Representación de la aparición de la Llorona
Tras la Conquista y durante el siglo XVI, los habitantes de la Ciudad de México se ocultaban en sus casas tras un toque de queda anunciado por las campanas de la Catedral Metropolitana, que indicaba que a la media noche y a la luz de la luna llena; una entidad vagaba por las calles, lanzando gemidos de tristeza. Algunos cuantos valientes pudieron ver que en las oscuras calles de la ciudad o en áreas iluminadas por la luna, se podía ver a una mujer que vestía un traje blanco con un velo que le cubría el rostro, y que caminaba despacio; recorriendo diversas calles pero siempre terminando en el Zócalo.
Finalmente, soltaba un gemido mucho más prolongado y lastimero; para después desaparecer en las aguas del lago de Texcoco.
Y es así, que en el folklore y la mitología mexicana no hay ser más temido que la Llorona; ese espectro nocturno que también se hace presente en gran parte de las naciones que conforman la diáspora latinoamericana; donde desde el sur de Texas hasta la Patagonia pueden hallarse mitos y relatos sobre un alma en pena que adopta la forma de una mujer que vaga por los campos, ríos, ciudades y pueblos buscando a sus hijos; lanzando siempre desgarradores gritos y llantos que pueden conducir a un hombre a la locura e inclusive a la muerte.
En el caso de la versión mexicana (que es de la que hablaremos en este artículo), existen dos versiones primarias del origen de la leyenda.
La Cihuacoatl
La primera se remonta a la antigua Tenochtitlán y el Lago de Texcoco en la época del Imperio mexica; donde por las noches se podía escuchar los llantos de una mujer que vagaba en busca de su hijo, lamentándose por toda la eternidad. A la mujer se le denominaba "Chocacíhuatl", que se puede traducir como "mujer llorona" del náhuatl. Se suponía que ella era la primer mujer que murió dando a luz; y que en las noches, las calaveras descarnadas y separadas del cuerpo de la Chocacíhuatl y su hijo vagaban cazando a cualquier viajero que tuviese el infortunio de recorrer los caminos durante la noche.
Escena de la película "La Llorona".
En la obra de Fray Bernardino de Sahagún, "Historia General de las cosas de la Nueva España", se identifica a la Chocacíhuatl con la deidad prehispánica Cihuacóatl; la cual supuestamente poco antes de la llegada de los conquistadores españoles, salió de las aguas de los canales y se manifestó para alertar a los mexicas sobre la caída del Imperio; caminando entre los lagos y templos del valle de México; con un vestido blanco, con el cabello cayendo en cascada y gritando: "¡Aaaaaaay mis hijos... aaaayyy, ayyyyy! ¿A dónde iréis... a dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino?... hijos míos... estaís a punto de perderos..."
En la época posterior a la conquista de México, los pobladores de la capital comenzaron a reportar la aparición de la mujer vestida de blanco que recorría la ciudad lanzando alaridos; pasando por la Plaza Mayor (donde se ubicaba anteriormente el templo de Huitzilopochtli, hijo de la diosa) y luego desaparecía hacia el oriente, en el lago de Texcoco; desvaneciéndose en la oscuridad de la noche.
La segunda narra lo siguiente, y es la más famosa de las dos versiones:
"Existió una mujer indígena —criolla en algunas versiones— que tenía un romance con un caballero español. Fruto de esta pasión, nacieron tres niños, que la madre atendía siempre en forma devota. Cuando la joven comienza a pedir que la relación sea formalizada, el caballero la esquivaba, quizás por temor a lo que dirán. Un tiempo después, el hombre dejó a la joven y se casó con una dama española de alta sociedad. Cuando la mujer se enteró, dolida y totalmente desesperada, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río o apuñalándolos, según la versión. Luego se suicida porque no soporta la culpa. Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la joven en el río donde esto ocurrió. Luego de que México fuera establecido, comenzó un toque de queda a las once de la noche y nadie podía salir. Es desde entonces que dicen escuchar un lamento cerca de la plaza de la Patria, y que al ver por las ventanas para ver quien llamaba a sus hijos de forma desesperada, veían una mujer vestida enteramente de blanco, delgada y que se esfumaba en la Presa Calles."
