El 21 de Octubre de 1492, pocos días después de haber pisado el nuevo mundo, Cristóbal Colón escribió en su diario sobre el encuentro que tuvo con una criatura de metro y medio de largo; describiéndola como una serpiente la cual había visto en un lago de la isla.
Al día siguiente, una serpiente de aspecto similar fue asesinada en otro lago de la isla por Martín Alonso Pinzón, capitán de una de las naves al comando de Colón. Estos hechos quedan como pies de página en la historia de la exploración americana, y cuando llegan a ser mencionados se considera que por lo vago del término "serpiente" en aquél tiempo; podrían hacer referencia al cocodrilo o a un lagarto desconocido para los europeos.
En 1987, una expedición del museo estatal de Florida descubrió los restos de un cocodrilo de gran tamaño en las ruinas de una aldea que se cree pudo haber sido visitada por Colón. Lo que hace más interesante el caso, pues no hay especies de cocodrilos nativas de las Bahamas, aunque existe la posibilidad de que el animal pudo haber viajado desde Cuba o la costa de México en la marea del Caribe. Varios criptozoólogos sugieren que podría tratarse de una especie desconocida o un animal isleño que fue cazado hasta la extinción; aunque esta última teoría se cae al no haber registros de ataques de cocodrilos o lagartos de gran tamaño hacia los pobladores y colonos de las Bahamas.
Como un dato curioso, en una entrada de septiembre de 1949, Colón hace referencia a otro encuentro en la costa este de lo que hoy es República Dominicana. De acuerdo con Colón, él y su tripulación avistaron lo que a todas leguas era una tortuga gigantesca; del tamaño de una ballena.
La Serpiente Gallo de Haití.
Un críptido tal vez relacionado con la extraña serpiente avistada por Colón, es la famosa Serpiente Gallo de Haití; la cual no solo se dice que habita este país, si no áreas de Jamaica y otras islas menores. Este ofidio mide aproximadamente 1.30 metros de largo, con un cuerpo moteado de color cobrizo, una especie de mechón en la punta de la cola y una cresta parecida a la del gallo; además de que cuenta con la extraña habilidad de cacarear y cantar como el ave.
El mito sugiere que esta agresiva serpiente venenosa es una ávida devoradora de pollos, y no es raro que los granjeros isleños la culpen por la desaparición de sus aves. Y aunque se le considera una leyenda urbana, existen incluso casos históricos de serpientes gallo asesinadas. Por ejemplo, el cuerpo parcialmente descompuesto de uno de estos reptiles fue examinado por un doctor en Jamaica en el año 1829, corroborando que contaba con una cresta similar a la del gallo. En otro caso, uno de estos animales fue asesinado a tiros por un cazador en una plantación jamaiquina en el año 1850.
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