cosas sobre su trabajo y su familia. Al cabo de unos momentos, la mujer comenzó a bombardearla con acertijos cada vez más difíciles. La campesina ya no pudo responder, y se desmayó al sentirse sofocada por el calor del mediodía. Cuando despertó horas después, estaba en su cama siendo atendida por su madre. Al hablar con la madre, la joven le contó sobre la mujer misteriosa y lo que había pasado. Al escuchar esto, la madre se puso pálida y le dijo que había conocido a la Dama del Mediodía."

miércoles, 7 de junio de 2017

Museos Embrujados.

Se dice popularmente que los sitios con mucha historia cuentan por lo regular con historias de fantasmas. Ya sea por las circunstancias de actos violentos cometidos en ellos, la historia de sus pobladores o por algún objeto en cuestión; no es raro encontrarse con casas, hoteles, parques o edificios públicos ocupados por espíritus.
¿Entonces qué ocurre con sitios como los museos, que están cargados de objetos con gran importancia histórica provenientes de sitios diversos de todo el mundo? Si un mueble, una posesión personal o la ropa de alguien ya fallecido puede servir de ancla a su espíritu; no resultaría descabellado pensar que la actividad sobrenatural es altísima en sitios donde se guardan restos humanos, momias y esculturas antiguas representando dioses y demonios.
Estas son las historias de algunos de los museos más famosos del mundo, otros menos conocidos y algunos que resultan hasta una sorpresa.

El Museo Smithsonian.
Sala de dinosaurios en el Museo del Smithsonian.
El Museo Smithsonian, famoso por aparecer en películas como "Night at the Museum 2" o videojuegos como "Fallout 3" es una de las instituciones culturales y educativas más respetadas del mundo. Entre los millones de objetos que contiene el museo, pueden incluirse pinturas invaluables, el diamante Hope, el esqueleto de un Tyrannosaurus Rex, genuinas momias egipcias, cueros cabelludos obtenidos por guerreros nativos, el bombillo creado por Thomas Edison y la brújula de los exploradores Lewis y Clarke.
En los diversos museos que forman la institución, se cuentan leyendas producto de sus casi doscientos años de existencia; casi todas relacionadas con los contenidos de las exhibiciones y personal tan dedicado a su trabajo que, no dejó de hacerlo aún después de haber abandonado este mundo.

En el año 1900, el Washington Post escribió un artículo de nombre "Sombras de Científicos que Caminan por la Noche", detallando que, el museo Nacional de Estados Unidos; ubicado en lo que hoy es el Edificio de Arte e Industria, contaba con una serie de relatos de encuentros entre celadores y guardias de seguridad con espíritus de antiguos científicos que laboraron en el museo durante sus primeros días; entre ellos, Spencer Fullerton Baird, primer curador del Smithsonian. Baird dedicó su carrera a mediados del siglo XIX a convertir el Smithsonian en una institución respetable, y aún después de muerto continuó siendo visto recorriendo los pasillos durante décadas. Otro fantasma reportado comúnmente es el del paleontólogo Fielding B. Meek, que vivía en el castillo del Smithsonian con su gato durante la segunda mitad del siglo XIX; y ha sido visto en la habitación que ocupaba en vida y la escalera principal del museo.
Dos historias particularmente escalofriantes, y que hacen recordar a la película 'Night at the Museum', son las de los encuentros de un turista francés y un fotógrafo con un grupo de guerreros nativos americanos y un samurái, respectivamente. En el primer caso, un turista francés que se encontraba en el museo a pocos minutos del cierre, dijo haber escuchado voces provenientes de una exhibición mientras era conducido por un guardia de seguridad a una salida secundaria. Al llegar a la sala de antropología, el francés gritó y salió huyendo despavorido ante los ojos del incrédulo guardia. Horas después, y tras recuperarse de un profundo estado de shock; el francés le explicó al guardia y a otros empleados del museo que al entrar a la sala, vio a un grupo de guerreros 'indios' cargando con lanzas y arcos en alto hacia él.
La segunda historia narra lo ocurrido a un fotógrafo con permisos especiales para retratar un maniquí ataviado como un guerrero samurái  y armado con una lanza de tipo Naginata. Debido a que el maniquí debía ser removido de su vitrina, el trabajo se efectuó en horas posteriores al cierre; sin mayor contratiempo. Fue solo cuando el fotógrafo ya se encontraba guardando su equipo, que escuchó un ruido a su espalda. Creyendo que se trataba de algún guardia de seguridad, volteó y se encontró con el feroz samurái apuntándole con la lanza; como si estuviese listo para atacar.
Un espectro más posiblemente relacionado a las exhibiciones, es el de una misteriosa ave que jamás ha sido vista, solo escuchada en las salas del museo. Se dice que en algunas noches, se puede percibir el canto triste de un pájaro exótico, pues los zoólogos que lo han escuchado dicen que el llanto no coincide con el de las aves nativas de Washington D.C..
La urna de James Smithson.
El museo Smithsonian es también el lugar de descanso de James Smithson, un químico que donó su fortuna de manera pósthuma al museo Smithsonian. De manera curiosa, Smithson jamás visitó Estados Unidos y nunca vio el castillo construido en su honor; pero su cuerpo fue exhumado en 1904 y enviado al museo, donde permanece enterrado hasta hoy.
Su espíritu llegó a ser tan visto que en 1973, un curador de nombre James Goode ordenó que se le desenterrara e inspeccionara el ataúd en busca de algo sospechoso; pero no se encontró más que los restos esqueléticos de Smithson. Su fantasma sigue siendo visto hasta el día de hoy por empleados y visitantes.

