jueves, 6 de febrero de 2020

El Obispo de Mar y otros humanoides marinos.

"Como los cielos, en los mares hay  Sol, Luna y Estrellas;
Como el aire, golondrinas, halcones y estorninos;
Como la tierra, viñas, rosas, cardos, hierbas,
frutos, flores, hongos y muchos millones de otras
plantas muchas más extrañas que estas.
Así como hay peces viviendo en los mares.
También hay carneros, becerros, caballos, liebres y cerdos,
lobos, leones, erizos, elefantes y perros, 
Sí, hombres y doncellas, y a los que más admiro,
el bien vestido obispo y el fraile encapuchado;
De, cuyos ejemplos, se han visto en Noruega y Polonia."
-Guillaume du Bartas, La Sepmaine; ou, Creation du monde.

En casi todas las culturas del mundo hay tradiciones orales y escritas, así como mitos y cuentos sobre humanoides habitantes de las profundidades. De las sirenas, tritones, rusalkas y ondinas; hasta el temible Dagon, no hay un cuerpo acuático que no cuente con una leyenda al respecto sobre civilizaciones submarinas y seres que entremezclan rasgos del hombre y los habitantes de las profundidades.
Quizás no tan bien conocidos como las sirenas o los tritones, los monjes de mar y otras especies relacionadas; forman parte del bestiario mitológico de sitios tan lejanos como Europa y Japón; lo que hay llevado a algunos a creer que efectivamente pueda tratarse de algo más que una leyenda. 

El Obispo de Mar.
Reconstrucción medieval.
También llamado Pez Obispo, el Obispo Marino es reportado por primera vez en el siglo XVI donde de acuerdo con la leyenda, uno de ellos fue capturado y llevado al rey de Polonia; quien expresó deseos de conservarlo. Se dice que también fue presentado a un grupo de obispos católicos, con quienes aparentemente 'habló' y pidio ser liberado. Los religiosos concedieron su deseo, y una vez llevado a la costa para ser devuelto a la naturaleza, hizo la señal de la cruz y desapareció entre las aguas. 
Uno más fue capturado en la costa de Alemania en 1531, rehusándose a comer y murió al cabo de tres días. Por este encuentro se obtuvo la descripción e imagen en el cuarto álbum de la Historiae animalium de Conrad Gesner, publicado en 1551. 
Los detalles anatómicos sobre este ser varían dependiendo de la región, pero siempre se le muestra como un humanoide acuático de piel escamosa, con una cabeza con forma de domo (similar al sombrero de un obispo) y rasgos faciales similares a los de un hombre; usualmente con una barba hecha por tentáculos o fibras. También parece poseer una capa o membrana cubriéndole la espalda y que asemeja una capa o túnica.

El Monje Marino.
Comparación del supuesto Monje Marino y varios animales marinos. 
Otra criatura relacionada con el Obispo Marino es el Monje Marino o Pez Monje, que aparece aproximadamente en la misma época en bestiarios y almanaques; pero con la diferencia de poseer una cabeza calva en forma de domo, un cuerpo escamoso y aletas largas en lugar de los brazos y las patas del Obispo.
En el Historia animalium de Gesner, este ser fue supuestamente capturado en la costa de Noruega en 1546, pero luego de morir fue considerado una abominación y enterrado en algún lugar desconocido bajo las órdenes del rey Christian III de Dinamarca. Gesner también sugiere que un animal similar fue documentado por Boethius y Capturado en el estuario del Río Forth en Escocia. 
Se ha propuesto que el Monje Marino puede de hecho ser el cadáver putrefacto de algún animal existente, quizás un calamar gigante, una morsa o un tiburón ángel. 

Umibozu.
Grabado japonés del periodo Edo.
Proveniente de Japón, el Umibozu ('Sacerdote del Mar') es un yokai o espíritu del océano que es considerado un emisario de la desgracia para los marinos japoneses, pues convoca a las tempestades y destruye los barcos, ocasionando que la tripulación se ahogue. Su tamaño varía de un par a decenas de metros de longitud; aunque también hay reportes de algunos más pequeños.
A diferencia de otros yokai marinos como el funayurei, los Umibozu aparecen durante días de calma en grandes enjambres y atacan a los barcos, colgándose del casco y entonando cánticos conforme atacan. 

En el periodo Edo, hay documentos que hablan sobre un Umibozu llamado 'Kuro Nyudo' y que se traduce como 'monjes negros iniciados'. Los Kuro Nyudo supuestamente son dioses dragón de las aguas que exigen sacrificios y prefieren consumir la carne de mujeres o doncellas.
En la prefectura de Wakayama apareció el 26 diciembre de 1888 un Umibozu con la forma de un mono de 2.4 metros de largo y un peso de 250 kilogramos; con ojos naranjas la boca de un cocodrilo, el torso de un pez, la cola de una langosta y que emitía bramidos como los de un toro.
En 1871, el bote de pesca Konpira Maru se encontraba en camino a Nueva Zelanda para pescar atún cuando su red se enganchó con algo que parecía ser un organismo desconocido de proporciones colosales. De acuerdo con los marineros, el ser era de color gris, con ojos de quince centímetros de diámetro y dos grandes fosas nasales. Al escuchar los testimonios de los marineros, un oficial del departamento de investigaciones marítimas de Yaizu determinó que podía tratarse de una ballena; a lo que un marinero entrevistado respondió que el cuerpo del ser estaba mayormente bajo el agua y sobrepasaba por mucho al de cualquier ballena existente. 

miércoles, 5 de febrero de 2020

El fantasma sin cabeza.

