miércoles, 10 de junio de 2020

La anémona.

Esta historia es supuestamente verídica, tomada del diario de un oceanólogo e investigador cuyo nombre permanecerá en el anonimato por decisión de su familia. No he visto las páginas del diario en persona, pero estoy tratando de conseguirlas. 
Por el momento, disfruta una versión resumida.

-Fecha sin especificar.
Acabo de escuchar a un cachalote en el  hidrófono. Muy inusual en esta área y época del año. La frecuencia es un puñado de hertzios más baja de lo normal. ¿Posible nueva subespecie?

-Fecha sin especificar. 
La manada está inquieta. Todavía escucho al cachalote. Hoy no he visto a Marv, espero que el viejo esté bien.

-Fecha sin especificar.
La manada continúa agitada. Segundo día al hilo sin ver la vieja aleta dorsal llena de cicatricez de Marv. Me empiezo a preocupar. 

-Fecha sin especificar.
Escuché a Marv en el hidrófono. Que bueno saber que está bien.

-Fecha sin especificar.
Sigo escuchando a Marv en el hidrófono. Suena angustiado. La manada continúa agitada.

-Fecha sin especificar.
Si esto sigue así, voy a tener que submergirme y buscarlo.

-Fecha sin especificar.
La manada está extremadamente agitada. Me empujaron a la superficie cuando quise bucear.

-Fecha sin especificar.
(Ilegible)

-Fecha sin especificar.
No sé si debería escribir esto. Siento que me estoy volviendo loco. Eso que vi no puede ser real.

-Fecha sin especificar.
Está matando a los salmones. No se los come, solo los deja flotando para que se pudran. Las ballenas no quieren comerse a los salmones y creo que no tardará para que mueran de hambre.

-Fecha sin especificar.
El hijo de puta empezó a cantar otra vez. 

-Fecha sin especificar.
Tengo que bajar y tratar de detenerlo. Sé que no estoy loco. Voy a escribir lo que pasó en mi última inmersión, en caso de que algo salga mal.
>Usé el hidrófono para triangular el punto de donde venían los llamados de Marv. Revisé la profundidad, me vestí y me sumergí. La manada intentaba empujarme a la superficie, pero seguí nadando hacia abajo y eventualmente se detuvieron, rodeándome a la distancia y haciendo sonidos tristes que nunca antes había escuchado en orcas. Continué, determinado a encontrar a Marv y llegar al fondo de lo que estaba pasando. El pobre bastardo. Luego de cierta profundidad, la manada dejó de seguirme y siguieron nadando en círculos; llorando de esa forma extraña.

>Llegué al fondo, pero no pude ver a Marv de inmediato. Lo escuchaba, pero sin ver su ubicación. Sonaba como si estuviese a mi lado, aunque no podía verlo. Me di cuenta de que eran los muros del canal haciendo rebotar el sonido a mi alrededor. Seguí buceando y finalmente lo encontré: Flotaba, inmóvil y atrapado en una especie de sustancia traslúcida.
Parecía inconsciente, pero todavía podía escucharlo. Debía ser imposible que continuara con vida luego de estar tanto tiempo bajo el agua, pero seguía vocalizando. Tomé mi cuchillo y traté de cortar lo que en ese momento creí era plástico de algún tipo. 
Al instante que mi mano tocó esa cosa, fui golpeado por un fuerte dolor en mi brazo que se extendió al resto de mi cuerpo. Vi estrellas y cuando recuperé la consciencia, estaba flotando inmóvil junto a Marv. 
Nunca he estado más asustado en mi vida. Lentamente, sentí un tentáculo que se había enredado en mi brazo, jalándome al fondo. Mis intentos por ver qué había debajo fueron en vano, ni siquiera podía mover los ojos... y esa cosa seguía arrastrándome, girando mi cuerpo hacia él. 
Conforme apareció el fondo del océano en mi campo de visión, noté que algo estaba horriblemente mal: En lugar de arena y rocas, el fondo pulsaba y se movía como una alfombra de gusanos; y un filamento que emergía de esa masa de arena viviente era lo que me jalaba. Podría describirlo como una especie de anémona gigante, extendiendo sus tumores bulbosos en dirección a mí. Era jalado centímetro a centímetro, de la misma forma que un pescador haría con un pez que acaba de morder el anzuelo.
No podía llorar, ni siquiera cerrar mis ojos. Solo mirar como esta cosa me atrapaba como un pez. El cabrón se tomaba su tiempo, tal vez porque le gustaba la idea de marinar a su comida con el sabor del miedo. Y estoy seguro que hay peores formas de morir, pero esta debía ser una muy arriba en la escala. 

Entonces, la toqué finalmente. Todavía puedo recordar la sensación.
Miles de apéndices parecidos a las antenas de un caracol, picándome los brazos y el rostro. Se sentían como papel de lija. Jalándome. Seguía paralizado, pero dentro de mí, gritaba al tope de mis pulmones. La masa me continuó jalando con un movimiento constante, cada pulso llevándome más y más profundo en el océano.
Creo que acepté que estaba muerto para cuando la criatura sumergió mi cabeza en su cuerpo. Todo lo que podía escuchar era como raspaba contra mi máscara, metiéndome más y más dentro de su enormidad.No sé si me desmayé o quedé catatónico, porque de pronto recuperé la consciencia y ya estaba flotando en una nube de sedimentos lodosos. Todo a mi alrededor eran los mismos tentáculos y antenas bulbosos, pero ya no eran una masa; si no un cardumen o un enjambre que se movía sin dirección. Me tomó un segundo el recuperar mi calma. En ese momento, algo muy grande me rozó.
Si no siguiera paralizado, seguro me habría cagado encima. La figura volvió a tocarme, era una silueta enorme que desplazaba el agua violentamente a su paso. Los tentáculos del fondo eran arrancados del suelo marino cada que la sombra se movía.

Escuché una llamada.
Una ballena. Shae, una de las hembras de la manada. 
Más sombras grandes descendieron al fondo, y en cuestión de momentos el resto del grupo se le había unido. Las ballenas se lanzaron en picada, emitiendo vocalizaciones que jamás había escuchado; y la anémona disparó varios filamentos como el que nos había atrapado a Marv y a mí; pero los animales los esquivaron y continuaron barriendo el fondo, lanzando nubes de sedimento y tentáculos por todos lados. 
Sentí que Shae y otras ballenas me alzaban hacia la superficie poco a poco. Después de una hora flotando, pude moverme lo suficiente para trepar de vuelta al bote. Shae soltó un chillido alegre al ver que ya estaba a salvo. 
Supongo que lo que sea que está allá abajo no es fanático de que le roben el almuerzo, así que por eso mata a los salmones. No sé qué haré, pero primero muerto que dejar que las ballenas pasen hambre.

Esa es la última entrada en el diario, y el escritor se encuentra aparentemente desaparecido o muerto. 

1 comentario:

  1. Aterrador... Está claro que en esté mundo ya cualquier cosa puede existir, e leído sobre tantas cosas que el saber de una posible anemona carnivora gigante pérdida en el fondo del oceano me parece algo plausible.

    Una excelente entrada, como siempre. 👏

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