El museo cuenta con varios objetos famosos por estar 'malditos'. Entre ellos se encuentran el diamante Hope, que supuestamente conduce a sus portadores a morir en circunstancias trágicas; los aretes que Maria Antonieta llevaba al ser decapitada, una esmeralda perteneciente al Emperador Maximiliano de Mexico, la tiara de la princesa Medea, famosa por robar el vellocino de oro y dárselo a Jasón; oro robado al Imperio Inca, un cráneo de cristal maya, un Moai de la Isla de Pascua, la estatua embrujada conocida como Black Aggie, muñecas rituales de las tribus nativas americanas y un esqueleto identificado como Jane Doe de Jamestown, una mujer que de acuerdo a un análisis forense, fue destazada y comida durante la hambruna del invierno de 1609.

El museo Británico: Momias, demonios y maldiciones.
El sarcófago de Amen-Ra.
"Sacerdotisa muerta hace siglos, pero todavía con poder para dañar y matar", rezaba un encabezado en el diario Atlanta Constitution en 1904, dedicado a un sarcófago ubicado en el pabellón egipcio del Museo Británico. Al sarcófago se le conoce como la 'momia sin suerte' (original en inglés, 'The unlucky mummy') pertenece a una sacerdotisa del templo de Amen-Ra y fue hallada por un caballero inglés en 1860 durante un viaje lleno de accidentes a Luxor, Egipto.
El hombre en cuestión la donó al museo luego de que una clarividente le advirtiera en 1889 de sus extraños poderes, y se le achacan varios incidentes que van desde la muerte de sus propietarios hasta el hundimiento del Titanic.
Cerca del museo existe una estación del metro londinense que fue abandonada desde 1930, y de la cual se dice que está embrujada por el espíritu de una princesa egipcia a la que se le adjudica la desaparición de un par de mujeres en 1935. Unos años después del cierre de la estación, dos mujeres desaparecieron de las inmediaciones de la estación vecina de Holborn; y algunos testigos dijeron haber escuchado llantos espectrales en las vías poco antes de la desaparición de las mujeres.
El museo contiene varios tesoros sobrenaturales en sus galerias: Una vasta cantidad de momias egipcias, los objetos mágicos del mago John Dee y una estatua de bronce del dios mesopotámicos Pazuzu, famoso por el exorcista; así como una estela asiria que supuestamente viene con una maldición.

El jardinero de Derbyshire.
El museo Pickford, en Inglaterra, cuenta con un fantasma bastante interesante. Pues se dice que el jardinero del lugar continúa haciendo sus labores aún décadas después de su muerte. Algunas personas cuentan que puede ser visto por la noche, podando el pasto y los arbustos de la propiedad; y unos cuantos más sugieren que el museo es hogar de otro fantasma, un niño de la familia Pickford que murió de una enfermedad.

El Museo y Hogar de Mark Twain.
Mark Twain, famoso escritor americano, construyó este edificio en el área de Nook Farm, en Hartford, Connecticut; y vivió en él entre 1874 y 1891. Fue en este edificio que escribió sus libros más conocidos, las Aventuras de Huckleberry Finn y las Aventuras de Tom Sawyer.
El staff del museo explicó en una entrevista a un portal de internet que contaban con siete reportes de fenómenos inexplicables en el edificio, que iban de sombras hasta la sensación de alguien que le jalaba la ropa a un visitante. Miembros del staff también aseguraron contar con varias experiencias, entre ellas voces incorpóreas, un olor a humo de cigarro en varios sitios de la casa, en especial en la sala de billar donde Twain solía escribir; risas de niños, pisadas y bolas de luz.
Un guardia de seguridad dijo haber sido atacado por algo que gruñía en el sótano, y que le arrojó una charola de plata. Existen dos apariciones confirmadas: una mujer traslúcida en un camisón antiguo que aparece en la planta alta de la casa y un hombre de color que se manifiesta en la tercera planta; quizás siendo el mayordomo de la familia, George Griffin.

El Museo del Edificio Nacional.
Las columnas.
Construido en Washington D.C. en 1887 como una oficina encargada de entregar pensiones a veteranos, viudas y huérfanos de la Guerra Civil; el edificio cuenta con quince columnas corintias hechas de ladrillo y yeso; pintadas para imitar el acabado del ónix negro. Entre los guardias y personal encargado del museo existe la creencia de que los acabados en las columnas tienden a cambiar de forma, imitando las siluetas de personas recién fallecidas que llegaron a trabajar en el museo en algún tiempo.
Cuando se le ocupaba como cuartel de la Suprema Corte del Distrito de Columbia en 1940, los celadores insistían ver a un hombre montado a caballo en los pisos superiores, donde se guardaban caballos durante la Guerra Civil. Unos más dijeron ver el espectro de James Tanner, el estenógrafo encargado de registrar los testimonios de los testigos del asesinato del presidente Lincoln en el teatro Ford.

La casa Tredwell.
Según el New York Times, la casa Tredwell es el lugar más embrujado en la isla de Manhattan, y está plagado por la familia Tredwell, que lo habitó por más de un siglo.
Historiadores y trabajadores del museo insisten que Gertrude Tredwell continúa vigilando su hogar después de muerta. Gertrude era la más joven de los ocho hijos de la familia Tredwell, jamás se casó y vivió toda su vida en la casa; falleciendo en 1933 a la edad de 93. Cuando falleció y la casa pasó a ser parte del registro histórico de Nueva York para ser usada como museo, no tardó mucho para que se experimentaran eventos paranormales en la propiedad.
Pisos que crujen, puertas que se cierran solas, voces, olores inexplicables e incluso la aparición de Gertrude son solo algunos de los fenómenos que cimentan la fama de este lugar como terriblemente embrujado.