"Cuando tenía quince años, vivía en el estado malayo de Penang con mis padres y hermanos. Ocupábamos una casa construida por el gobierno que ya no existe, pues fue demolida hace unos años para construir en su lugar un desarrollo inmobiliario. Las casas, del tipo playero como se les conoce popularmente, se encontraban en el terreno que alguna vez fue parte de un campamento del ejército japonés durante la ocupación de Malasia en la Segunda Guerra Mundial. 
Una noche en particular, no podía dormir y decidí ponerme a leer historietas. Debía pasar de la una de la mañana cuando finalmente me dio sueño y subí a mi habitación. Me estaba por acostar cuando caí en cuenta de que dejé las historietas en el piso de la sala de estar y si mi madre las veía en la mañana, seguro las tiraría a la basura. Con pereza, decidí regresar por ellas y no tomé la molestia de encender la luz, porque la de la luna se filtraba a través de las enormes ventanas de la sala e iluminaba perfectamente el lugar. 

Mientras recogía mis historietas, escuché un sonido suave. Un golpeteo ligero que venía de la habitación donde teníamos la televisión. Pensé que podía tratarse de un ladrón, y la curiosidad me llevó a asomarme por el arco de la puerta. Lo que vi me persigue hasta la fecha: Ahí, de pie e iluminado por la luz de luna, vi una figura traslúcida y vestida con lo que indudablemente era el uniforme del ejército imperial japonés... pero lo que me heló la sangre fue que el hombre no tenía cabeza.
Me llevé ambas manos a la boca para evitar gritar, y me paralicé observando como el soldado andaba a ciegas, tentando todo a su alrededor como si buscara algo; tal vez su cabeza. Esto transcurrió por varios minutos hasta que se dirigió tambaleándose hacia la cocina. 
Sin dejar de cubrir mi boca y olvidando las historietas, subi corriendo a mi habitación y me metí bajo las sábanas. No tengo idea de a qué hora me venció el sueño, pero tardó mucho para que eso pasara. 
Con el tiempo, escuché de los vecinos que también habían visto al soldado japonés, que aparecía por las noches en las casas, calles y jardines en busca de algo. Hasta la fecha, creo que debía estar buscando su cabeza." 

La desaparición de la Novena Legión.

Las causas de la desaparición de la Novena Legión, Hispana del Imperio Romano, son un misterio que ha dejado perplejos a investigadores, historiadores, novelistas y expertos en lo paranormal durante siglos. 

La Novena Legión, Hispana. 
No existe un registro fidedigno de la fecha de fundación de la Legión, pero por documentos sobrevivientes se sabe que una Novena Legión que formó parte de las huestes de Julio César durante su invasión a Galia, y las batallas de Dyrrhachium, Pharsalus y la campaña africana del año 46 d.C.. 
Formó también parte de la defensa contra Sexto Pompeyo en su rebelión en Sicilia, como parte de una campaña en Macedonia y al mando de Octaviano durante su guerra contra Marco Antonio en Actium.
La Legión marchó hacia Bretaña, derrotando al señor celta Caractus en Caer Caradoc y estableciendo el fuerte de Lindum Colonia en lo que hoy es la ciudad de Lincoln; marcharon por Caesio Nasica contra Venutius en el año 52, y fueron derrotados por la famosa reina guerrera Boudica en un combate contra los icenos al intentar tomar Camulodunum; hoy Colchester.
En el año 72, lucharon contra los Brigantes del norte de Bretaña y construyeron el fuerte de Eboracum (hoy York) a manera de defensa contra los caledonios que en ese entonces poblaban Escocia. La construcción de Eboracum es la última vez que aparecen en un registro claro, gracias al descubrimiento de una tableta de piedra con la frase 'LEG IX HISP' en las ruinas del edificio.

La Legión desaparece.
Toda información sobre la legión termina en el año 120, corroborado por la existencia de dos columnas en Roma describiendo todas las fuerzas del Imperio Romano; además de una lista elaborada por el historiador Dio Casio en 210. Esta última contiene informes específicos de las legiones existentes hasta el año 197; y se menciona las treinta y tres legiones principales además de tres otras fundadas por Séptimo Severo en ese año. Pero no hay datos sobre la Novena.

¿Qué fue de la Novena?
Loza hallada en Eboracum.
La teoría más aceptada sugiere que la Legión fue aniquilada por los celtas en las fronteras del norte de Bretaña. En el siglo XIX, el clasisista Theodor Mommsen propuso que Eboracum fue destruida durante el reinado de Adriano y todos los miembros del ejército imperial asesinados por Brigantes en 108.
Mommsen fundamenta su teoría en los escritos de Marco Aurelio Fronto, quien a su vez le contó al emperador Marco Aurelio que durante la época de Adriano hubo un gran número de bajas a manos de los Bretones; situación que llevó a la construcción del Muro de Adriano bajo la idea de que los Bretones jamás serían dominados y la mejor opción era dejarlos fuera de los confines del Imperio.
Posteriormente, el historiador Lawrence Keppie sugirió que la Legión pudo haber sido reasignada en el año 117 para servir en la guerra de Parthia al final del gobierno de Trajano; y que la ausencia de la Legión provocó que los nativos celtas aprovecharan y se alzaran en armas contra las fortalezas y construcciones romanas en Eboracum. 

No se tiene un punto exacto de la desaparición, pero la teoría popular sostiene que ocurrió en la localidad escocesa de Dunblane. Las patrullas de exploración romanas no encontraron mensajes de la Legión, rastros de los campamentos, armamento o cadáveres; y su interrogación inicial de los nativos resultó en información inútil.
Los caledonios y celtas indicaron que ninguna de las tribus presentes en Dunblane vio a la Legión después de que pasaran por el asentamiento principal, y que aparentemente se habían desvanecido sin dejar rastro al marchar hacia el norte. 
Esta última teoría, sin embargo, pierde validez tras el descubrimiento de inscripciones hechas por soldados de la Legión IX Hispana encontradas a decenas de kilómetros de ahí, en la región holandesa de Nijmegen. Esta evidencia sostiene que la Legión se encontró acuartelada ahí a partir del 120 d.C., una década después de su supuesta desaparición en Bretaña. Además de las inscripciones, en Nijmegen se hallaron lozas con fechas, un pendiente de plata con LEG HISP IX grabado al reverso y un altar dedicado a Apolo en Aachen, Alemania.