Escena de la película, "La maldición de la Llorona"
Descripción.A la Llorona se le describe como la aparición de una mujer alta, delgada y con largo cabello negro que cae por su espalda (y en algunos casos, le cubre el rostro); con la cara cubierta por un velo que, a pesar de ser traslúcido, no permite verle el rostro a menos de que ella se lo retire por sí misma. Su método de desplazamiento varía de acuerdo con las historias: puede mantener un paso lento pero constante, flotar sobre el suelo o inclusive moverse a gran velocidad para alcanzar a sus víctimas. En algunas historias se maneja que no tiene pies.
Su rostro es descrito de una infinidad de formas: como una mujer indígena, como una mujer caucásica de rasgos cadavéricos; y en las versiones más espeluznantes, se rumora que cuando es seguida por algún hombre atraído por la visión de su cuerpo, puede parar súbitamente y retirarse el velo, revelando el rostro de una calavera con ojos llameantes o un caballo; acto seguido de un grito que por lo regular ocasiona la locura o la muerte en su víctima. También se menciona que a veces carga a un niño entre sus brazos, el cual es poco más que un esqueleto o un bebé muerto; motivo de su lamentación.
Su rango de aparición es extenso, como ya se mencionó anteriormente: con historias reportadas tan al norte como el estado de Texas y tan al sur como la Patagonia; y es por esto que cuenta con una multitud de nombres dependiendo de la región.
Variaciones Regionales:En Argentina es descrita como una mujer que mató a sus niños al lanzarlos al río para que se ahogasen, eventualmente suicidándose ella por el sentimiento de culpa a raíz de sus acciones. Aquí se le describe similar a la de las áreas rurales de México; apareciendo como un ser sin pies y que flota en el aire; aunque en el mito argentino ataca a quienes cabalgan por la noche, saltando a la parte posterior del caballo y matándolos con un abrazo gélido.
Se le considera (de forma similar a la Banshee) un ser portador de malos presagios; con la capacidad de causar enfermedades, deteriorar la salud de un enfermo o traer desgracias a quienes la oyen.
En Chile las variaciones son similares a la tradición mexicana, aunque se le considera un espíritu que cuenta con una relación especial con la misma muerte. También en otra variante de la tradición chilena se le conoce como Pucullén; la cual llora por que su hijo le fue arrebatado a una corta edad, y solo la pueden ver aquellos cercanos a la muerte, personas con capacidades especiales y los animales; mismos que se alarman al percibir su presencia.
También se cree que la Pucullén guía a los muertos, indicándoles con sus gemidos lastimeros el camino que deben recorrer hacia el más allá. Se dice que llora por todos los familiares del difunto, para que todos ellos se consuelen pronto de la pérdida; además, evita que el espíritu del muerto decida acudir a penarlos, disconforme con las pocas lágrimas y manifestaciones de pesar de sus parientes. Algunos cuentan que si uno se frota los ojos con lágrimas de perro, podrá verla; pero si el corazón del que observa no es firme, la imagen será espantosa.
Con sus abundantes lágrimas, que forman un charco cristalino, la Pucullén señala el sitio preciso en el campo santo donde debe abrirse la fosa para depositar el féretro. Se dice que si esto sucede, debe utilizarse toda la tierra necesaria para cubrir por completo el féretro, pues en caso contrario antes de un año morirá un familiar del difunto. Como castigo por el descuido que la llevó a perder a sus hijos, roba los hijos de otras madres, confundiéndolos con los de ella
En Valparaíso se cree que la Llorona fue una mujer que se casó con el Diablo. Esta mujer se enamoró de él pensando que era un hombre bueno, sin saber quién era en realidad. Un día, el Diablo llegó más temprano de lo normal a su casa y la mujer aún no tenía preparada la comida. Salió a comprar para cocinar, pero el Diablo no aguantó más y tuvo que matar a sus hijos. Cuando volvió la mujer, desconsolada lloraba por sus hijos todas las noches. Un día, el Diablo se cansó de sus llantos continuos. La amarró a la cama con unas cadenas y le enterró una estaca en el corazón. Desde ese momento, la Llorona recorre las calles de toda la región arrastrando sus cadenas y llorando por sus hijos perdidos.