El Museo Farmacológico de Nueva Orleans.
En el interior de este museo se exhiben medicinas e instrumentos que datan de la revolución americana y la fundación de Estados Unidos, y es uno de los puntos más famosos en la ciudad de Nueva Orleans. El museo fue en honor a Louis Dufilho, el primer farmacéutico en los Estados Unidos; quien vivió ahí hasta 1855, cuando vendió la propiedad al madtrimonio de Joseph y Fleitas Dupas.
Uno de los fantasmas que habitan en el sitio es el de Joseph Dupas, quien de acuerdo a la leyenda, solía experimentar con esclavas embarazadas y realizaba ritos de vudú en la propiedad. Su espíritu aparece vestido con traje y sombrero café, y se dice que aparece como un hombre robusto de baja estatura y un bigote grueso. El fantasma de Dupas es famoso por arrojar libros, mover los contenidos de las exhibiciones y hacer sonar el sistema de seguridad por las noches.
Otros dos fantasmas incluyen a Delphine y Remis Dufiho, que murieron siendo niños y de acuerdo con empleados del mostrador; han sido vistos corriendo en el interior del edificio y el patio principal.

El monstruo en la foto.
La fotografía de Kevin Brown.
En el año 2016, Kevin Brown se encontraba visitando el museo Forth Worth de Ciencia e Historia, en Texas, con sus tres sobrinos y un iPad. Mientras los niños jugaban en una exhibición que imitaba un supermercado; Brown decidió tomarles unas cuantas fotografías.
Al volver a casa, una sobrina le preguntó por un detalle en una de ellas. 
Brown se aterró al ver que en la fotografía, tras los niños que juegan en la pequeña réplica de una tienda, aparece un espíritu parecido a una bruja; inclinada y en posición de estar a punto de tocar a uno de los pequeños. Varios usuarios de Reddit, donde Brown subió la fotografía, aclararon la imagen y la examinaron sin llegar a una conclusión. Unos sostienen que se trata de una mujer cuidando a sus hijos, otros que es un espíritu y algunos más incluso con la descabellada idea de que puede ser un demonio.
Brown no recordaba haber visto a una mujer en el lugar, y se comunicó con el museó sin recibir respuesta alguna. En octubre de ese año, un portal de internet que investigaba la nota, se comunicó con un ex-empleado del edificio; el cual relató historias de cosas que pasaban en la exhibición del Titanic y sombras que se movían en las grabaciones de seguridad del edificio.

El museo Bytown.
Este museo se localiza en Ottawa, Canadá, y está rodeado por otras dos propiedades famosas y bastante embrujadas; el Chateau Laurier y Parlament Hill. De acuerdo con trabajadores, el edificio está embrujado por el espíritu de Duncan McNab, el encargado de la construcción del canal Rideau.
McNab se manifiesta dando pisotones en el piso y sacudiendo las puertas. Otras historias del edificio incluyen muñecas antiguas de porcelana que lloran por las noches, un espectro violento que acecha la bóveda del museo, el sonido de pisadas en las escaleras y un incidente en el cual dos trabajadores vieron una computadora apagándose y reiniciando por si sola; mostrando únicamente una pantalla en negro con el nombre LT. COL. JOHN BY repetido una y otra vez.

Museo de Medicina de la UNAM.
Este edificio mexicano cuenta con una historia rica en violencia e importancia histórica. Construido en 1736, fue la sede del Tribunal del Santo Oficio por su cercanía a la Iglesia de Santo Domingo; y sirvió para tribunal y cárcel de la inquisición, un plantel del colegio militar y una cárcel para reos políticos y miltares. Fue aquí que a José María Morelos y Pavón se le juzgó y encontró culpable de pertenecer a los insurgentes durante la conflicto de independencia de México.
Desde 1980 es el Museo de la Medicina Mexicana, y en su interior se habla de historias de fantasmas que van desde sacerdotes y monjes que rondan los pasillos, presos de la inquisición que se quejan constantemente en las plantas inferiores e incluso una aparición del mismo Morelos. 

El Museo Nacional Marítimo.
En 1966, un clérigo retirado de Columbia Británica tomó una fotografía de la escalera en la famosa escalera Tulip. Al revelar el rollo, se encontró con la sorpresa de que había una figura fantasmal sujetada al pasamanos de la escalera. Los expertos que analizaron la imagen y el rollo dijeron que no presentaban alteraciones, lo que coincide con la leyenda de que algo camina en las escaleras por la noche.

Museo de la Ciudad.
Fotografía donde aparece el supuesto ente del museo.
Construido en el siglo XVIII, este edificio en el puerto mexicano de Veracruz ha tenido una existencia rica en situaciones negativas. Fungió como un hogar para los desposeídos, hospital, hospicio y finalmente un museo.
En sus pasillos, tanto turistas como personal del edificio han dicho haber visto niños, en especial uno que juega con las luces y mueve los objetos en las exhibiciones. Un velador del edificio fue encontrado al día siguiente sobre la banqueta, pues se negaba a entrar luego de ver a un grupo de niños que se reían de él en uno de los pasillos de la planta baja. Tanto fue su miedo que renunció a su empleo.
 Los ancianos que vivieron en el lugar cuando era un hospicio, decían que a comienzos del siglo pasado murió un niño en el pozo ubicado en la zotehuela; y que se aparecía en ciertos lugares. Este niño ha sido reportado por personal y visitantes, quienes coinciden en la descripción del espíritu como un chico de 9 años, cabello corto y expresión depresiva. El fantasma ronda una sala donde se encuentra una cabeza olmeca, llorando y llamando la atención de los visitantes para que lo sigan. Al hacerlo, se percatan que ha desaparecido luego de un rato.
Otro espectro famoso es el de un perro, el cual ladra por las noches.
 Durante el tiempo que fue sede de una exposición de asesinos seriales, algunas figuras de cera se movían del lugar; el cual solía fungir como dormitorio de niñas pequeñas durante la época en que el sitio servía como orfanatorio. Hay fotografías de una extraña entidad violenta, la cual agredió a un interno y que aparece en una fotografía tomada durante la nocheg.