El altar fue hecho por un tal Lucio Latino Macer, quien también se describe a sí mismo como el centurión en jefe y prefecto del campamento de la Novena Legión Hispana. La evidencia arqueológica apunta a que la Legión se hallaba en Europa Central en algún punto posterior al año 104 pero no más allá del 120. 
Esto sugiere que si bien la Legión se hallaba en Noviomagus luego del 104, fue reemplazada por un destacamento de la LegióN XXX Ulpia Victrix cerca del 120; y que los elementos presentes pudieron ser solo un escuadrón y no la totalidad del cuerpo. Pero también se hace notar que la presencia de oficiales como Latino Macer es un indicativo de que toda la Legión se hallaba ahí en la década del 120; una 'Vexillatio Britannica' (Destacamiento Británico) enviada a Nijmegen y tal vez formada por la Novena Legión o por una mezcla de varias unidades provenientes de Bretaña. 

Posibles causas.
Mapa de los dominios romanos durante la Rebelión de Boudica.
Los historiadores apuntan que la desaparición de la Novena Legión pudo llegar en dos eventos importantes a partir del año 130, en concreto la rebelión judía contra los Romanos en Judea del 132, y la guerra de Marco Aurelio contra el Rey Vologases IV en 161. 
La segunda rebelión de Judea causó un gran número de bajas a los ejércitos romanos, y coincide con la fecha de la salida de la Legión de Nijmegen; por lo que se mantiene la hipótesis de que la Novena pudo haber sido enviada como refuerzo pero terminó siendo derrotada por los judíos. Existe un argumento en contra, pues el único registro presente de la época habla sobre la Legión XXII Deiotariana de Egipto; más no hace mención de la Novena Legión. Aunque también es posible que ambas legiones hayan sido destruidas, pues este conflicto es la peor derrota para los Romanos desde la batalla de Teutoburg en el año 9. 
En el caso de la guerra contra Vologases IV, el historiador Casio Dio menciona que un ejército de Vologases aniquiló a una legión romana en Armenia, más no se dan datos de cuál pudo haber sido. En esa época, solo existían dos legiones en Capadocia, la XII Fulminata y la XV Apollinaris; pero ambas continúan en los registros posteriores al año 200, por lo que ninguna de ellas fue arrasada por las fuerzas de Vologases. 

Hasta el día de hoy, la teoría más aceptada es la de Bretaña; pues los arqueólogos e historiadores sostienen que el estado caótico de la región en dicha época podría explicar la falta de registros que señalasen la caída de una legión imperial. 
Lawrence Keppie plantea que probablemente la legión fue desbandada al poco tiempo de abandonar Bretaña, y que sus remanentes sí llegaron a Alemania y Holanda, pero fueron integrados a otras legiones para luchar en la guerra al final del reinado de Trajano. Miles Russell por otra parte, señala que los restos arqueológicos encontrados en Njimegen no son del año 120, si no del 80; cuando los destacamientos de la Novena Legión se encontraban en el Rhine peleando con tribus germanas. 
Finalmente, entre los habitantes de Escocia existe la leyenda de que efectivamente, cuatro mil soldados romanos de la Novena Legión pasaron a través de Dunblane pero desaparecieron sin dejar rastro alguno; sugiriendo un evento paranormal.

Los fantasmas de la Legión perdida.
Un tipo de aparición fantasmal popularmente reportada en Inglaterra es aquella de soldados romanos. De las ruinas de una antigua taberna donde aparecía un legionario hasta la autopista M-6 que corre por Manchester y Leigh, supuestamente embrujada por una legión espectral; hay infinidad de historias sobre espectros romanos.
En el caso de la historia de la famosa legión perdida, las anécdotas de espíritus romanos también son abundantes en Dunblane durante cada mes de septiembre. El autor A.C. McKerracher narra en uno de sus libros como durante el año de 1974, pudo percibir voces hablando en latín, el tintinear de armaduras y armas, y el sonido de miles de hombres que marchaban a las afueras de Dunblane. 

sábado, 30 de noviembre de 2019

UB-65 - El Submarino Maldito.

Tal vez no lo creas, pero en los tiempos de guerra pasan muchas cosas sobrenaturales. Hay una infinidad de reportes de fantasmas, OVNIs, seres desconocidos y fenómenos inexplicables en los campos de batalla; pero ninguno es tan interesante y perturbador como el del U-Boat Alemán UB-65.

La historia del UB-65 inicia a comienzos de 1916 en plena Primera Guerra Mundial. En esa época, los ingenieros Alemanes propusieron la creación de un arma nueva que ayudara a darle un giro a la guerra pues iban perdiendo. El plan era crear un vehículo acuático que se pudiera sumergir y al que no se le pudiera dar con proyectiles estando bajo el agua.
El plan se puso en acción y no tardó para que el Káiser tuviera a su servicio una flota de submarinos conocidos como U-Boats (del Alemán 'Unterseeboot', 'bote submarino'). Estos U-Boats pronto se transformaron en el terror de las naves Británicas, despedazando la flota real y cualquier otra embaración que navegara en el mar del norte. Un segundo modelo de U-Boat, más duradero y veloz que sus predecesores fue aprobado; pero por la presión y la necesidad de construir más de ellos se pasaron por alto muchos normativos de seguridad y los botes se convirtieron en un riesgo debido al número de explosivos que llevaban y las escasas características de protección para sus tripulantes.

Durante la construcción del  U-Boat número sesenta y cinco, el UB-65; dos trabajadores que se encontraban instalando las placas del casco fueron aplastados por un fragmento del casco. Uno de ellos murió al instante, mientras otro que fue prensado a la altura de las piernas quedó tendido, gritando de agonía mientras sus compañeros intentaban quitarle el trozo de metal de encima. 
Murió horas más tarde en el hospital y la marina Alemana descartó el evento como un incidente laboral; por lo que la construcción reanudó su marcha al cabo de unos días. Semanas después, luego de que el submarino había sido completado; se escucharon los gritos de apoyo y la tos de tres trabajadores que habían sido enviados a ajustar los aparatos del cuarto de máquinas. Un trabajador que se encontraba cerca de ahí intentó rescatarlos, pero fue incapaz de abrir la habitación; y para cuando llegaron más hombres con equipo para botar la cerradura, hallaron muertos a los tres trabajadores. 
Los hombres habían inhalado humo tóxico proveniente del motor, y tras una revisión exhaustiva se llegó a la conclusión de que no había forma de que el humo se hubiese producido. De cualquier manera, una investigación a detalle habría tomado tiempo y debido a la guerra se evitó hacerla para que el UB-65 fuera lanzado al servicio lo más rápido posible.

