martes, 24 de octubre de 2017

El duende.

Relato enviado por correo, por una fuente que desea permanecer anónima.

Esta historia comenzó cuando tenía cuatro años, en el año de 1998.
Entonces era hijo único y vivía con mis padres en un barrio bastante precario de Chalco, en el Estado de México. Para que se imaginen mi casa, podría describirles una vivienda de tres habitaciones, hecha de ladrillo y con techo de lámina; y que en aquél tiempo colindaba a la izquierda con un gran terreno baldío que casi todos los días la hacía de campo de fútbol para los niños de la colonia.
Todo comenzó más o menos a finales de octubre, y fue porque una noche desperté con ganas de ir al baño. Nuestro baño era pequeño y situado de forma tal que daba a una habitación vacía, donde solo había una cama que a veces usaban las visitas. La cama era de esas tipo hospital, con tambor de latón y lo suficientemente elevada del suelo como para poder ver perfectamente lo que había debajo de ella.
Esa vez, calculo yo que podrían ser entre dos o tres de la mañana; pues ya no se escuchaba ruido en las casas vecinas y mi papá, que despertaba a las cuatro para ir a trabajar, seguía roncando en su habitación. Mientras estaba en el baño, volteé hacia la habitación vacía y vi algo que en el momento no me dio miedo, quizás por ser todavía un niño inocente o porque probablemente creí que estaba soñando. 

En fin, en restrospectiva... debí haber gritado. 
Verán, debajo de la cama había una especie de duende que me miraba de vuelta. Estaba oscuro, pero como esa habitación no tenía cortinas y daba precisamente al terreno baldío; la luz que entraba por la ventana era lo suficiente para dejarme ver con claridad la cosa esa debajo de la cama. Si han visto la película de Gremlins, más o menos tendrían una idea de qué fue lo que vi.
Imaginen a un gremlin del tamaño de un niño de dos años, con ojos negros, una sonrisa llena de dientes chiquitos y afilados como agujas; y con manos terminadas en garras grandes y curvas como las de un oso. 
El gremlin y yo nos quedamos mirando fijamente por un minuto, y algo en mi mente infantil me empezó a decir que jugara con él. No sé exactamente qué fue, pero tuve la necesidad de acercarme; así que lo saludé con un movimiento de la mano y le sonreí. Algo en esa cosa me hacía pensar que era amigable, pese a que ahora lo recuerdo y me aterra siquiera imaginar qué habría pasado de haberlo hecho.
No sé si el gremlin fue el culpable de esa idea, o si se dio cuenta; porque de cualquier modo, empezó a mover su mano derecha y a hacerme señas de que me acercara. Entonces me di cuenta de una cosa, y empecé a sentir mucho miedo.
Esta cosa, lo que sea que fuese, no podía ser real. Y mucho menos debía estar en MI casa.
Grité y fui corriendo a la habitación de mis padres, diciéndoles que había un animal en la habitación vacía. Mi papá revisó y no encontró nada, y después me regañó diciéndome que no había nada ahí; que seguro estaba soñando despierto o había confundido las cosas que guardaban abajo de la cama con algo.
Da igual. Sé lo que vi.
La historia terminó olvidada. Al menos hasta hace un año. 
Para ese momento, mi casa ya era muy diferente y más grande. El terreno baldío de al lado fue usado para construir un fraccionamiento de esos que abundan tanto en el Estado de México. Era la época de navidad, y unos primos menores decidieron quedarse para jugar con mi hermano menor, que es más o menos de la misma edad. 

Yo me limitaba a pasar las vacaciones jugando videojuegos, viendo películas o perdiendo el tiempo en YouTube; todo para no tolerar a mis insoportables primos y a mi hermano, que tienen la maña de gritar todo el tiempo. 
Al tercer día de que llegaron, estaba en la sala jugando Pokémon en mi 3DS. Mi primo más pequeño, Mateo, que tenía siete años en ese momento, se me acercó y preguntó si me podía ver jugar. Le contesté que sí, siempre y cuando no hiciera mucho ruido. Total, llevaba un rato jugando y matando Pokémon salvajes para subir de nivel a mi Sableye cuando Mateo dijo algo que me heló la sangre.