Museo y Faro St. Augustine.
En este museo, que sirvió como faro hasta 1955, cuenta con la fama de estar embrujado, al grado de que unos años atrás, el grupo del programa televisivo 'Ghost Hunters' decidió realizar una visita y capturó algo espeluznante.
Usando cámaras térmicas, el equipo registró la presencia de figuras encapuchadas que solo aparecían en las imágenes térmicas e infrarrojas; inclinadas sobre los rieles de un balcón.

El Museo de Manchester.
Este museo en la ciudad británica de Manchester contiene una estatua que años atrás le dio la vuelta al mundo al aparecer girando por sí sola en las grabaciones de una cámara de seguridad. El curador del museo, Campbell Price, explicó que de acuerdo con las creencias populares egipcias; si una momia era destruida por accidente o por los elementos, las estatuillas colocadas en su cámara mortuoria podían servir como una especie de contenedor alterno para el espíritu.

La Casa Museo Árabe.
Este edificio se encuentra en el centro de Cáceres, España y es también apodado con el mote escalofriante de 'la casa de la muerte' por varios sucesos ocurridos en la década de 1970. En aquél tiempo, era ocupado por una pareja y sus dos hijos; quienes experimentaron fenómenos como golpes en las puertas, ventanas que se abrían solas y muebles que cambiaban de lugar.
En 1984, los hijos de la pareja, José Luis y Ángel de la Torre, fueron acosados por pisadas en su habitación y armarios que abrían y cerraban solas; así como una pesada maceta en el patio que cambiaba de posición al anochecer.
Las leyendas de la casa hablan de asesinatos y otros actos violentos en el interior, mismos que en cierta forma ayudan a explicar lo escalofriante de los fenómenos sobrenaturales que en ella ocurren.

Museo Victoria y Albert, Londres.
En 1463, un carpintero de Herdforshire le regaló al Rey Edward IV una cama gigantesca, tan grande como para albergar a 12 personas; y la cual estaba decorada con grabados elegantes que mostraban escenas de la historia y los mitos de las islas británicas. Con el tiempo, la cama fue donada a un hotel en Ware, donde terminó dañada con graffiti y grabados hechos con navajas y llaves. La leyenda dice que el carpintero se aparece cuando un plebeyo se acuesta en la cama, a manera de venganza contra aquellos que la dañaron. La cama fue comprada para el museo en el año de 1931.

El Museo Garibaldi.
El Museo Garibaldi-Meucci, en Nueva York, cuenta con reportes de sombras misteriosas, pasos inexplicables y varios visitantes y miembros del personal asegurando haber chocado con figuras invisibles; así como sensaciones repentinas de tristeza y puertas que se abren y cierran solas. Varios investigadores de lo paranormal han registrado evidencia auditiva y visual en la forma de EVPs y orbes de luz.
En el verano del 2007, el Centro de Investigación Paranormal del Este capturó EVPs en los cuales se escucha el sonido de tos y quejidos, posiblemente los de la señora Meucci, que falleció en el edificio luego de una larga enfermedad. Un micrófono en el segundo piso capturó el sonido de algo o alguien respirando en él, así como el de algo tocando una cámara cercana. 

lunes, 5 de junio de 2017

Hachishakusama - Ocho Pies de Alto.

El 26 de Agosto del año 2008, el sitio japonés 2channel.net, aquél que inspiró la creación del ya casi mítico 4Chan; fue sede de una historia inusual que le puso los cabellos de punta a más de un usuario del sitio: La leyenda de Hachishakusama o traducido al español, 'Ocho pies de alto'.
La historia, escrita por el usuario identificado como "VFtYjtRnO", habla sobre un episodio en su infancia donde se encontró con una extraña entidad de corte Youkai, conocida como Hachishakusama u 'Ocho pies de alto', una espectral mujer gigantesca que asemeja de manera desconcertante en más de un sentido a la leyenda occidental de Slender Man. 
La anécdota en 2ch es la siguiente:

"El hogar de mis abuelos paternos estaba a dos horas de donde vivíamos, en una aldea pequeña de agricultores en la prefectura de Hokkaido. A veces me quedaba con ellos durante el verano y las vacaciones invernales, y siempre estaban contentos de verme... pero la última vez que los visité fue hace diez años, cuando estaba en el tercer año de preparatoria. Era mi vacación de primavera y me habían invitado a visitarlos, así que decidí tomar mi bicicleta y pedalear hasta allá.
Pese al clima cálido de primavera, al llegar al pueblo sentí como si la temperatura hubiese bajado, por lo que me detuve en un descanso junto al camino para tratar de calentarme en el sol que brillaba en lo alto. Entonces, escuché algo... inusual.

'Po. Po. Po. Po. Popopopo. Po.'

