A comienzos de la década pasada, la compañía de telefonía celular Mobitel, con sede en Bulgaria, emitió el número 0888-888-888; un número que a simple vista podría parecer únicamente inusual por la repetición de los dígitos, pero cuya historia se tornó en ejemplo de una de las primeras maldiciones relacionadas con la tecnología celular.
Como en una película de horror estilo 'The Ring' o 'One Missed Call', la posesión del número rápidamente se convirtió en un misterio; pues de manera coincidental o tal vez por obra de fenómenos paranormales, todo aquél que ha tenido el número en ese país muere de manera imprevista.
Vladimir Grashnov.
El primer propietario del 0888-888-888 fue el propio dueño de Mobitel, Vladimir Grashnov.
Al mes siguiente, Vladimir se vio víctima de un cáncer agresivo y falleció en el 2011, lo que desató los rumores de una maldición; ya que el equipo de Mobitel y familiares y conocidos del hombre lo reportaban como alguien en perfecto estado de salud, e incluso se manejó que podría haber sido asesinado por un rival de negocios usando materiales radioactivos que le indujeron la enfermedad.
Si bien para el lector podría parecer descabellado, el uso de materiales radioactivos para cometer asesinatos es algo conocido en Rusia y las ex-repúblicas soviéticas. Pero lo curioso de la muerte de Grazhnov es que no se le conocía enemigos y tenía un perfil público de empresario honesto.
Konstantin Dimitrov.
En el año 2003, el jefe criminal búlgaro Konstantin Dimitrov recibió el número pocos meses antes de su muerte a manos de un sicario rival.
Dimitrov, que se encontraba de viaje en los Países Bajos para supervisar una operación de tráfico de drogas, fue atacado en un restaurante de lujo en Ámsterdam por un asesino a sueldo de una banda rival. Se sabe que Dimitrov estaba hablando por teléfono en el momento que el sicario entró al restaurante y abrió fuego contra su novia y él, hiriendo a la mujer de gravedad.
Fue aquí que se dispersó la idea de la maldición.
Konstantin Dishliev.
El número permaneció sin ocupar hasta el año 2005, cuando le fue asignado al agente de bienes raíces llamado Konstantin Dishliev.
Dishliev mantenía una doble vida como agente de bienes raíces y traficante de cocaína en las zonas más opulentas de Sofía, capital de Bulgaria. Al poco tiempo de conseguir el número, Dishliev salía de un restaurante de comida india cuando un tirador misterioso abrió fuego contra él, dándole varias veces y dejándolo moribundo en un charco de sangre. Después de unos días, la investigación de la policía búlgara reveló que Dishliev se encontraba inmiscuido en el tráfico de un cargamento de cocaína valuado en 130 millones de euros, el cual había sido confiscado en la aduana por la ley.
Estas tres muertes de figuras relativamente conocidas en Bulgaria desataron toda clase de especulaciones y un temor entre los usuarios de telefonía celular, impactando negativamente las ventas de equipos de teléfono en Bulgaria durante los años siguientes.
El daño a Mobitel fue tal que desde entonces, el número no fue reutilizado y el llamar a él solo obtiene como respuesta un mensaje pregrabado que indica que el número no está disponible o fuera del área de servicio. Mobitel, al ser cuestionada, se negó a responder y emitió un comunicado en el cual señalaba que no darían información sobre números individuales.
La llamada de la muerte.
En internet comenzaron a circular rumores a mediados del 2007 sobre llamadas desde el 0888-888-888 en Bulgaria; los cuales avisaban que si se recibía una llamada de este número, no se debía responder.
Los correos electrónicos y páginas sensacionalistas explicaban que al contestar, una señal de alta frecuencia saldría del auricular y atacaría al cerebro con la fuerza suficiente para causar una hemorragia y una muerte instantánea; y que decenas de personas ya habrían muerto por el fenómeno. La histeria colectiva llevó a la creación de teorías que iban desde experimentos del gobierno ruso hasta espíritus vengativos y demonios despertados a raíz de la construcción de una torre de telefonía sobre tierra sagrada.
Las compañías telefónicas de la región lanzaron campañas para explicar que esto era imposible, lo que de inmediato llevó al público a acusarlos de encubrimiento. Incluso circuló un documento emitido por un supuesto ejecutivo de Nokia, en el cual se detallaba que los teléfonos podían transmitir energía electromagnética con suficiente fuerza para afectar al cuerpo humano, ocasionándole ataques cardiacos y hemorragias internas.
Por supuesto, Nokia negó la información en el documento, descartándola como un trabajo de ficción y una leyenda urbana.
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