Ya en servicio, el UB-65 se cobró otra víctima al poco tiempo de estar en el mar. 
Aparentemente, el capitán del bosque le pidió a un cadete cerrar la puerta de la cubierta. Aquí es cuando comienza lo inexplicable; pues de acuerdo con otros marinos, el cadete simplemente saltó del submarino como si tuviera la intención de suicidarse y su cuerpo jamás fue encontrado.
La moral de la tripulación estaba por los suelos, cosa que empeoró todavía más cuando ocurrió una falla inexplicable en la primer inmersión. Se dice que a cierta profundidad, el capitán ordenó que se detuviera el descenso. Cosa que no ocurrió, pues la nave sufrió un malfuncionamiento y continuó bajando hasta que chocó con el fondo. Se determinó que había una fuga en los tanques de combustible, y con el pasar de las horas la nave se llenó del mismo gas tóxico que le había arrebatado la vida a los tres trabajadores semanas antes. Transcurrieron doce horas antes de que el submarino pudiera volver a funcionar y subiera a la superficie. 
Sorprendentemente, la tripulación no sufrió ninguna baja y se preguntaron como fue que exactamente subieron a las doce horas; el máximo tiempo permitido para un U-Boat. De haber pasado unos minutos más, la tripulación entera habría fallecido. 
Pero estos fenómenos que parecían la ira de algún espíritu vengativo solo fueron el inicio.

Al submarino se le llevó a un astillero y fue reparado. Después se le llevó a Brujas, donde se le reabasteció de provisiones y armamento. Sin embargo, cuando eran colocas las últimas cargas de proyectiles dentro, uno de los torpedos dentro de la nave explotó y se llevó consigo a cinco hombres. 
Entre estos se encontraba el segundo oficial, un nombre apodado 'El Negro' debido a su complexión oscura. No se supo la causa de la explosión, y ya la tripulación se planteaba la posibilidad de que el barco estuviera maldito, por lo que muchos desertaron. Se contrató a una nueva tripulación y durante un pase de lista, un oficial y un cadete dijeron que habían visto al Negro de pie al fondo del puente de mando; mirándolos de forma amenazadora como una sombra. 

El UB-65 se desempeñó perfectamente en combate, hundiendo varias naves enemigas. Aunque la tripulación estaba aterrada, pues las historias de las muertes y que varios habían visto ya al espíritu del Negro, hicieron mella en la moral de los marinos. 
Luego de dejar un puerto belga en el año nuevo de 1918, la siguiente misión del UB-65 era patrullar las aguas del canal inglés y atacar a las naves enemigas. El 21 de noviembre, mientras el U-Boat subía para recargar baterías; el segundo oficial al mando vio de pie al Negro en la cubierta del bote. El capitán también lo vio, pero la aparición se esfumó en un parpadeo. Temiendo que afectara la moral de la tripulación, ordenó a sus hombres el callarse lo que habían visto. 

Semanas después mientras estaban en un puerto, el capitán se encontraba en un casino cuando se desató la alarma que señalaba un ataque aéreo. El capitán corrió de vuelta al U-Boat, pero antes de llegar un fragmento de proyectil lo alcanzó y le arrancó la cabeza limpiamente. Finalmente, la maldición fue tomada en serio y luego de que se contratara a un nuevo capitán, se inició una investigación que no llevó a nada. 
Para este punto, la tripulación ya no quería estar dentro de la nave y amenazaban con desertar.

Un artillero de torpedos se volvió loco a bordo de la nave en mayo, y tuvo que se sedado. Tras recuperarse, el hombre aprovechó una subida  a la superficie para llegar a la cubierta y suicidarse saltando a las gélidas aguas del mar del Norte. El jefe de ingenieros resbaló y se fracturó una pierna. El encargado de los cañones fue alcanzado por una gran ola mientras estaba en cubierta y se ahogó. Ya todo mundo estaba deprimido, y el capitán empezó a creer en la maldición. 

Durante un patrullaje en los riscos de Dover, el submarino se encontró bajo fuego enemigo por espacio de media hora; aunque misteriosamente resultó ileso. Una vez detenido el fuego, el encargado del timón condujo a un grupo de vigías a la cubierta para revisar el daño en la nave... solo para ser golpeado por la esquirla de un proyectil que le destrozó la yugular. 
Sorprendentemente, llegó vivo a Zeebrugge, donde llegó al hospital con heridas ligeras y logró recuperarse al cabo de unos meses. 

Dos meses después, el UB-65 finalmente fue destruido. 
El 31 de julio de 1918, el alto mando de las fuerzas navales Alemanas reportó al UB-65 como desaparecido. Después de ello, el capitán de un submarino Americano, el L-2; reportó que el UB-65 había explotado frente a sus ojos sin explicación. No hubo ráfagas de artillería, minas navales o torpedos. Simplemente explotó.
Además reportó otra cosa. 
Momentos antes de la explosión, el capitán vio a un hombre de pie en la cubierta. 
Un hombre de piel oscura. 