No era un ruido mecánico, era una voz humana. Extraña, pero una voz. 
Miré a todos lados, para ver si había alguien cerca, y solo ví un sombrero blanco de paja sobre el borde de un muro de setos. El sombrero se movía a lo largo de los setos, y al pasar por un espacio abierto entre dos de ellos, vi que era usado por una mujer que llevaba también un vestido blanco. Debía ser alta, pues el muro de setos debía medir más de dos metros de alto. No pensé mucho en ello, y de cualquier manera, la mujer desapareció detrás de una línea de árboles al cabo de unos segundos.
Lo único que se me ocurrió fue que, o la mujer estaba de paseo y llevaba tacones altos, o se trataba de un hombre vestido de mujer. Raro, pero no descabellado en un lugar tan lleno de turistas en esa época del año.

Horas más tarde, mientras tomaba té con mis abuelos y los ponía al tanto de mi vida, toqué el tema en la conversación y les comenté que se me hacía raro ver un travesti en un sitio tan alejado de la vida nocturna de Tokio. Por alguna razón, mencioné lo del 'po, po, po'.
Al decir esto, mis abuelos se asustaron. Mi abuelo me bombardeó con preguntas tales como cuándo lo había visto, qué tanto sobresalía de los setos o si la mujer se me había quedado viendo. Le respondí tan rápido como preguntaba, y entonces salió corriendo para llamar a alguien con el teléfono de pared en el pasillo fuera del comedor; cerrando la puerta tras de sí para que yo no pudiera escuchar la llamada.
La habitación se tornó silenciosa. La abuela sonreía cortésmente, pero parecía tener breves temblores por alguna razón. El abuelo regresó pronto y me dijo que esa noche me quedaría con ellos. Debo admitir que no comprendía el porqué de ese cambio tan brusco de actitud, y pregunté si se trataba de algún enfermo mental de la localidad o algo así, a lo que el abuelo me contestó que la abuela podía decirme.
La abuela se limitó a mirarme y decir que iría a buscar a una tal señora K. (K-San en el original).

Claramente asustada, la abuela me explicó lo siguiente:
"Creo que Hachishakusama se ha interesado en tí... pero no debemos preocuparnos. El abuelo está aquí para arreglarlo".

Entonces, la abuela me contó poco a poco que Hachishakusama no era una persona, si no un monstruo o espíritu de las montañas. Su nombre se debía a su tamaño, 8 shaku, el equivalente a decir '8 pies de alto' (Hachi - 8, Shaku - Pie, Sama - Persona). Su apariencia cambiaba, pero por lo regular era siempre una mujer muy alta que se reía con un 'Po Po Po' muy tétrico.
Y una vez que Hachishakusama se interesaba en una persona, los cazaba hasta matarlos. La última víctima del espíritu había sido un joven hace quince años, y eso llevó a un grupo de monjes budistas a sellarla en un altar cerca de la aldea usando cuatro estatuas de Jizo, una deidad protectora de los niños; cada una colocada en uno de los puntos cardinales. La aldea tenía una especie de 'acuerdo' con las aldeas cercanas, estableciendo que debían tener ciertos beneficios por haber encerrado a la bestia. Desde entonces, habían pasado más de una docena de años desde que Hachishakusama había matado a alguien.

En ese entonces no creí nada de ello, pero el abuelo recibió al poco tiempo a una mujer muy anciana. K-San, la señora, me entregó un talismán de papel y me ordenó mantenerlo conmigo todo el tiempo, entonces fue al piso de arriba con el abuelo. Intenté ir al baño, pero la abuela no me dejó ir e insistió en que tuviera la puerta abierta para que pudiera verme mientras hacía mis necesidades.
Aquí fue que entendí qué tan serio era el asunto.
Me condujeron a una habitación en el piso de arriba. La única ventana había sido cubierta con periódico, sobre el cual pegaron otro talismán; y en cada esquina había un bol con Morishio, sal sagrada, así como una caja de madera donde colocaron una estatua de Buda. 
K-San me dijo que debía quedarme en la habitación hasta las siete de la mañana, y que no podía salir bajo ninguna circunstancia. El abuelo me dejó en claro que ni él ni la abuela me hablarían hasta las siete, mientras que K-San me ordenó guardar conmigo el talismán y rezarle a Buda si me sentía asustado.

Tenía una televisión y una cama en la habitación. La abuela me dejó unos bocadillos e intenté ver el televisor un rato, pero no me sentía muy interesado en la programación. Tampoco tenía hambre, así que me acosté, me envolví en las cobijas y debí caer dormido eventualmente; porque lo siguiente que recuerdo es despertar por el ruido de un show nocturno en el televisor. Mi reloj marcaba la una de la mañana.
Entonces escuché algo pegando en la ventana.
Lo quise ignorar, pensando que debía ser la rama de un árbol afuera, pero el ruido continuó. Tenía té y bocadillos, y subí el volumen del aparato para ahogar los golpeteos. En ese momento escuché la voz del abuelo proveniente del pasillo:

'¿Estás bien? Está bien salir si tienes mucho miedo.'

Fui hacia la puerta, pero me detuve de golpe al recordar como había insistido el abuelo que no me dirigiría la palabra hasta el amanecer. Y otra vez lo escuché.

'Está bien, puedes venir'.

Quería que se tratara de la voz de mi abuelo, pero supe de inmediato que no lo era. Tuve escalofríos, y al mirar uno de los cuencos con sal, me di cuenta de que el contenido estaba volviéndose de un color oscuro.
Me planté frente a la estatua de Buda, apretujando el talismán con ambas manos mientras rezaba por ayuda. 