Una actriz posando como la Llorona en el Halloween Horror Nights
En Colombia es un espíritu nocturno junto a la Patasola, pero no tan conocida aquí. En la tradición colombiana; es un fantasma que recorre regiones rurales cercanas al agua; y se le describe como una mujer cubierta con una bata negra que le cubre todo el cuerpo, tiene el cabello largo, negro y rizado; y su rostro es una calavera con ojos incandescentes. En sus brazos arrulla a un bebé muerto.
Al gemir, la Llorona derrama lágrimas de sangre sobre la mortaja azul de la criatura, que conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le quitó la vida. Dice la leyenda que la gente la oye llorar en los llanos, cuando no hay ruido o gente. También dicen que la Llorona asusta a las muchachas que han cometido actos de los cuales sus padres no estarían orgullosos. Como toda leyenda, los detalles cambian de pueblo en pueblo y de persona en persona. En Antioquia, por ejemplo, se le llama "María Pardo", mientras que en la región de Pasto, "la Tarumama". Esta última es una vieja monstruosa con cascos de mula por pies y grandes senos que se echa a la espalda, castigada como un alma en pena por haber abandonado al hijo que tuvo sin ser casada, para tapar su vergüenza. Su apariencia e historia tiene semejanzas con la Tulevieja de las leyendas de Costa Rica y Panamá, países vecinos de Colombia. Finalmente, también existe la versión de una mujer hermosa que llora por sus hijos en los cementerios, sosteniendo una vela encendida con llantos lastimeros.
En Costa Rica la historia es similar, aunque ahí senarra que ella una muchacha indígena muy hermosa. Cuando la conquista española, ella se enamoró de un español y él se enamoró de ella. Se veían a escondidas en lo alto de una cascada, para que el padre de ella no se diera cuenta. Ella quedó embarazada y cuando su padre se dio cuenta retó al español a un duelo por haber deshonrado a su hija. El español murió en ese duelo. Cuando el niño nació el indio lo cogió y lo tiró por la cascada. Cuando la muchacha buscó a su hijo; él la maldijo; la condenó a vagar por las orillas de los ríos buscando a su hijo perdido.
En Ecuador se habla de que la Llorona era una mujer que fue abandonada junto a su bebé, enloqueció y ahogó al niño en el río; para después arrepentirse y saltar al agua a buscarlo, sin embargo lo encontró ya muerto. La mujer se suicidó y quedó maldita por toda la eternidad. En Ecuador también se cree que cuando una mujer está dando a luz, hay que colocar una ofrenda de dulces para la Llorona, y así evitar que se lleve al niño nonato.
Máscara basada en la Llorona con cara de caballo.
En El Salvador, junto con La Siguanaba y La Descarnada, la Llorona es uno de los más famosos espectros nocturnos del folklore nacional.
En este país se cuenta que vaga por las calles de los pueblos llorando por sus hijos, y desaparece tras entrar a la iglesia de la comunidad. Se afirma que quien la mire o trate de seguirla, vagará por la eternidad; y se cree que al aparecer por la primer calle de un pueblo, comienza con sus llantos; y que de verla, no se le debe dar la espalda, pues aparecerá rápidamente al lado de la persona.
En la versión guatemalteca de la leyenda, la Llorona es una mujer llamada María, que fue condenada a repetir hasta el fin de los tiempos su grito. En efecto, mientras su esposo estaba fuera, María tuvo amores con un mozo que llegó a revisar un problema en su casa y la dejó embarazada. Angustiada, ahogó a su hijo, Juan de la Cruz, en el río (o, según otras versiones, a sus tres hijos).
