Camping Los Alfaques, hoy,
El 11 de julio de 1978, un camión cargado de propileno líquido salió de la refinería ENPETROL de La Pobla de Mafumet con dirección a Barcelona, a las 12:05 del día. El camión cargaba 23 toneladas de líquido, cuatro más del límite máximo de 19.35, y llevaba instrucciones de usar la autopista nacional N-340 en lugar de la A-7 con el fin de evitar el pago de peaje.
El problema de esto es que la N-340 es una autopista más compacta que la A-7 y también transita por varias áreas densamente pobladas.
El accidente.
Artículo del día del siniestro.
A las 14:35 de la tarde, el camión llevaba más de cien kilómetros recorridos cuando pasó a un costado del camping Los Alfaques. Para entonces el sol ya había calentado el propileno, lo que aumentó la presión en el tanque al no poder expandirse el gas.
Lo que ocurrió después se toma a partir de varios testimonios, ya que ciertos testigos sostienen que el tanque ya chorreaba líquido antes de llegar a Los Alfaques, mientras que otros insisten que se debió a una llanta pinchada que sacó de control al vehículo y lo hizo chocar contra un muro que separaba el campamento del camino.
De cualquier modo, el tanque se abrió y esparció una nube de propileno gaseoso a su alrededor, metiéndose al camping y a una discoteca cercana. La nube de vapor blanco llamó la atención de los vacacionistas, que se acercaron por curiosidad e ignoraban el peligro que representaba.
Fue en la discoteca que la nube entró en contacto con una fuente de ignición, creando un efecto en cadena que culminó en la explosión del tanque completo. La conflagración alcanzó Los Alfaques, destruyendo todo a su paso en un radio de trescientos metros.
En la explosión inicial fallecieron 157 personas, incluido el conductor del camión. Las lenguas de fuego también ocasionaron que los automóviles y cilindros de gas para cocinar en el campamento estallaran; acrecentando el efecto devastador del siniestro. Algunas víctimas creyeron que la solución para salvarse y apagar las llamas en su ropa y cabello era lanzarse al mar... pero lamentablemente el calor en el aire hizo hervir el agua; dándole una muerte dolorosa a todos aquellos desafortunados que intentaron escaparse.
Restos del camión que ocasionó el desastre.
Cerca de 300 personas fueron heridas, mientras que 217 fallecieron como resultado directo de la explosión. Pero con el tiempo se incrementó la cifra hasta 270, gracias a las heridas y quemaduras sostenidas por algunos sobrevivientes. Gran parte de estos eran turistas extranjeros provenientes de Alemania, Francia y Bélgica.
De manera oficial, casi todas las victimas fueron reconocidas mediante registros dentales por equipos forenses de varias naciones europeas. Siete de ellas, sin embargo, permanecieron sin identificar hasta mucho después y fueron enterradas en el cementerio de Tortosa, Tarragona. Los cuerpos de una familia francesa consistente de padre, madre y dos hijos, fueron exhumados y repatriados a Francia unos años más tarde.
Hay tres cuerpos de colombianos que jamás fueron devueltos a casa, y son los únicos extranjeros que permanecen enterrados en Tortosa junto a las víctimas locales.
Los fantasmas del Camping los Alfaques.
Periodistas fotografiando a las víctimas del siniestro.
Como ocurre usualmente en sitios donde transcurren eventos trágicos, existen infinidad de leyendas urbanas sobre sucesos paranormales en las inmediaciones de Los Alfaques, así como en el kilómetro 159 de la N-340.
El primer reporte tuvo lugar a un año de la tragedia, cuando la prensa española e internacional se congregó en Los Alfaques para conmemorar el siniestro. Entre estos se encontraba un equipo de periodistas de El País que viajaban por el kilómetro 159 al anochecer, cuando viero a un grupo de niños con gorras que cargaban cubos, de pie junto a la carretera.
Al acercarse a los niños, estos desaparecieron sin dejar rastro.
Desde entonces, decenas de personas han visto seres paranormales que rondan Los Alfaques por las noches, siendo más activos por alguna razón durante las madrugadas. Motoristas reportan haber visto familias inmóviles en la carretera, todos vistiendo ropas veraniegas aún en los inviernos más fríos; los niños que cargan sus cubos oxidados, dos mujeres rubias con el rostro quemado y otros espectros que aparecen negros o carbonizados; y a los cuales les faltan los ojos, la boca o la nariz.
A las mujeres altas y de brillantes y largas cabelleras rubias se les ha conocido como "Las Alemanas", y se les vio por primera vez en la década de 1990. La historia reza que una mujer conducía a la localidad de San Carles de la Rápita cuando vio a dos mujeres altas y rubias de pie junto a la carretera, y que llamaron su atención en primera: porque llevaban ropas de verano, y en segunda: por el hecho de que en donde debían estar sus rostros solo había dos agujeros negros sin rasgo alguno.
En la tragedia de Los Alfaques, hubo una gran cantidad de alemanes entre las víctimas.
En el año 2003, un hombre que circulaba a la una de la mañana por el camino frente al camping, se encontró con un grupo de personas que permanecían inmóviles junto a la autopista; todos con ropas veraniegas, gorras para el sol, trajes de baño y sandalias con características de la moda de 1970. Lo desconcertante fue que ninguno tenía rostro, solo una oscuridad orgánica similar a la de las Alemanas.
Fotografía de una víctima de Los Alfaques.
La historia que nos permite recordar lo trágico del desastre es aquella que relatan dos miembros de la Guardia Civil española, quienes encontraron un par de fantasmas durante una noche de patrulla en la costa de Tarragona.
El Guardia, que llamó a un programa televisivo en el 2010 para relatar su experiencia, contó que llevaba dos semanas en Tarragona haciendo un servicio de vigilancia en la costa, un lugar que podía presentar una oportunidad para que los narcotraficantes locales pasaran cargamentos sin ser detectados. A las dos de la mañana, las cámaras de visión nocturna de los guardias detectaron la silueta de una mujer de cabello corto y traje de baño, que caminaba por la playa tomando a un niño de la mano.
Lo que llamó la atención fue que, las figuras no registraban mediciones de calor en la modalidad infrarroja de las cámaras. Los guardias observaron como las apariciones caminaban por la playa lentamente, de manera paralela al mar y en dirección a ellos hasta que se desvanecieron en el aire.