'Po, Po, Po, Po, Po.... Po, Po, Po...." La cosa afuera de la ventana había comenzado de nuevo, esta vez más insistente. Entonces, vi la silueta de una gran mano palmeando el cristal desde afuera... pese a que me encontraba en un segundo piso. No quedaba más que seguir rezando a Buda.
Fue una larga noche.
No recuerdo del todo lo que hice, más allá de rezar hasta que escuché el ruido de fondo proveniente del televisor. Eran las noticias matutinas, y el reloj en pantalla decía 7:13 AM. El golpe en el cristal se había detenido. La voz finalmente había callado. La sal en los cuencos estaba toda negra. Abrí la puerta con mucho cuidado, y el abuelo K-San estaban afuera; observándome con gestos de preocupación. La abuela, llorando, me dijo que todo estaría bien.
Mis padres ya estaban abajo, junto con un grupo de hombres alrededor de una camioneta frente a la casa. El auto de mi abuelo estaba adelante de la van, y el de mi padre estacionado detrás de esta. Me sentaron en medio de la van con ocho de los hombres sentados alrededor de mí; uno a cada lado, tres al frente y tres más en el asiento posterior. Un hombre más se colocó en el asiento del conductor y K-San en el del copiloto.
Se me ordenó cerrar los ojos y mantener la cabeza gacha, en dirección al piso del vehículo.

'¡Sólo tú puedes ver a Hachishakusama... y no la mires!'

Nuestro convoy salió despacio hacia el camino montañoso. No creo que hubiésemos recorrido veinte kilómetros antes de que K-San nos avisara que todo se pondría feo... entonces empezó a recitar frases y cándicos budistas. 

'Po, Po, Po, Po, Po...'

La escuché afuera.
Apreté el talismán contra mi pecho y traté de mantener la cabeza agachada, pero no resistí la curiosidad y miré hacia la ventana... oh, jodido error. Afuera, veía un vestido blanco que parecía estacionaro junto a la ventana... cuando viajábamos a una velocidad bastante considerable. La figura se movió, como si se inclinara para ver por la ventana... y ahogué un gemido. El hombre a mi derecha me dijo que cerrara los ojos y ya no los abriera hasta que fuera seguro.
Aunque nadie pudo verla, todos escucharon lo que pasó: Los golpes. No sé como, pero algo estaba aporreando cada ventana en la van al mismo tiempo. Duró un buen rato, hasta que K-San dejó de cantar y dijo que estábamos seguros. Los autos se detuvieron, y mi padre y aubelo les agradecieron a todos los hombres que no shabían ayudado; pues todos tenían cierto parentesco conmigo. La abuela y K-San esperaban confundir a Hachishakusama al rodearme de gente de mi mismo linaje, y el abuejo pasó toda la noche reuniendo a mis parientes; determinando que era más fácil escapar durante el día.
K-San me pidió mostrarle el amuleto.
Se había tornado negro totalmente.

K-San me dijo que todo estaría bien, pero de cualquier manera me entregó otro talismán que debía mantenerme seguro hasta llegar a casa. Mi padre condujo el resto del camino, y me explicó que durante su niñez, uno de sus amigos había sido descuestrado por Hachishakusama.
Tiempo después, hablé con mi abuelo por teléfono y él me confirmó que ni siquiera estaba en casa durante esa noche, así que la voz no era suya.
Hachishakusama ataca a los niños y adolescentes, así que el monstruo intenta hablar con la voz de un familiar para atraerlos; y también me comentó que al ir al templo, los ancianos de la comunidad descubrieron que una de las estatuas de Jizo había sido rota por alguien, y que los trozos de la estatua habían sido colocados en una línea recta en el camino que conducía desde el templo a la casa de mis abuelos. 
Mi abuelo falleció dos años atrás, y no se me permitió ir a su funeral. Aún intento convencerme de que se trató de una superstición, pero a veces, cuando estoy solo en casa o camino por la calle de noche, todavía escucho esa voz.

'Po. Po. Po. Po...'

Un análisis de Hachishakusama.
Hachishakusama en Fatal Frame: Maiden of Black Water.
La historia, como ocurre con sus contrapartes occidentales en las figuras de The Rake, Slender Man, Jeff the Killer, B.O.B. o Smiling Jack; está considerada como un Creepypasta, una historia de horror presentada usualmente como un cuento apócrifo que intenta mostrarlo como algo real.
Podemos determinar que Hachishakusama no es otra cosa más que un mito, pues no existen leyendas antiguas al respecto (como ocurre con otros Youkai japoneses) o más reportes de encuentros con este ser en el internet; ni aparece en la mitología de la prefectura de Hokkaido.
Claro que, si el ser es oriundo de una aldea japonesa remota, existe la posibilidad de que la leyenda no sea tan conocida al ser únicamente producto de la tradición oral... aunque también esto se descarta, pues existiría evidencia de desapariciones múltiples de niños y jóvenes durante varias décadas en Hokkaido.
Como ocurre con Slender Man, Hachishakusama y su leyenda se han vuelto populares en varios sitios que han reposteado la historia de 2ch.net. Con el tiempo, apareció fanart de corte anime y se le nombró en compendios de criaturas mitológicas; pero sin la existencia de más reportes que añadieran al mito y la convirtieran en un ser críptido como el Mothman, el Demonio de Jersey o inclusive los Jinmenken y la Kuchisake-Onna del mismo Japón.
Como ocurre comúnmente, se le añadió al imaginario colectivo de personajes de horror japoneses y aparece en varios mangas y videojuegos. Por ejemplo, la entrega de la serie Fatal Frame, Fatal Frame: Maiden of Black Water, del año 2014; presenta un espíritu conocido como 'la mujer alta' y que es descrito como una leyenda urbana en el lore del juego.
No es de sorprenderse entonces, que la imagen de la Mujer Alta haya aparecido en varios sitios como una ilustración para la leyenda de Hachishakusama.
Fanart de corte anime sobre Hachishakusama y Slender Man.
Su primera aparición en el internet occidental ocurre el 24 de Agosto de 2016, en la página Scary for Kids; conocida por sus historias y juegos relacionadas con creepypastas, explicando que 'Ocho Pies de Alto' no es más que una leyenda urbana.
En la versión publicada por Scary for Kids, cambian algunos datos. Por ejemplo, el protagonista es un joven americano que visitó a sus abuelos a los 8 años y concluye con el hecho de que jamás regresó a Japón; explicando que Hachishakusama podría encontrarlo en cuanto pusiera un pie en el país del sol naciente, lo que expande a gran escala los poderes y alcance del espíritu. También se le describe como una mujer con foz varonil, y la historia acaba con el narrador recibiendo una llamada de su abuela, diciéndole que es seguro volver a Japón, seguido de un sonido familiar.