En el año 2005, el programa británico Wreck Detectives dio con el naufragio de un U-Boat en aguas territoriales de Inglaterra; hallazgo corroborado por el servicio de radar de la Marina Real, quienes declararon que se trataba efectivamente de los restos del UB-65.
La arqueóloga Innes McCartney y el historiador Axel Niestlé realizaron estudios tomando como base el tipo de cañones en la cubierta y los números de identificación en las propelas, que coincidían con los registros brindados por la marina Alemana. Se descubrió también que los restos del UB-65 no mostraban daño producido por proyectiles enemigos, y el experto David Manley determinó que el daño que hundió la nave pudo ser el de una carga de profundidad que dañó el casco y los sistemas de supervivencia de la nave.
También, sorprendentemente, se encontró que las escotillas de cubierta estaban abiertas, lo que indicaba un posible intento de los tripulantes para escapar de la nave mientras se hundía. 

miércoles, 16 de octubre de 2019

El diario del señor Bien Hecho - Parte 4.

Hola.
De todas las cosas maravillosas que se pueden ver en este mundo, la mayoría de ellas yacen en la periferia de esa realidad terrenal, superficial, mundana, sin valor, duplícita, torcida, hórrida, desagradable, despreciable, banal y enfermiza a la que se aferra la humanidad.
Lo siento.

Pero es en el rabillo de los ojos que uno puede encontrar gemas desconocidas entre la basura. Esas formas definidas que la humanidad asigna de manera inconsciente a lo que puede explicar fácilmente; a esas normalidades aceptables del mundo social que nos perturban; que nos dejan con un vago terror que le ruega a los ojos el cerrarlos cuando las luces se apagan antes de ir a dormir y no abrirlos hasta que la luz mañanera acaba con las posibilidades de la oscuridad.

Qué desperdicio. Qué ridículo.

Abre tus ojos y usa las capacidades maravillosas de estos órganos fantásticos. Mientras efectúas tus rituales higiénicos de cada día, te sugiero prestar atención indirecta a la oscuridad del pasillo más allá de la puerta. Espera a algo inevitable, algo fuera de lugar con la calma característica de la noche, eso que siempre pasa sutilmente en dirección a destinos ignotos.
Pero no le hagas caso.
No, no, no lo hagas.
Algunas cosas son mejores si solo se les ve y no se interactúa con ellas.

Porque al ver eso que se cree a sí mismo invisible, llega una atención con las consecuencias más severas. 
Oh, sí. Muy severas.
Compórtate.
Mira, pero no toques. O hables. O pruebes.
Solo tal vez entonces serás capaz de escuchar. Sutilmente al principio, pero en cada ocasión posterior será imposible d eignorar. incluso mientras permanecen de pie, mirándote desde las esquinas más oscuras de tus refugios más sagrados y seguros; debes evitar hacerles saber que los ves. 

Quédate contento con observar.
Sí, contento.
Esa reacción es la única barrera contra sus actos.

Si lo haces, si puedes evitar las tentaciones de la oscuridad y controlar tus impulsos primordiales; entonces tal vez estarás preparado.

Preparado.
Para más.
Mucho más.

Fantasmas de la Primera Guerra Mundial.

Como los dos conflictos más violentos en la historia de la humanidad, no es de extrañarse que las dos guerras mundiales cuenten con toda clase de historias paranormales relacionadas con ellas. Desde los Ángeles de Mons hasta las 'sombras' de Hiroshima y Nagasaki; hay miles de relatos sobrenaturales que involucran espíritus, entidades, demonios y críptidos merodeando los campos de batalla aún décadas después.

De todos estos, algunos de los más perturbadores surgen a raíz de la llamada 'Tierra de Nadie'; el mar de canales, fosas y trincheras que servían en los frentes de batalla de Europa en la Primera Guerra Mundial. Durante años, soldados de ambos bandos lucharon y murieron entre ríos de sangre y lodo, cadáveres putrefactos, ratas que devoraban cadáveres y la amenaza constante de ametralladoras y los primeros gases venenosos. 
Así que cuando los soldados alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses volvieron a casa; cientos de ellos relataron sus encuentros con espíritus de compañeros muertos, monstruos y seres que desafiaban toda explicación; los cuales parecían estar ahí con el firme propósito de atormentar a los combatientes y alimentarse de su miseria. 

Los sabuesos fantasma.
La primer historia viene de un soldado identificado como "Jock", que se desempeñaba como vigía en la línea de batalla del frente occidental; que abarcaba Francia y Bélgica. 
Al regresar de la guerra, Jock narraba a quien quisiera escuchar sus relatos de visiones misteriosas sobre fantasmas, luces espectrales y figuras sombrías que caminaban sin rumbo entre la masacre durante la noche; y una en específico que le heló la sangre: Durante una noche tranquila, Jack montaba guardia sin más que la luna llena para alumbrarle el camino, pues existía la posibilidad de que algún francotirador enemigo estuviese acechando entre las trincheras. 
Pasaba ya de la medianoche cuando Jock escuchó el inconfundible aullido de un perro de gran tamaño. Al asomarse por sobre el borde de una trinchera, Jock divisó a un par de sabuesos que corrían por el campo de batalla, atados entre sí por una cadena. Los animales lanzaban aullidos lastimeros, y desaparecieron al cabo de unos segundos ante la vista del soldado, que no daba crédito a lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, antes de que pudiera procesar la aparición, los perros se materializaron de nuevo, esta vez más cerca. El fenómeno se repitió por varios minutos; cuando los perros por fin se esfumaron a pocos metros del aterrado Jock.
En la mañana, el soldado relató su encuentro a otros vigías, y algunos de ellos le respondieron argumentando que sí; que también se llegaron a encontrar con los sabuesos durante la noche, y que debían prepararse, pues por lo regular se aparecían como anticipo a una batalla sangrienta. 

Will Bird y la trinchera.
Soldados canadienses en Vimy Ridge.
Will Bird era un soldado canadiense que participó en la batalla de Vimy Ridge, famosa por ser una de las batallas más de la guerra y donde cuatro divisiones del ejército canadiense se enfrentaron con el alemán; resultando en más de diez mil muertos durante tres días en abril de 1917.
Brad narraba que durante una noche en combate, su hermano que había fallecido en otra batalla se le apareció para sacarlo de su posición en un agujero defensivo. Bird siguió a su hermano por la trinchera hasta que el espíritu desapareció. Percatándose de que había desertado de su puesto y se le podría someter a corte marcial por ello; emprendió el camino de regreso al amanecer. Al llegar, Bird se dio cuenta de que el hueco donde se había refugiado había sido arrasado por el proyectil de un cañón Howitzer y una buena parte de su pelotón lo creía muerto en combate. 

