La batalla de Gettysburg.
Corría el verano de 1864 cuando la guerra civil americana rugía a su máximo y la victoria se encontraba en el horizonte para la Confederación, en especial tras una racha de victorias en el este. Robert E. Lee, confiado luego de ganar las batallas de Fredericksburg y Chancellorsville; le pidió al presidente Davis que retomaran el esfuerzo de invadir el norte.
Al hacer esto, llevarían la lucha lejos de la capital en Richmond y permitiría que los soldados confederados reabastecieran sus líneas de provisiones. Así pues, Lee comenzó a avanzar hacia el norte el 3 de junio, marchando por el valle de Shenandoah en dirección al norte de Virginia; pero el norte ya presentía que ocurriría algo con las fuerzas confederadas, y comenzó a movilizar a sus tropas hacia el sur.
El 30 de junio, las fuerzas rivales se encontraron en Gettysburg, un pequeño pueblo de Pennsylvania con poco menos de 2500 habitantes en ese entonces. La lucha se extendió por tres días, no solo por las colinas y bosques de las afueras; si no en las mismas calles de Gettysburg. Al final de esas 72 horas, la batalla de Gettysburg finalizó, y el tercer día pasó a la historia como el más sangriento de la guerra civil; pues casi una tercera parte de los hombres involucrados fallecieron durante la lucha.
El 4 de julio, Robert E. Lee se vio obligado a capitular. Su invasión del norte había fracasado: se encontraba lejos de las líneas de provisiones y además de ya no tener municiones, la Confederación no podía reunir los números suficientes para reemplazar las casi 28,000 bajas de la batalla. Esa tarde, Lee comenzó su retirada de Virginia, pero la reconstrucción de Gettysburg estaba lejos de terminar.
Las calles estaban cubiertas de cadáveres que ya comenzaban a apestar bajo el sol del verano en Pennsylvania. Los pobladores se quedaron con la extenuante labor de atender a los heridos, por lo que casas, negocios e iglesias se transformaron en hospitales de campo.
Un oficial del ejército federal describió la escena de la siguiente manera: "Cadáveres, hinchados al doble de su tamaño. Más bien, estallados. Cadáveres humanos recargados contra una reja, con los brazos extendidos al cielo y con horribles rostros de miradas fijas..."
Por todas las dantescas escenas transcurridas ese día, no debería ser extraño pensar que los espíritus de aquellos miles de muertos permanecen hasta el día de hoy en los edificios, campos de batalla y bosques de Gettysburg.
El perfume.
La calle principal de Gettysburg en 1863.
El primer reporte de fantasmas es aquél producido por un "olor fantasmal", el cual es particularmente fuerte en las calles principales de la ciudad. La historia dice que a las mujeres de la ciudad solo se les permitía caminar por las calles luego de las batallas si usaban un trapo de cocina impregnado de perfume, esto con el fin de no oler la peste producida por los cadáveres y la sangre.
En ciertos lugares todavía pueden percibirse estos aromas a canela, vainilla y flores durante altas horas de la noche.
Los fantasmas de la Universidad Gettysburg.
La universidad Gettysburg.
Durante la batalla de Gettysburg, la universidad local fue uno de los principales sitios de lucha en la ciudad. En aquel entonces, solo consistía de tres edificios de ladrillo que fueron convertidos en un refugio y hospital de campo para los heridos.
La sala Pennsylvania, un gran edificio que sirvió como dormitorio para estudiantes durante Gettysburg, fue capturado por los confederados para ser usado como cuartel por Robert E. Lee. Se dice que en sus salas y pasillos se pueden ver soldados dando rondas durante la noche.
Hay reportes de gente de sombras, gritos y lamentos; pero la historia más conocida fue aquella recopilada por el escritor Mark Nesbitt. En ella, dos administrativos del colegio se encontraban trabajando una noche en el cuarto piso del edificio, y a la hora de irse decidieron tomar el elevador para llegar a la planta baja.
Siu embargo, en lugar de llevarlos a su destino elegido; el elevador pasó de largo y llegó al sótano. Al abrirse las puertas, los hombres se quedaron helados: en lugar de una bodega, se encontraron con una sala de operaciones tal y como debía haber sido en 1863. Hombres heridos yacían sobre planchas y mesas, mientras que doctores y enfermeras manchados de sangre caminaban apresuradamente entre ellos.