"Ese se parece al señor chiquito de abajo de la cama."

Me sentí nervioso, y le pregunté a qué se refería. 
Mateo me explicó que le gustaba quedarse con nosotros no porque se llevara bien con mi hermano, si no porque siempre había un 'señor chiquito' abajo de la cama, y que siempre le hacía señas de que fuera con él. Y que se parecía mucho a mi Pokémon. 
No creo en duendes, aluxes o extraterrestres. Pero algo sí puedo decirles.
En esa casa hay algo que no puedo explicar. 
Y me asusta la idea de verlo de nuevo. 
#302 - Sableye, el Pokémon Oscuridad.
"El Pokémon Sableye, introducido en Pokémon Rubí y Zafiro, está basado en
los duendes o alienígenas descritos en el fenómeno ufológico conocido como
el encuentro Kelly-Hopkinsville; donde una docena de seres acosó a un par de 
familias durante toda una noche en 1955."

lunes, 23 de octubre de 2017

Los lobos vampiros de Irlanda.

La mañana del 8 de enero de 1874, las campiñas irlandesas comenzó una breve racha de asesinatos misteriosos que aterrorizó a los campesinos y aldeanos de las localidades más rurales y apartadas de la isla. 
Contrario a lo que podría pensarse, el objetivo no fueron mujeres o niños, si no el ganado. De acuerdo con un reportaje publicado en el diario Land and Water para la edición del 7 de marzo; un corresponsal recopiló varios reportes de primera mano, en los cuales se manejaba que este asesino misterioso era no solo silencioso, si no extremadamente mortal. En la localidad de Cavan, se dijo que el asesino había matado a treinta ovejas en una sola noche y huyó sin dejar rastro. Hubo cuarenta y dos casos diferentes en tres condados, todos ellos en las cuales las víctimas habían sido ovejas.
Lo perturbador de estas carnicerías fue que las ovejas habían sido asesinadas de una forma inusual: todas presentaban gargantas destrozadas y no contaban con una sola gota de sangre en el cuerpo, como si un vampiro o un cirujano muy diestro hubiese extraído todo el líquido vital de los cuerpos de los rumiantes. Peor aún, no había rasgos de depredación, ni siquiera de que algún animal carroñero comenzara a devorar el tejido blando como los ojos o la carne alrededor del hocico.
La primer evidencia de que se trataba de bestias salvajes y no de cultistas satánicos o psicópatas, fue el descubrimiento de una serie de huellas similares a las de un perro; pero alargadas y con fuertes garras. Esto llevó a una posibilidad mucho más alarmante para los ganaderos y campesinos irlandeses: Aún había lobos en la isla. 

Los lobos de Irlanda.
Tapiz medieval de Irlanda mostrando un lobo.
Los lobos formaron parte de la cultura y la mitología irlandesa hasta el año de 1786, cuando el último lobo salvaje fue asesinado, trescientos años más tarde que el último lobo de Inglaterra y un siglo tras la desapareición de la especie en Escocia.
En la mitología irlandesa, el mito del hombre lobo se origina de un cánido misterioso llamado Airitech, cuyas hijas fueron licántropas que a su vez cayeron víctima de Cas Corach. En otros mitos, se decía que Morrigan, la diosa de la muerte; tomaba la forma de una gran loba roja para pelear con Cu Chulainn; el héroe Mac Cécht mató a un lobo que devoraba los cadáveres de un campo de batalla; Cormac mac Airt fue criado por lobos y podía entender su lenguaje, al grado de que cuatro de estos carnívoros lo acompañaron fielmente en su rebelión contra Lugad mac Con. 
Un relato conocido como los Anales de los Cuatro Amos dice que en el año 690 después de cristo, hubo una lluvia de sangre en Leinster; y la maldición fue tan poderosa que incluso la mantequilla y la leche se convertían en sangre coagulada y los lobos podían hablar con la voz del hombre. 
En otro cuento, conocido como "El Sacerdote y los Hombres Lobo", un sacerdote que viajaba de Ulste a Meath se encontró con un lobo parlanchín; el cual se identificaba como un hobmre proveniente de Ossory, cuyos ancestros habían sido maldecidos para convertirse en licántropos cada siete años y después volver a su forma humana. El lobo le explicó al sacerdote que su esposa, la cual estaba maldita también, estaba muriendo y que por favor le diera la extrema unción. El sacerdote aceptó y en recompensa, el lobo agradecido le mostró un camino mucho más corto para llegar a Meath a través del bosque.