El soldado de Verdún.
Trincheras de la batalla de Verdun. 
La batalla de Verdún, la más larga de toda la guerra y la principal lucha de guerrilla entre el ejército Alemán y el Francés; también tiene algunos relatos de fantasmas ocurridos en ella. Contaban los soldados alemanes que durante las noches, era común encontrarse la aparición de un soldado con uniforme de la guerra franco-prusa, ocurrida más de cuarenta años atrás y fácilmente reconocible por una barba larga y blanca.
Los alemanes decían que la aparición ayudaba a los franceses y ocasionaba que los soldados alemanes dejaran caer sus armas o tropezaran al perseguirlos por las trincheras; además de guiar a los galos a través de espacios seguros durante los intercambios de fuego. Incluso un soldado francés declaró haber sido auxiliado por el fantasma, quien le ofreció un vaso de agua y curó sus heridas luego de ser alcanzado por una bala en la pierna.  

"Rex". 
En el libro "Shock Troops" de Tim Cook, se encuentran crónicas de los canadienses en la guerra e incluye un capítulo dedicado a eventos sobrenaturales. En él se habla de la historia del 'Cadete Rex'. 
Durante una marcha de regreso al campamento, el teniente de un pelotón canadiense se peractó de que un soldado, el Cadete Rex, caminaba a una distancia considerable del resto del pelotón. Al acercarse, el teniente notó que Rex se veía pálido y demacrado, por lo que le ofreció algo de comer. Al entregarle las raciones, tomó nota de que las manos de Rex se sentían gélidas al tacto, pero lo achacó a que el hombre pudiese haber enfermado en las condiciones del campo de batalla.
Al llegar al campamento, el teniente pasó lista y vio que Rex había desaparecido. Temiendo lo peor, acudió en su búsqueda. Luego de preguntar a varios médicos de campo y oficiales, por fin supo qué había ocurrido. Otro oficial le contestó que sí, que sabía qué había pasado con Rex. 
El soldado Rex llevaba muerto varios días, víctima del fuego alemán en Vimy y horas antes, ese mismo día, se le había enterrado cerca del campamento.

El médico de Yves.
Yves es una municipalidad de Bélgica que fue sede de importantes batallas debido a su localización estratégica para frenar el avance de los Alemanes hacia Francia, y por ello no hubo cuartel a la hora de pelear por ella. Es infame porque aquí fue en 1915 cuando los Alemanes bombardearon la ciudad con gases venenosos para aniquilar a toda la resistencia francesa.
Y es durante este evento que los franceses y estadounidenses apostados en Yves se toparon con un ser angelical, o al menos así lo llamaron los sobrevivientes.
Los franceses en las primeras líneas defensivas fueron los primeros en divisar una extraña nube de humo gris que avanzaba hacia ellos, cubriendo el campo de batalla y acabando con todos los seres vivos en él. El pánico no tardó en hacerse presente, pues al ver caer muertos a los cuervos que devoraban los cuerpos de los caídos, los soldados cayeron en cuenta de que era el temido gas venenoso de los alemanes. 
Aquí fue que un hombre que llevaba el uniforme de los cuerpos médicos del Ejército Real Inglés, emergió misteriosamente de entre la niebla tóxica y se dirigió a un grupo de ingenieros galos. El hombre misterioso hablaba con acento francés, y les entregó una especie de vasos que llenó con un líquido que llevaba en una garrafa. Les ordenó beber la sustancia, y los ingenieros notaron que era parecida al agua de mar, es decir increíblemente salda. Sorprendentemente, cuando el gas venenoso del ejército Alemán llegó a ellos, muy pocos sufrieron síntomas de envenenamiento; ninguno más allá de una irritación en la garganta.  

El elemental de Cambrai.
Cambrai durante el asedio alemán. 
En el libro de 1977, "El Diablo y todos sus trabajos", el escritor Dennis Wheatley escribió una de sus experiencias como parte del ejército canadiense en la batalla de Cambrai. Wheatley y un grupo de oficiales se vieron forzados a tomar como base una hacienda luego de capturarla de los Alemanes. 
Dentro, Wheatley y sus compañeros encontraron cuerpos de soldados Alemanes que prefirieron suicidarse antes que ser capturados, uniformes abandonados y cubiertos de sangre, impactos de bala en las paredes y material médico en una habitación que había sido ocupada como un quirófano de emergencia. Una noche mientras trabajaba redactando informes, una sensación de pánico se apoderó de Wheatley, creciendo hasta volverse incontrolable y obligarlo a huir de la habitación; preso de histeria y gritando que algo invisible lo perseguía. 
Al ser encontrado afuera de la casona, Wheatley le explicó a sus superiores que había sido atacado por un elemental; un espíritu no humano o demonio atado a lugares donde se han cometido actos de violencia o se ha experimentado mucho sufrimiento. 