Aterrorizados, intentaron presionar el botón del elevador para escapar de ahí. Justo antes de que las puertas se cerraran, una enfermera fantasmal los miró con expresión de súplica.
Los espectros del campo de batalla.
Soldados muertos en el tercer día de la batalla.
Quizás el aspecto más famoso, y la fuente de todas las historias e incidentes sobrenaturales de Gettysburg es aquel asociado con el campo de batalla. A lo largo del campo hay un gran número de residencias que hoy pertenecen al Servicio Nacional de Parques de Estados Unidos y que están embrujadas; ya que la mayoría fueron convertidas en hospitales durante la lucha.
El primer lugar que debe mencionarse es una pequeña casa llamada la "Casa de George Werket"; donde se habla de una puerta en el segundo piso que jamás se puede cerrar. También se habla de alguien o algo que camina de lado a lado en el ático, como si una persona estuviese preocupada o nerviosa por algo.
La "Casa Hummelbaugh" está embrujada por el brigadier confederado William Barksdale, cuyos escalofriantes gritos aún pueden escucharse durante la noche. Antes de morir, fue visto tendido frente a la casa, don de un muchacho le daba agua con una cuchara. Barksdale supuestamente sigue gritando por las noches, pidiendo agua a un muchacho que hace muchos años pasó a mejor vida.
De Barskdale se dice también que cuando su esposa viajó a Gettysburg para recuperar los restos de su esposo y llevarlos a ser enterrados en Mississippi, iba acompañada por el perro de cacería favorita del viejo soldado. Cuando el animal estuvo frente a la tumba de su amo, se tiró al piso y comenzó a aullar durante toda la noche.
Al día siguiente, pese a todos los intentos de la señora Barksdale de retirar al animal de la tumba, éste se rehusó y continuó en el lugar aún cuando los restos del soldado ya habían sido extraídos para ser enviados a Mississippi. Para quienes vivían cerca del cementerio, el perro se transformó en una imagen cotidiana durante los días siguientes; y muchos intentaron ofrecerle alimentos y agua sin éxito alguno. Al poco tiempo, el animal murió de sed y fue encontrado tendido sobre el sitio donde su amo fue enterrado por primera vez.
Con el tiempo, comenzó a circular la historia de que el perro fantasma aún aparecía en la granja Hummelbaugh, y que cada 2 de julio se puede escuchar un desgarrador aullido durante la noche, como si el perro fiel a Barksdale esperase todavía después de la muerte.
La "Granja Rose" es otro sitio que luego de la guerra fue convertido en un cementerio. Cientos de soldados de ambos bandos fueron enterrados cerca de la propiedad, aunque fueron exhumados durante noviembre de 1863 para ser enterrados en Arlington. De acuerdo con el autor Mark Nesbitt, una de los habitantes de la granja se volvió loca durante el proceso de exhumación luego de ver sangre escurriendo de las paredes de la casa.
En la década de 1930, los Cuerpos de Conservación Civil encontraron el diario de un trabajador de la granja Rose. El hombre volvía a su centro de trabajo unas semanas después de la batalla. Anochecía y dijo haber visto una extraña figura brillante cerca de las tumbas de los soldados caídos.
En adición a estas residencias, hay cientos de apariciones diversas en el campo de batalla: soldados fantasmas marchando en formación, jinetes que cabalgan por las noches y el ruido de la lucha en sitios como el prado donde tuvo lugar la carga de Pickett, las colinas de Little Round Top, Peach Orchard, Wheatfield y en especial el Cubil del Diablo.
El misterio del Cubil del Diablo.
El cubil del diablo.
El Cubil del Diablo es una formación rocosa donde tuvo lugar una terrible batalla durante el segundo día de la lucha en Gettysburg. Pero su reputación como un lugar extraño y sobrenatural tiene su origen muchos años atrás.
