En la mitología japonesa, un Kasha es un yokai o demonio funerario que toma la forma de un gato y gusta de robar los cadáveres frescos de pecadores para llevárselos al infierno.
Pero el término 'Kasha' también es usado comúnmente en Hawaii para referirse a un lugar con una historia de sangre y muerte, un sitio que entre los pobladores de Honolulu es conocido como el Amityville Hawaiiano: La casa del Kasha.
1942.
La leyenda de la casa del Kasha empieza en el verano de 1942, cuando la casa aparentemente inocente en la esquina de la octava avenida y Harding en Kaimuki, era ocupada por una madre soltera y sus tres hijos.
Una noche, la policía recibió un llamado para acudir, y encontraron a la mujer en el patio delantero, gritando histérica que una mujer estaba intentando matar a sus hijos. Al irrumpir en la casa, los oficiales se encontraron con algo que los perseguiría hasta sus muertes: una fuerza invisible arrojaba y golpeaba al hijo menor de diez años y sus dos hermanas, de dieciocho y veinte; produciéndoles heridas visibles.
Los policías intentaron ayudar a los jóvenes, pero la presencia los agredía y empujaba para evitar que intervinieran. Al cabo de una hora, la madre colapsó por lo ocurrido y sus hijos habían muerto. Un reporte forense determinó que los chicos fallecieron por fuertes traumatismos producidos por golpes y el menor fue estrangulado con tanta saña que su columna presentaba daños físicos.
Cuando la madre logró recuperar la consciencia y se calmó lo suficiente para hablar, declaró a la policía que todo había pasado porque su hijo menor había 'olido' el aroma de un fantasma; y el espíritu al parecer se ofendió, pues atacó a los chicos violentamente unos minutos antes de que la madre llamara a la policía. La mujer también culpó a su esposo por el accidente, pero no hubo forma de comprobar sus acusaciones y terminó siendo llevada a vivir con sus hermanas.
Por la crudeza y lo insólito del evento presenciado por la policía, los diarios Hawaiianos abordaron la historia durante varios días; buscando explicaciones. Al final del año, nadie supo explicar quién o qué asesinó a los tres niños y condujo a la joven madre a la locura.
1970.
La casa permaneció desocupada hasta 1970, cuando fue rentada por tres jóvenes universitarias. Una noche, las chicas comenzaron a escuchar ruidos extraños, sonidos de pisadas en la planta baja y voces en habitaciones desocupadas. Una de ellas sintió una mano tocándole el brazo lascivamente, y fue ahí que llamaron a la policía.
Un oficial que patrullaba cerca de ahí se detuvo y encontró a las tres afuera de la casa con expresiones de terror e histeria. Al tomarles la declaración, el oficial recibió una larga historia sobre fantasmas y ataques de entidades incorpóreas, mismas que habría descartado de no ser porque las tres jóvenes presentaban una condición psicológica tal que rayaba en la histeria. Las tres le pidieron que por las acompañara a algún lugar, a lo que accedió.
Subieron al auto de una de ellas, con el policía como escolta detrás. El viaje transcurrió sin novedad hasta que llegaron al estacionamiento del hotel Oasis Inn en Waialae. De acuerdo con el reporte que el policía llenó horas más tarde, se percató de que una vez que el auto de las jóvenes se había detenido, la chica en el asiento de conductor empezó a forcejear con algo que no podía ver.
Bajó de la patrulla y al llegar a su lado, efectivamente vio que la joven se encontraba siendo agredida por algo que no podía ver, y ya presentaba moretones y marcas de golpes en sus brazos y piernas. El oficial estiró la mano la portezuela y justo en ese momento, sintió una mano fuerte y grande apretándole el brazo. Soltó un grito de dolor cuando la mano invisible le torció la extremidad y lo arrojó hacia atrás. La portezuela se abrió de golpe y la chica que conducía salió despedida hacia el estacionamiento; agarrándose el cuello como si estuviesen ahorcándola. El policía pidió refuerzos y mientras llamaba, el ataque se detuvo súbitamente; dejando a los cuatro perplejos sobre lo que había ocurrido.
1977.
Siete años más tarde, un matrimonio japonés se mudó a la residencia embrujada. No sabían nada de la historia, así que su sorpresa resultó mayúscula cuando durante su primera noche, la esposa despertó a plena medianoche debido a que la temperatura había descendido increíblemente.
Pese a lo cálido del verano de Hawaii, la habitación se sentía como un congelador y la mujer podía ver su propio aliento como un vapor al respirar. Algo blanco se movió en el rabillo de su ojo, y al voltear se topó con la escalofriante imagen de una mujer espectral sin brazos y piernas flotando en el aire; mirándola con brillantes ojos rojos y una sonrisa demoniaca. La esposa soltó un grito de terror y despertó a su esposo, que alcanzó a ver como la silueta fantasmal se desvanecía en las sombras de la habitación.
Al día siguiente, un sacerdote católico acudió a bendecir la casa. El religioso les preguntó qué ocurría al verlos visiblemente perturbados. Al relatarle lo ocurrido, el sacerdote, que también era de ascendencia japonesa; les dijo que lo más seguro era que se trataba de un Kasha, un demonio japonés traído por los inmigrantes y que debió ser atraído por algún acto de violencia descomunal en el domicilio.
Después de echar agua bendita, el fenómeno se detuvo del todo.
El Kasha.
Aunque la casa fue demolida en el año 2016, todavía circulan infinidad de historias sobre la casa del Kasha. Un escritor de la página The Overly Opinionated, escribió sobre sus experiencias en el dúplex construido en el terreno; como pese a su escepticismo inicial, despertaba cada noche a las 4:33 de la mañana, en medio de una habitación gélida y con una opresión en el pecho, como si algo le hubiese pegado.
Existe también un mito popular de que el fenómeno se debe a que a inicios del siglo pasado, un inmigrante japonés se mudó a una propiedad anterior a la casa del Kasha junto a su esposa y dos hijos. En un arranque de celos o locura, nadie está seguro, mató a puñaladas a su esposa e hijos. Se deshizo de los cuerpos picándolos en trozos y enterrándolos en la propiedad. Los restos de la esposa y uno de los hijos fueron encontrados en el jardín principal, pero el de la hija jamás fue hallado. Se cree que el cuerpo sigue enterrado ahí.
Otra variación de la leyenda dice que en la década de 1920, un par de amigas ocupaba la casa y una de ellas se enamoró de un hombre de la localidad. Su relación pronto pasó de sana a lo extremadamente violenta, y concluyó trágicamente cuando el hombre se volvió loco por las constantes peleas y celos de las mujeres. Fuera de sí, las asesinó mientras dormían y después se suicidó. Sus cuerpos fueron encontrados varios días después, y se cree que fue esta historia de violencia la que pudo haber atraído o creado al Kasha; mismo que si la historia del escritor de The Overly Opinionated es cierta, continúa acechando la nueva construcción que tomó el lugar de su casa.
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