Po. Po. Po. Po.

lunes, 1 de mayo de 2017

El Snallygaster.

El Snallygaster es una criatura legendaria nativa de las colinas alrededor de Washington D.C. y las regiones boscosas de Maryland, y se le describe como una especie de dragón o ave monstruosa con pico metálico, colmillos afilados y tentáculos de pulpo. Se rumora que el Snallygaster es un fiero depredador que succiona la sangre de sus víctimas.

El Schneller Geist.
Los orígenes de la leyenda empiezan en el siglo XVIII, donde se describe un monstruo conocido como el Schneller Geist entre los primeros inmigrantes alemanes que poblaron la zona. La primera variación de la leyenda habla de una sirena o arpía de rasgos demoniacos; así como un espíritu asociado con el Poltergeist y actividad fantasmal como puertas que se cierran solas, objetos que se mueven sin explicación o papeles que salen volando. 
En algún punto de ese siglo, el Schneller Geist (alemán para 'fantasma veloz') evolucionó de un espectro a la sirena y finalmente a una figura con rasgos en común con las grandes aves del trueno y los dragones europeos; y en el siglo XIX la leyenda fue resucitada brevemente para atemorizar a los esclavos que buscaban escapar por las noches.

El pánico de 1909.
A comienzos de febrero del año 1909, el condado de Frederick en Maryland recibió los ejemplares del diario 'Valley Register' de Middletown; en los cuales se hablaba del terrible Snallygaster; el cual supuestamente había sido reportado en sitios distantes como Nueva Jersey, Virginia del Oeste, Ohio y al parecer algunos puntos remotos de Maryland. E incluso se manejó que sus huellas fueron encontradas en la nieve en algún lugar de Nueva Jersey.
De cualquier manera, la bestia fue 'avistada' por primera vez por James Harding; quien la describió como un monstruoso animal volador con alas colosales, un pico largo y afilado, zarpas de acero y un ojo en medio de la frente. Dijo que hacía ruidos agudísimos, y parecía un híbrido entre un tigre, un dragón y un vampiro.
En la descripción se narra que mató a un hombre de color, Bill Gifferson, y que usó el pico para perforarle el cuello y succionarle la sangre antes de salir volando hacia las montañas.

En Virginia del Oeste, se dice que casi se llevó a una mujer de la localidad de Scrabble, y que se descubrió un huevo de la criatura; el cual se intentó incubar sin éxito alguno.
T.C. Harbaugh, de la ciudad de Casstown en Ohio, escribió una carta al Valley Register al poco tiempo de ello; narrando su encuentro con una bestia voladora que volaba en círculos sobre los bosques, y la cual contaba con una gran cabeza cornada, alas emplumadas y una cola extremadamente larga. 
En Maryland fue visto por primera vez por un hombre de color, el cual se encontraba trabajando en un horno para ladrillos en Cumberland. El hombre volvía a revisar el horno cuando se encontró a la bestia posada sobre la chimenea, dormida y sin ser afectada por el espeso humo negro que emergía del horno. Al verse perturbado, el Snallygaster lanzó un chillido ensordecedor y se fue volando.
Un cazador dijo haberle disparado en Hagerstown, se le vio en un lugar conocido como 'El Salto del Amante' y también volando en las montañas entre dos pueblos; donde se decía que fue encontrado y destruido un huevo tan grande como para contener un elefante bebé.
Los reportes del Snallygaster fueron tantos y provocaron una histeria de tamaño tal que en algún momento se mencionó que el presidente Theodore Roosevelt, famoso por ser un aficionado a la caza mayor; iba a posponer un viaje a Europa con el fin de ir en una expedición para capturar al Snallygaster.
El Instituto Smithsonian se mostró interesado en la bestia, lanzando una recompensa de cien mil dólares para cualquiera que pudiera llevar un ejemplar completo a Washington. 

Al Snallygaster se le vio por última vez en marzo de ese año, donde tres hombres la confrontaron en una estación de trenes por espacio de hora y media; hasta que el animal huyó en desbandada hacia los bosques del condado Carroll.

La bestia de Washington.
Pasaron veintitrés años para que el Snallygaster fuera visto otra vez, esta ocasión en South Mountain, al sur de Washington D.C.. Los testigos dijeron ver una criatura del tamaño de un dirigible, con poderosas alas y brazos similares a los tentáculos de un pulpo. Y aunque la criatura volaba en lo alto e ignoraba a los pobladores del valle, se generó un pánico en el cual las personas se encerraron en sus casas por temor a ser atacados.
Por las descripciones, se creyó que se trataba del Snallygaster, y que posiblemente era alguna de las crías salidas de los huevos que se reportaron en la región. Dos residentes, Charles F. Martin y Edward M.L. Lighter llamaron a los diarios locales para contar que mientras viajaban en un camión por el National Pike, vieron al Snallygaster volando por sobre su vehículo en dirección a las montañas.

