Fotografía del monstruo de Cojimar.
Durante el verano de 1945, el poblado cubano de Cojimar, famoso también por haber inspirado al célebre Ernest Hemingway para escribir "El viejo y el mar"; causó revuelo internacional cuando en él se dio la captura de lo que el periódico Le Monde bautizó como "El monstruo de Cojimar."
En una mañana de junio, un grupo de pescadores se encontraban a kilómetro y medio de la costa cuando se percataron de algo bastante inusual: En las horas que llevaban ahí, no habían capturado nada; aún cuando la zona de Cojimar es bastante rica en peces de gran tamaño como atunes y marlins. Sin embargo, ese día las aguas fallaron en entregarles algo.
La respuesta no tardó en aparecer.
Los gritos de uno alertaron el resto. El hombre señalaba hacia el mar abierto, donde una gigantesca aleta dorsal cortaba la superficie del agua. Por el tamaño y forma, no les quedó duda de que se trataba de un ejemplar de tiburón blanco; el más infame y reconocido depredador marino. Sin embargo, los pescadores de Cojimar cayeron en la conclusión de que, por el tamaño de la aleta, el animal debía sobrepasar a cualquier otro que hubieran visto hasta entonces.
No era difícil pensar que un animal de ese tamaño debería costar una fortuna, así que tras una breve discusión, se decidieron a atraparlo y remolcarlo a los muelles de Cojimar.
La tarea no resultó para nada fácil. Sin redes agalleras o equipo necesario para la pesca mayor, improvisaron la creación de una red al atar varias líneas de pesca a un gancho para tiburones, al que se le ensartó un poco de pescado a manera de carnada. Una vez que el tiburón se interesó y nadó en dirección al bote, fue que los pescadores se percataron de la envergadura del animal y el hecho de que era incluso más grande que el bote.
El monstruo marino mordió la carnada y arrastró al bote, amenazando con hundirlos aún cuando los pescadores usaban todas sus fuerzas y emplearon pequeñas anclas para cansarlo. Tras una hora de ardua lucha, el tiburón se detuvo lo suficiente como para que los hombres pudiesen acribillarlo a punta de arponazos.
Contrario a lo que esperaban, el tiburón se encolerizó y saltó de entre las aguas, mordiendo el bote y arrancando un trozo de la proa. Enfrentados a la posibilidad de zozobrar, los pescadores intensificaron su ataque, a grado tal que cuando el tiburón finalmente sucumbió a sus heridas; había transcurrido más de una hora.
Para cuando el bote dañado llegó de milagro a los muelles de Cojimar, curiosos y pescadores por igual observaron con asombro el pez que era arrastrado por el grupo. La medición en el muelle entregó un dato estimado de su tamaño: casi siete metros de largo, aunque hay quienes apuntan a unos buenos ocho o nueve; y un peso de al menos tres toneladas y medio.
En comparativa, se dice que el tamaño promedio de un gran tiburón blanco es de entre cuatro y cinco metros; con algunos especímenes nativos del "callejón del tiburón" en Sudáfrica, los arrecifes de coral en Australia o la costa de California llegando a lo mucho a los seis. El "Monstruo de Cojimar" rompía todos los records conocidos hasta la fecha, empequeñeciendo a una hembra de seis metros capturada en el Golfo de San Lorenzo durante el verano de 1898.
De manera curiosa (o escalofriante), los pescadores de Cojimar aseguran hasta la fecha que han tenido encuentros con tiburones mucho más grandes que el Monstruo en las aguas del Caribe; y que en ellas habitan escualos del tamaño de autobuses.
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