La Llorona es bien conocida en toda Guatemala. Según la tradición (similar a la de México), pasea por las calles solitarias y frecuenta los lugares donde hay agua, como piletas, ríos, fuentes o tanques. Sus lastimeros gritos asustan al más valiente y paralizan al pavoroso. Muchos dicen haberla visto y escuchado. Se cuenta que cuando se la escucha cerca, en realidad está muy lejos, y viceversa. Se dice que no puede ganarse a una persona (es decir, quitarle la vida) si ésta usa la ropa interior al revés, se le presenta a los hombres mujeriegos pensativo en una mujer para engañarlos, se dice que si se le habla ella les quitara la vida, y que un hombre acechado por la Llorona se salvará si una mujer le toma de la mano, pues el espectro sólo ataca a personas solitarias. También se cuenta que si uno escucha el grito debe tratar de moverse y no quedarse congelado por el pavor. La persona tiene que huir antes de escuchar el tercer grito, o la Llorona se la ganará. Para evitar encontrarse con ella, o ahuyentarla, hará bien en rezar al santo de su devoción o rezar.
Unos imaginan a la Llorona como una mujer vestida de luto riguroso; otro la ven vestida de blanco. También se dice que el pelo suele taparle la cara, algunas personas dicen que su cara es como la de un caballo. otro aspecto propio del espectro según otra leyendas guatemaltecas es que su grito viene acompañado de un viento frío que hiela la sangre.
En Honduras aparece junto a los ríos, a las doce de la noche; vestida de blanco y gritando "¡Ay mis hijos!". Aquí se cree que la Llorona mtó a sus tres hijos al ahogarlos en el río, y que mata a las personas cercanas a cuerpos de agua pensando que son sus propios hijos.
En Panamá la historia no varía demasiado; ya que su llanto es el mismo que en México y Honduras; sin embargo aquí aparece únicamente en comunidades cercanas a ríos y playas durante la noche. En Panamá la leyenda se combina con otras dos, la de la Tulivieja y la Tepesa.
Según la leyenda, la Tulivieja era una hermosa y joven mujer casada que tenía fama de ser muy fiestera. En una ocasión había un baile en un pueblo vecino y ella porsupuesto no se lo quería perder, la mamá se negó esa noche de cuidarle al bebé ya que ya estaba cansada de hacerlo mientras ella se iba siempre de parranda. Esa noche por querer ir al baile de todas maneras dejó al bebé junto a su tule cerca de un río, con la intención de recogerlo después del baile. Sin embargo,cuando regresó al río a buscar a su hijo no lo encontró y comenzó a llorar, el río se lo había llevado corriente abajo. Arrepentida por el grave error que había cometido comenzó desesperada a buscarlo. Dios viendo lo que pasaba la castigó por su irresponsabilidad y la transformó en un ser horripilante con agujeros en su cara y cabellos largos hasta los pies. Sus pies se le viraron y se transformaron en patas de gallina. Desde entonces, anda vagando por la eternidad buscando a ese hijo perdido.
En cuanto a la Tepesa, su historia se remonta a la conquista, cuando un español enamoró a una hermosa joven indígena de la comarca Ngöbe Bugle y la dejó embarazada. Para que nadie en su tribu se percatara de su falta, la joven escapó hacia lo más profundo de las montañas, y cuando nació su hijo, lo ahogó en un río. Al ver el crimen, Dios le habló desde lo alto y la maldijo: "Ese pecado te pesa y te pesará hasta la eternidad, y desde ahora llorarás para pagar tu culpa". La Tepesa quedó transformada así en un ser espantoso que, al igual que la Tulivieja, anda vagando por los ríos y quebradas llorando, arrepentida de su pecado.
