Cuando estaba en tercer año, vivía en una casa que me aterrorizaba al anochecer.
En una ocasión, tuvimos visitas y me vi obligado a dormir en una catre que teníamos en una pequeña alacena bajo las escaleras. A la hora de dormir, mamá bajó a decirme buenas noches, arroparme y apagar las luces.
No tardé mucho en quedarme dormido.
Desperté a eso de las doce de la noche en el baño, y por alguna razón mis manos y el lavabo estaban cubiertos de sangre. Comencé a alocarme y entonces sentí que mi labio superior dolía muchísimo. Me acerqué al espejo y al revisarme, encontré una herida en la parte superior de mi boca, justo entre los dientes delanteros y los labios.
Pensé que debí haber caminado dormido y me lastimé al caer o algo así. No le tomé importancia. Lavé toda la sangre de mis brazos y regresé a la cama.
Al día siguiente, mi labio estaba hinchado al doble de tamaño; y hasta la fecha no sé qué fue lo que pudo haber pasado.
Poco después de eso empecé a temerle más a esa casa por alguna razón que no entendía del todo. Cada noche tenía ataques de ansiedad y debía cerrar mis ventanas y persianas antes de dormir. Me despertaba siempre a las doce de la noche y veía con horror que sin importar como las cerrara, tanto mi ventana como las persianas y el mosquitero de fuera habían sido abiertos.
En una ocasión poco antes de Halloween, permanecí fingiendo que dormía para tratar de descubrir si eran mis padres fastidiándome o alguien del vecindario que buscaba asustarme o algo peor. No creo olvidar lo que vi.
Había algo rojo y grande fuera de la ventana... en un segundo piso. No podía ser, ¿cómo era que algo flotara así como si nada y abriera mi ventana?
Sobra decir que no pegué el ojo en toda la noche.
Las cosas siguieron pasando, y recuerdo una en particular de cuando tenía trece.
Estaba viendo TV una noche en el sótano, pues teníamos una pequeña sala ahí. Estaba sentado en una mecedora frente al aparato, y de pronto sentí que alguien o algo estaba acomodando la silla. Pensé que era mi hermana intentando asustarme... luego escuché que el teléfono de pared detrás de mí se caía sobre una mesa. Volteé y vi un brazo gris con dedos muy largos saliendo de la pared y acomodando el teléfono de nuevo.
Grité como niña y salí corriendo de ahí. Hasta la fecha me da miedo ir a ese sótano.
Pero bueno...
¿Todo eso? Digamos que finalmente me cansé y con el tiempo me mudé a mi propio departamento luego de cumplir dieciocho.
Hace dos meses, fui a visitar a mis padres y les conté todas esas cosas raras. Intercambiaron miradas incómodas, y hablaron seriamente conmigo.
Fue así como me enteré de que la hija del dueño anterior de la casa practicaba.magia negra.
Y solía hacer rituales con sacrificio de animales en la habitación donde yo dormía.
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