Pero por el riesgo que los lobos irlandeses presentaban a la industria ganadera local, así como los ocasionales brotes de rabia; fue en 1584 cuando John Perrot, un gobernante Irlandés que trabajaba directamente para la corona inglesa; ordenó la creación de una legislación con el fin de acabar con los animales. En 1614, se ofrecía la suma de tres monedas de oro por cada lobo muerto; y la población de los canes era tan grande que existía un grupo de cazadores formado por 128 hombres y 768 sabuesos recorriendo las campiñas durante las 24 horas del día.
La ley anti-lobos continuó aún tras el establecimiento del gobierno de Oliver Cromwell, quien incentivó la actividad y atrajo a un gran número de cazadores de lobos de toda Europa. Para 1652, el gobierno de Cromwell daba seis monedas de oro por una loba adulta, 5 por un macho, dos por un ejemplar juvenil y diez chelines por cada cachorro muerto. En ese año también se llevó a la exterminación de los lobos en la baronía de Castleknock, cerca de Dublin y se pagó un total de 243 monedas de oro en espacio de cuatro días a un grupo de En cazadores.
En 1690 se le dio muerte al último lobo de Ulster, y finalmente se avistó al último lobo irlandés cerca del monte Leinster en 1786, donde se le dio muerte. 

Charles Fort y el lobo vampiro.
Charles Fort (1874-1932)
El 11 de abril, Land and Water reportó que el asesino finalmente había sido asesinado. De acuerdo al reporte inicial, fue el diácono Magenniss de Lismoreville quien mató al asesino durante la noche; revelando que se trataba de un perro salvaje de gran tamaño.
Naturalmente, esto hizo saltar toda clase de interrogantes al respecto. Como cualquiera sabe, los perros no succionan la sangre, y tampoco dejan una presa intacta si es que tienen hambre. Existe la opción de que se tratara de un perro con rabia, pero eso tampoco ayuda a explicar la falta de líquido vital en el cádaver. 
Años después, el investigador Charles Fort (a quien debemos el término 'Forteana' para referirse a lo inexplicable), escribió un lbro donde analizaba a fondo la historia del diácono y el supuesto perro vampiro; desechándola como una pantalla de humo para tranquilizar a los campesinos que temían futuros ataques a su ganado.
Fort escribe lo siguiente al respecto:
"El anuncio en Land and Water acaba con el tema. Casi todo mundo, al menos en la época del pasado, previo a que la gente tuviera la costumbre de criticar las convenciones sociales como el día de hoy; leería estas notas y diría 'sí, por supuesto que era un perro'. Pero este tipo de historias siempre me mantienen entretenido. Porque en base a mi experiencia con los pseudo-finales de los misterios o la forma en que estos son censurados por iglesia y gobierno; siempre hay algo más misterioso al fondo. Pero el perro sacrificado por el diácono no murió en vano. Si la historia evitó un pánico en los lectores de Land and Water... entonces fue preferible a una histeria colectiva."

Pero, al investigar en libros y tratados sobre lo paranormal, Fort encontró un relato de un suceso muy parecido durante el año 1810. En mayo de ese año, algo desconocido atacó a las ovejas y cabras de Ennerdale, un pueblo en la frontera entre Irlanda y Escocia; limitándose a morderles la yugular y succionarles la sangre.
Fort descubrió que al igual que en el episodio de 1784, un gran perro negro fue asesinado más o menos en esos días; lo que culminó con el misterio y ofrecía una respuesta conveniente a los aldeanos. 
En un caso posterior, publicado por el Daily Mail de Londres el primero de noviembre de 1905 (coincidentemente, un día posterior a Halloween); el reporte de "el misterio de Badminton" describía un evento en el cual se encontraron cabras muertas en el vecindario de Badminton, entre las comunidades de Gloucester y Wiltshire. En palabras de un oficial de policía de la época: 
"He visto los dos cuerpos. Y puedo decir que esto no es el trabajo de un perro. Los perros no son vampiros, no chupan la sangre de los animales y definitivamente no dejan la carne intacta."