En Uruguay existe la leyenda de La Llorona del Parque Rivera:
"Una tarde de otoño, hace muchos años, una joven mujer decidió salir a pasear por el Parque Rivera. Aunque soplaba un viento frío y cortante que hacía gemir a los árboles y sumía al parque en la más absoluta soledad, la chica, madre soltera a punto de casarse, salió a dar un paseo con su bebé y se aventuró por el parque, por entonces más agreste que ahora y embarrado por las recientes lluvias. Se la vio bordear el lago con su niño, mientras el viento arreciaba con fuerza, hasta desaparecer de la vista. La futura novia no regresó. Al día siguiente hallaron su cuerpo inerte en el lago del parque, sin rastros del paradero del pequeño. Cuenta la historia que desde entonces, en las noches brumosas y tristes del otoño, puede verse a una joven vestida de novia en los alrededores del lago. Camina sola y llora desconsoladamente, mientras clama por un bebé que perdió hace mucho tiempo.
La Llorona y los ladrones
Hace mucho tiempo, en los inicios del mismo Parque Rivera, vivía una pareja en una casa contigua al lugar. Un miércoles 9, mientras la pareja se hallaba fuera, unos ladrones irrumpieron en la casa. El esposo llegó antes de que terminaran su faena y los sorprendió in fraganti: desesperados, los delincuentes le quitaron la vida con un cuchillo. Cuando intentaban esconder el cuerpo, sintieron ruido: era la mujer, que, vestida de blanco, llegaba a la casa. Se escondieron detrás de una puerta y observaron cómo la joven, aterrada, descubría el cuerpo de su marido. Mientras la mujer lloraba desconsoladamente sobre él, los ladrones, decididos a todo, llegaron por detrás y la mataron de igual manera. Para ocultar las huellas, los delincuentes arrojaron los dos cuerpos a la laguna del parque. Desde entonces, los vecinos de la zona comentan que el día 9 de cada mes se oyen extraños llantos y quejidos que provienen de la laguna, en el lugar donde los cuerpos de los infortunados amantes fueron arrojados.
La bufanda de la Llorona
Un hombre fue a un boliche y se encontró con una hermosa mujer. Estuvieron juntos y él decidió acompañarla a su casa. Como ella tenía mucho frío, él le prestó su bufanda. Al otro día, cuando él fue a buscar su bufanda, al tocar la puerta salió una señora mayor. Le preguntó qué quería y él dijo que venía a ver a la chica. La mujer, llorando, dijo que su hija había muerto hace 20 años a orillas de un río y que su cuerpo enterrado se encontraba en el Cementerio del Norte. Rápidamente él fue allí y buscó la tumba de la joven. Encontró la bufanda enroscada en la cruz. Preguntó por todos lados si conocían a la chica y todos decían que era la Llorona. Quiso saber por qué la llamaban así y averiguó que la chica se suicidó al ver a su esposo muerto en el río y desde entonces se escuchan día a día en su tumba fuertes llantos y lamentos."
La "cara" de la Llorona
En Venezuela también se conoce la leyenda de la Llorona, que circula en prosa y en forma de corrido (canción narrativa). La Sayona es otro personaje similar, pero sólo se aparece a los hombres parranderos, que gustan de estar de fiesta en fiesta.
Cuenta la leyenda que la Llorona es el alma en pena de una mujer muy jovencita que tuvo amores con un soldado. De esos amores quedó embarazada de una niña, a la cual dio a luz. El soldado la abandonó y ella, como no tenía idea de cómo criar a un infante, desesperada por el llanto de la niña, la mató con sus propias manos. Cuando la joven vio lo que había hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los vecinos y familiares. Al ver lo sucedido, la maldijeron. Ella salió corriendo hacia el llano y se convirtió en espanto. Siempre está llorando, y cuando entra a los poblados dicen que llama a su hija. Se sabe que roba niños que están solos, ya sea en sus casas o en las orillas de ríos o quebradas. Por lo general, se la oye llorar en tiempos de Semana Santa.