Los Jinetes de Le Cateau.
Caballería inglesa en la Primera Guerra Mundial. 
Durante la batalla de Le Cateau en 1914, soldados ingleses y franceses aseguraban constantemente que era común ver la aparición de batallones espectrales de caballería que galopaban a toda velocidad en dirección a los alemanes, a quienes incluso llegaban a atacar con armas fantasmales.
Durante una noche, un grupo de oficiales de la fuerza expedicionaria británica se encontraron con un gran ejército de jinetes, todos con el uniforme de los escuadrones de caballería reales y que aparecieron de entre los bosques al lado del camino; cabalgando al mismo ritmo que los oficiales. Fue un oficial de nombre Johnstone que años después describió la historia, relatando que este fenómeno ocurrió durante veinte minutos; por lo que inclusive creyeron que se trataba de alguna división del ejército británico enviada a reforzar a su unidad.
Luego de dejar atrás a los jinetes, Johnstone decidió detenerse y regresar para saber de quién se trataba o la identidad del oficial a cargo de los jinetes. Al regresar por el camino, Johnstone no pudo encontrar evidencia alguna de los caballos,, como pasto aplastado o las huellas de cascos en el lodo. 
En otra ocasión, un brigadier relató en entrevista con el London Evening News que una vez mientras se encontraba en la localidad de Langy, a unos kilómetros de París; el ejército inglés entró a una pradera donde cabalgaba un ejército de caballería fancesa, acomodados en columnas y marchando hacia París. De manera increíble, luego de ver a lo que parecía ser una gran fuerza militar en dirección a la capital francesa, estos comenzaron a hacerse translúcidos hasta que se desvanecieron del todo a orillas de un bosque.

La madre del soldado.
Un diario perteneciente a un soldado canadiense narra una experiencia parecida a la de Will Bird. Encontrado por el historiador Tim Cook, el diario que cubre la vida de un soldado canadiense durante los primeros años de la guerra de trincheras presenta un relato en el cual el hombre se encontraba trasladando bombas durante una noche, en medio de una intensa descarga de artillería alemana. 
Llego un punto en que el fuego enemigo era tan fuerte, que se vio forzado a cubrirse en el rellano de una trinchera y ahí, para su desconcierto, vio de pie a su madre difunta a unos metros de distancia. Confundido, se incorporó y trató de seguir a la aparición... salvándose del impacto de un cañón Howitzer que voló en pedazos el rellano donde había estado tan solo unos momentos antes. 

El caso de William Orpen.
Una de las pinturas de William Orpen. 
William Orpen fue un artista cuya gran parte de su trabajo se basó en paisajes relacionados con la guerra, y cuya experiencia en la guerra se vio marcada por un suceso paranormal del que fue testigo mientras se encontraba en el bosque de Thiepval; cerca del campo de batalla del Somme. 
Para noviembre de 1917, Orpen se encontraba en Thiepval cuando la batalla del Somme ya llevaba aproximadamente dieciocho meses sin detenerse. De hecho, para cuando Orpen fue desplegado en el lugar, muchos de los cuerpos de los soldados fallecidos seguían descomponiéndose en el suelo porque no había forma de enterrarlos. Esa tarde en particular, Orpen se sintió extraño, como si una presencia invisible lo estuviera observando, e inclusive dijo en más de una ocasión que aunque el sol brillaba en lo alto durante un día despejado; el bosque se veía inusualmente oscuro. 
El pintor decidió sentarse en un tronco caído, experimentando abrumadores sentimientos de miedo y fatalidad. Se encontraba tratando de lidiar con una opresión en su pecho cuando 'algo' lo golpeó de lleno en el pecho; lanzándolo hacia el suelo con gran fuerza. 
Pensando que se podía tratar de un soldado enemigo, Orpen se incorporó de un salto y se dio cuenta de que no había nadie en el lugar. Al revisar su equipo, que también había caído al suelo por la gran fuerza invisible; se encontró con que su lienzo había sido destruido. Al caer, increíblemente había aterrizado sobre un cráneo humano y este lo había atravesado ene l medio. 
Fue hasta muchos años después, cuando ya había sido liberado del servicio militar, que Orpen relató su historia; explicando que era común que los soldados vieran fantasmas en el campo de batalla, pero estos relatos eran usualmente descartados como síntomas de enfermedades mentales desarrolladas por el estrés y la exposición a la muerte y el constante peligro de la guerra; y por ello era que muchos militares terminaron siendo dados de baja o enviados a análisis psicológicos. 

Robert Graves y el Soldado Challoner.
Como otros intelectuales de la época, el poeta Robert Graves fue enviado al campo de batalla en 1915 y también tuvo encuentros con lo paranormal. En su libro, 'Goodbye to All That', escribe que la creencia en fantasmas entre los soldados ingleses era prevalente, al grado de que la forma en que se reconocían entre sí durante los patrullajes; era el decir la palabra 'fantasmas' a manera de contraseña.
En junio de 1915, Graves se encontraba cenando durante su estadía en la región de Bethune cuando vio pasar a un viejo amigo suyo, el soldado Challoner de la delegación real galesa, pasando por una ventana. Challoner le sonrió, saludó y continuó caminando como si nada por afuera de la casa. 
Graves creyó conveniente saludarlo y fue a la ventana para hablar con él. Lo que encontró afuera fue oscuridad, y ningún rastro de Challoner con excepción de una colilla de cigarro humeando al pie de la ventana. Al poco tiempo de ello, Graves se enteró de que Challoner había sido asesinado en Festubert en mayo de ese año; semanas antes de que lo viera pasar por la ventana. Como un dato curioso, Graves afirma que durante su época en Inglaterra, Graves le había dicho que "se verían en Francia". 
Meses después, Graves se encontraba descansando en Harlech, Gales; en casa de la madre de un compañero que había muerto en Francia. La mujer dejó el cuarto de muchacho tal y como estaba cuando se fue, a manera de altar hacia su memoria: las cobijas eran cambiadas y lavadas constantemente, y se colocaban flores frescas y cigarrillos en la cama. Graves habló hasta tarde con otro compañero, y al irse a dormir dijo que fue despertado constantemente durante la noche por golpes en el piso y las paredes, ruidos de puertas abriéndose y finalmente gritos histéricos de un hombre desconocido. 
En la mañana, Graves agradeció a la mujer y salió junto con su compañero, diciendo que el lugar era peor que los campos de batalla de Francia; y años después escribió que como miles de madres adoloridas, esa mujer debía haber estado entablando contacto con su hijo fallecido por medios de espiritismo. 

lunes, 14 de octubre de 2019

El misterio de la Mansión Dunlora.

La mansión Dunlora es una construcción dilapidada en el bosque a las afueras de Charlottesville, en el estado de Virginia; y cuenta con un siglo de historias de fantasmas acumuladas en torno a ella.