El "fin" del Snallygaster.
La leyenda de la criatura llegó a su fin en una manera por decir, cómica.
De acuerdo al Valley Register, el animal volaba sobre Frog Hollow en Washington cuando fue atraído por el olor de una tina de dos mil quinientos galones de alcohol ilegal. Al volar sobre ella, la criatura terminó mareada por los vapores que salían del licor, y cayó al líquido hirviendo; donde murió. Al poco tiempo de ello, dos agentes federales arribaron al lugar y encontraron el cadáver de la vestia en la tina; el cual supuestamente volaron en pedazos con doscientos kilos de dinamita.
En realidad, el Snallygaster jamás existió.
Su existencia, al igual que como ocurre en muchos pánicos morales, se debe al trabajo imaginativo de un grupo de periodistas; en concreto el personal del Valley Register.  George C. Rhoderick y Ralph S. Wolfe, periodistas del diario, decidieron a comienzo de 1909 que lo mejor sería escribir una historia sensacionalista para entretener a los lectores y aumentar la circulación del diario.

jueves, 27 de abril de 2017

La leyenda del monstruo del castillo Glamis.

Ilustración basada en historias de la familia Bowes-Lyon.
El castillo de Glamis, en Escocia, es un punto histórico y famoso gracias a la obra de Macbeth, de William Shakespeare. En el trabajo del dramaturgo, es en Glamis donde Macbeth mata a Duncan en el año 1040; mientras que históricamente fue donde un grupo de asesinos acabó con el Rey Malcolm II en 1034 y también el hogar de la Reina Isabel II, la Reina Madre y el lugar de nacimiento de la princesa Margaret.
Pero lo que pocos saben, es que el castillo también fue hogar de un ser legendario conocido como el Monstruo de Glamis. 

De acuerdo con las leyendas del lugar, el Monstruo era el heredero deforme de la familia Bowes-Lyon, nacido en 1800 y muerto (sorprendentemente) en 1921. Su deformidad le daba el aspecto de un huevo gigantesco, con brazos y piernas pequeñas; pero una fuerza y maldad descomunales. Es un secreto familiar, el cual supuestamente solo se le dice a los herederos masculinos de la familia Bowes-Lyon al llegar a la mayoría de edad.
La tradición oral del lugar dicen que la existencia de la criatura solo son conocidas por cuatro hombres a la vez, en concreto el Conde de Strathmore, su heredero directo, el abogado de la familia y el encargado del estado de Glamis. Al llegar a los veintiún años, el heredero de la familia recibe el conocimiento de la existencia del ser, y se le muestran los restos de la criatura. 
En una ocasión, una Lady Strathmore escuchó los rumores del Monstruo, así que se acercó cautelosamente al encargado del estado y le preguntó por el secreto; a lo que el hombre le respondió ominosamente que "no debía saber la verdad, pues si lo hiciera no podría volver a vivir tranquila".

La carta de la Señora Bond.
En 1912, el autor Elliott O'Donnell escribe en su libro 'Scottish Ghost Stories' (Historias de fantasmas de Escocia) sobre los contenidos de una carta que había recibido de una supuesta señora Bond; quien pasó tiempo en el castillo Glamis y tuvo un encuentro con el ser. 
La carta reza lo siguiente:

"Han pasado muchos años desde que estuve en Glamis. De hecho, era apenas una niña cuando llegué por primera vez a la villa. Pero pese a mi corta edad, no era nerviosa o imaginativa; me inclinaba a creer en lo que era cierto y práctico.
Así que cuando mis amigos exclamaron sorpresa por que permanecería en Glamis, diciendo que el lugar estaba embrujado; estallé en risotadas por lo ridículo que me parecía, y les respondí que no existían tales cosas como fantasmas o hadas."

Esa noche, la señora Bond apenas comenzaba a dormirse cuando tuvo una vívida y horripilante experiencia con un ser sobrenatural, como describía en su carta: 

"Lento, muy lento, la cosa, lo que fuese, tomó forma. Piernas - Deformes, grotescas, piernas humanas. Un cuerpo - Peludo y jorobado. Brazos - Largos y como patas de araña, con dedos torcidos y nudosos. Una cabeza - Grande y bestial, cubierta por una masa retorcida de pelo gris que colgaba sobre su frente protuberante y orejas puntiagudas como una parodia horrible de rizos.
El rostro - y aquí se confirmaron mis peores expectaticas - era grande y blanco, similar al de un cerdo y con expresión malévola; una combinación diabólica de todos los rasgos atroces y animales, pero con la intención decidida de un psicópata.
Permanecí boquiabierta mientras la criatura se alzaba sobre sus ancas en la misma forma que un simio, y me miraba terriblemente. Entonces avanzó hacia adelante, rodó y se desplomó como una grotesca tortuga, regodeándose en la calidez de los rayos de sol que se filtraban por mi ventana al amanecer.
En este momento la puerta se abrió y alguien entró a la habitación. Hubo un grito que despertó al castillo, un alarido de algo que parecía no animal ni humano, algo molesto.
Ya no veía a la cosa, pero mi mente me llevó a asociar el gemido con la bestia."
Hay quienes describen al monstruo como
un ser ovoide parecido a Humpty Dumpty.