Otra versión cuenta que era una mujer indígena llamada Yoltzin que tras llevar una mala vida en México se vino a vivir a los llanos de Venezuela con sus dos hijos Ollin y Tonatiuh. Como era una mujer sola tenía que trabajar duro y cuidar su chinampa. Poco a poco se fue ganando el cariño de toda la población del llano, hasta que un mal día de esos cuando Yoltzin llegó a su casa con sus hijos vieron cómo aquella casa estaba envuelta en llamas. Ela dejó a sus niños en la canoa y trató desesperadamente de apagar el fuego, pero no se dio cuenta de que la canoa donde estaban sus hijos se iba alejando. Cuando se dio cuenta de su ausencia ya era demasiado tarde, no quedaba ni rastro de los pequeños. Durante dos días enteros toda la población ayudaba para buscar a los niños hasta que un campesino encontró a dos niños muertos junto al canal. Yoltzin quedó envuelta en un dolor muy grande y poco a poco su vida se fue apagando, y cuando su historia fue quedando en el olvido, a medianoche se escuchan los gritos desgarradores de aquella mujer, así que en venganza se lleva a los niños para encontrar la paz, pero también cuenta la leyenda que solo encontrara la paz al ver la tumba de sus hijos.
Según otras versiones, la Llorona fue una muchacha joven que vivía en un pequeño pueblo de los llanos venezolanos. Esta muchacha cada vez que daba a luz a un hijo lo mataba sin piedad. Le confesó todo al sacerdote que vivía en su pueblo, añadiendo que no sentía ningún remordimiento por lo que había hecho. El cura notó que estaba embarazada de nuevo y le dijo a la muchacha que cuando tuviera a su hijo le diera de mamar antes de matarlo, y así lo hizo; tras darle leche materna lo mató, pero el solo hecho de amamantar despertó su instinto maternal, haciéndole sentir una gran culpabilidad. Desde entonces, vaga por los campos llorando de dolor, buscando a sus hijos y asustando a todo el que se le atraviesa en su camino.
Se la representa como una mujer joven, con una larga cabellera morena y la piel blanca. Lleva una bata blanca larga y encima otra bata de color negra con capucha, y suele portar un bebé en los brazos. Llora y grita diciendo "¡Mi hijo, mi hijo!".
La diferencia entre la Llorona y la Sayona es que esta última normalmente sólo se viste de blanco, tiene ojos rojos y colmillos que parecen de león. Asusta, mata o vuelve locos a los hombres que son o fueron infieles, no a todas las personas o niños, como hace la Llorona, se dice que tenía un frasco de agua de río y otro de sangre pura de niños, se ponía la sangre en los ojos y hacia que cada persona se le acercara y lo ataba a ella, lloraba por que su marido estaba con otra mujer y por eso decidió matar a sus hijos ahogándolos en el mismo río de donde sacaba el agua, su alma ronda en ese río diciendo: ¡mis hijos, devuélvanme mis hijos!
En Perú también se habla mucha de esta historia se dice que es muy vista en la chacras o en los campos los guardianes o los que viven ahí dicen que escuchan lamentos de una mujer llorando pidiendo por sus hijos los guardianes o los vecinos cuando van al lugar donde se escucha los ruidos no se encuentra a nadie y luego oyen como de una voz de ultratumba que les dice:¿ustedes saben o han visto a mis hijos?.
Al final y al cabo, la Llorona entra en la multitud de espíritus femeninos que vagan por la noche; como la Banshee irlandesa, el Pontianak del sureste de Asia y los múltiples Yurei del Japón; quizás las leyendas tengan algo de verdad en su origen, quizás no.
Sin embargo, por alguna extraña razón, ¿qué puede explicar la presencia del arquetipo del alma en pena a lo largo de toda la diaspora latinoamericana? ¿Porqué todas estas leyendas, aparentemente originadas en México durante la época de Mesoamerica; casi siempre hablen de la misma mujer?
Y de todos modos, ¿quién sería lo suficientemente valiente como para acercársele y confrontarla?