Erigida en 1724 por un militar de nombre Thomas Carr como recompensa por 'servicios a la corona británica' en la época de las colonias; Dunlora terminó su construcción hasta 1730 y pasó casi siglo y medio como una plantación más, irrelevante entre las cientas de propiedades de las regiones campestres de la Confederación. Al menos, hasta el año 1900 cuando una mujer con fama de bruja en Charlottesville tomó posesión de ella. 

Con los años, los campistas y vecinos que acostumbraban tomar paseos o pasar la noche en el bosque cercano empezaron a evitar el lugar y a narrar historias sobre rituales satánicos, luces fantasmales, demonios y aparecidos que se manifestaban en torno a la cada vez más decaída mansión. Por eso, cuando la 'bruja' falleció y la mansión Dunlora cayó en el abandono; a estos cuentos se les unió el rumor de que el espectro de la bruja aparecía en el bosque y ahuyentaba a aquél lo suficientemente valeroso (y tonto) como para acercarse al lugar.
Curiosamente, se empezó a manejar también que en las inmediaciones del terreno de la mansión existía un viejo y ruinoso cementerio para los esclavos que vivieron en el lugar hasta que se declaró el fin de la esclavitud en EUA. 

Los Scouts Perdidos.
La leyenda más aterradora sobre Dunlora, es el caso de los Scouts Perdidos.
El mito inicia en el verano de 1920, cuando una tropa conformada por seis Boy Scouts y su líder realizaban una excursión en el bosque; ignorando las leyendas sobre la casa y los terrenos a su alrededor. El viaje transcurrió sin contratiempos durante el día, y luego de una copiosa cena y los obligados cuentos de espantos en torno a una fogata; el grupo se retiró a dormir en tres tiendas para los Scouts y una para el líder. 

A mitad de la madrugada, el líder de la tropa fue despertado por el sonido de las garras de un animal arañando el suelo, así como gruñidos que no supo identificar. Creyendo que la tropa estaba en peligro, tomó su linterna y emergió de la tienda para ver de qué se trataba; encontrándose con que no solo había rastros del animal, pues además los Scouts habían desaparecido de sus tiendas.
Inicialmente, sus sospechas fueron que se trataba de una broma y los llamó por sus nombres, amenazando con retirarles las insignias; más no hubo respuesta alguna y terminó usando su linterna para recorrer los senderos del bosque en busca de los muchachos. 

Su búsqueda se extendió por el resto de la noche, y ya clareaba cuando percibió un brillo a la distancia; mismo que atribuyó a la linterna de alguno de los muchachos. Avanzó en dirección a ella, hasta salir del bosque y divisar la sombra de una enorme casa; una mole decrépita, abandonada y cubierta de vegetación. 
En ese instante, la luz volvió a parpadear de nuevo desde una de las ventanas del segundo piso; y ahí el líder descubrió que no se trataba de una linterna, si no otra cosa que se movía como la llama de una vela en el viento. 
Al internarse en la casa, era obvio que el lugar había sido abandonado mucho tiempo atrás: El interior cubierto de polvo, moho y suciedad; los muebles dañados por animales salvajes y hongos, y gruesas telarañas, eran producto de años de descuido y ninguna manutención. 
Su búsqueda lo llevó a través del primer piso, y estaba por rendirse y salir de nuevo al bosque cuando escuchó el distante y apagado grito de un infante; proveniente del sótano de la casa. 

Creyendo que era uno de sus scouts, corrió escaleras abajo hacia un sótano cavernoso y con un fuerte olor a humedad. Abajo, la única fuente de luz provenía de su linterna y la movía de lado a lado para tratar de encontrar al chico.
En uno de esos movimientos, la linterna iluminó el rostro de una anciana parada al otro extremo del sótano; con un rostro casi esquelético, surcado por profundas arrugas, ojos lechosos y una sonrisa llena de dientes amarillos y afilados en puntas triangulares. 
La mujer le sonrió, y el líder de la tropa salió corriendo a toda velocidad con la extraña mujer detrás de él en persecución. Al correr hacia afuera de la casa, tropezó con algo que hizo un sonido húmedo cuando lo pisó. 
No era un tronco o vegetación putrefacta, se trataba del cuerpo de uno de los Scouts; tirado sobre un charco mezcla de lodo y sangre, con el estómago abierto en canal. El líder se levantó de un salto y al hacerlo, se dio cuenta de que en la habitación donde había tropezado estaba el resto de los scouts; alineados y destripados de manera idéntica. 

La leyenda dice que horas más tarde, la policía acudió a la mansión luego de recibir reportes de gritos en ella, y encontraron al líder de la tropa en estado de shock en medio de un camino que conducía a Dunlora.
Al interrogarlo y no obtener más que balbuceos; dieron con el campamento donde se desarrollaba una escena dantesca: Los cuerpos de los chicos habían sido colocados en sus bolsas para dormir, pero los órganos arrancados de los cuerpos se asaban lentamente sobre una fogata. El líder de la tropa siguió gritando sobre lo que vio en la mansión y la anciana, pero la policía hizo caso omiso de sus chillidos y el hombre terminó arrestado por homicidio y encerrado en un asilo mental.

La leyenda termina con el rumor de que en el bosque crecieron siete nuevos árboles en el sitio del campamento; y que estos árboles se encuentran poseídos por los espíritus de los scouts fallecidos. 

La verdad.
Y como ocurre casi siempre con las leyendas urbanas sobre aparecidos, no existe evidencia de los asesinatos de los scouts en los diarios de Charlottesville o en registros policiales. Sobre la mansión, pues no se encuentra completamente abandonada; ya que hay un encargado del terreno y que sostiene que pese a su estado actual, la mansión está en posesión de la misma familia desde hace un siglo; y que no existe evidencia de la famosa bruja o del cementerio de esclavos. 
En realidad, la mansión Dunlora era un mito poco conocido y que no se hizo viral hasta el año 2016; cuando la historia fue publicada en línea como una creepypasta.