La zona fue un sitio de caza para los nativos americanos por siglos, y en ella se libró una guerra conocida como "la batalla de los Cuervos", donde muchos hombres perecieron. En 1880, el escritor Emmanuel Bushman realizó un reportaje donde hablaba de los sucesos paranormales y terroríficos que ocurrían en ella. Habló de que los primeros pobladores veían fantasmas indios, escuchaban el sonido de tambores por la noche e inclusive llegaron a ver bizarras ceremonias indias teniendo lugar entre las rocas.
Bushman escribió sobre que podría haber existido una tribu que habitó el sitio del Cubil del Diablo, y que creía que las rocas podrían haber sido alguna vez parte de una pirámide colosal la cual fue destruida por una fuerza irresistible.
El nombre del lugar sigue siendo un misterio, aunque muchos creen que se debe a que la cueva siempre ha estado infestada por serpientes, y que el "Diablo" al que hace referencia el nombre no era más que una serpiente gigantesca que tardó muchos años en ser capturada.
Durante la guerra, el lugar se convirtió en una carnicería. Los cuerpos de los soldados confederados y de la Unión que quedaron ahí tirados durante la captura de ese sitio estratégico, tapizaban las rocas y los huecos entre estas; lo que llevó a que el sitio fuese renombrado como "el matadero".
Los confederados lograron capturar el cubil del Diablo, pero muchos de ellos se arrepintieron durante esa noche, pues al ordenárseles montar guardia; se encontraron con que el sitio era macabro y perturbador, como si algo además de los cuerpos de sus enemigos y compañeros, estuviese rondando por ahí.
Nadie sabe cuantos días los cuerpos del Cubil permanecieron sin enterrar, aunque se especula que algunos solo pudieron ser recuperados luego de semanas, y unos cuantos más simplemente fueron arrojados a las profundas grietas entre las rocas.
Tras la batalla de Gettysburg, no pasó demasiado tiempo antes de que las apariciones fantasmales comenzaran. La leyenda local narra que pocos meses después del final de la guerra civil, dos cazadores se perdieron en los bosques cerca del risco. Llevaban un rato dando vueltas en círculos cuando pudieron divisar la figura de un hombre de pie sobre las rocas; el cual les hizo señas con las manos para informarles a donde debían ir y después desapareció.
A comienzos de 1970, una mujer fue a la oficina del Servicio Nacional de Parques para pedir información sobre los supuestos fantasmas del campo de batalla. Los guardias del campo se apresuraron a preguntarle que porqué tanta insistencia, a lo que la mujer les contó que esa mañana había salido al prado para fotografiar los alrededores y que detuvo su auto cerca del Cubil. Mientras tomaba fotografías, tuvo la sensación extraña de que alguien estaba de pie a su lado.
Al voltear, se encontró con un hombre que describió como "un hippie", con largo cabello sucio, ropas rotas, un sombrero de paja y que no usaba zapatos. El hombre la miró y le dijo: "Lo que buscas está por ahí", y señaló hacia el Cubil. La mujer se dio la vuelta para ver de qué hablaba el vagabundo, y al voltear para preguntarle a qué se refería; el hombre ya había desaparecido.
Un mes más tarde, el mismo guardia forestal que escuchó el relato, fue visitado por otro fotógrafo que vino y le preguntó sobre fantasmas. De nuevo la historia del "hippie", lo que llevó al guardia a preguntarse quién sería ese fantasma.
Al investigar, se encontró con registros de un grupo de soldados que coincidía con la descripción dada por los fotógrafos. Durante la guerra, muchos soldados confederados en el Cubil eran soldados de Texas; que al vivir en la frontera más alejada de la civilización en ese entonces, no recibían tantas provisiones como los soldados de sitios cercanos, y por ello los "Wild Boys" se veían como vagabundos en el campo de batalla.
El fantasma ha sido visto varias veces desde entonces, y muchas personas que lo confunden con un actor en una representación de la guerra civil; se han tomado fotografías con él. Todos aquellos que lo han fotografiado llegan a casa y se encuentran con que al revelar el rollo, el hombre jamás aparece en las imágenes.
También se habla de jinetes que aparecen saltando entre las rocas, el crujir de las armas de fuego, gritos inexplicables, cánticos de guerra indios y docenas de fotografías con evidencia de actividad sobrenatural.