Hace unos años, varios asiduos a la criptozoología y los fenómenos forteanos descubrieron que existían grandes coincidencias entre estas bestias misteriosas y una mucho más famosa que provenía de América Central.
El modus operandi de un depredador nocturno que se alimentaba de ovejas y cabras... ¿acaso los asesinos misteriosos de Irlanda serían una especie de Chupacabras nativa de las islas británicas? ¿O tal vez otra cosa?
Porque, curiosamente, en la mitología de las islas británicas existe un tipo de hada que tiene más en común con la visión occidental de un vampiro que con las diminutas criaturas voladoras a las que nos tienen acostumbrados los cuentos de hadas y las películas de Disney: la terrible Baobhan Sith.

La Baoban Sith aparece en la mitología de Escocia, y es similar a la banshee o a otros espíritus nocturnos como la leanan sídhe. Se le conoce como "la Mujer Blanca de Escocia"; y se manifiesta como una mujer hermosa que se alimenta de los viajeros en la noche.
Estos espectros tienden a atraer a los hombres, invitándolos a bailar para así poder morderles el cuello y succionarle la sangre; aunque otras variantes indican que pueden inclusive extraer el alma y la potencia sexual de sus víctimas. Como ocurre con otros vampiros, la Baoban Sith es incapaz de sobrevivir en la luz del sol; y debe volver a su tumba antes del alba. En ciertas historias medievales, se cree que el espíritu tenía patas de carnero y evitaba a los caballos.

viernes, 20 de octubre de 2017

Amigos de la Fe.

La televisión a altas horas de la noche puede resultar, por así decirlo, desolada y sombría.
Seguro en más de una ocasión, te habrás encontrado con insomnio, a las cuatro de la mañana y con la mirada perdida en la pantalla para intentar conciliar el sueño. Habrás encontrado películas curiosas que nunca volverás a encontrar u otras que ya te sabes de memoria; comerciales de productos tan ilógicos que te preguntas si habrá alguien que en verdad los compre, o algún noticiario repitiendo las mismas malas nuevas del día anterior.
No importa. Pero por lo general, llega un momento en que te preguntas porqué demonios estás despierto a esa hora y viendo basura. 
Y es que la televisión moderna, con sus cientos de canales en sistemas de paga, se ha convertido en algo tan monótono que ya hay muy pocas cosas interesantes. Todo está a merced de los patrocinadores, que solo buscan colocar sus productos en comerciales, sin importar lo ridículos o innecesarios que puedan parecer. Con todo tan férreamente manipulado, ya no existe esa magia de la televisión nocturna de mediados de los novent.a
Ese misterio que concluía en películas de horror clásicas y que te quitan el sueño, otras más con contenidos subidos de tono y prohibidos para un chico, y en otras ocasiones; inclusive algo que puede rayar en lo sobrenatural.

Pero, ese no es el caso de esto.
Verás, si te tomas el tiempo necesario (y cuentas con suerte) para echar una mirada con detenimiento entre la mierda que pulula en los canales durante la madrugada, puede que encuentres algo de interés. Y eso me pasó a mí.
En mis experiencias durante años de insomnio clínico, he encontrado cosas digamos... interesantes, en canales de acceso público, de corte religioso e incluso señales extranjeras. De lo que les hablaré hoy, fue algo que llegó de un canal religioso.
A simple vista podía parecer inofensivo. Un programa infantil llamado 'Amigos de la Fe', el cual trataba de interacciones entre niños y títeres que contaban historias de la biblia y recitaban oraciones. No era malo, y de hecho lo puedo comparar con un Sesame Street al que le hubiesen colado lecciones cristianas. Si han visto cosas como Veggietales o David y Goliath; ya sabrán de qué iba la cosa.
Pero había algo más. Algo que de verdad te ponía incómodo.

Para empezar, era un show con muy poco presupuesto y manejado por un equipo creativo que dejaba mucho qué desear. En todo caso, lo que llamaba la atención eran los personajes y su manera... única, por así decirlo, de conducir.
Alguna vez oí que el mensaje puede ser más o menos importante por la manera en que se dice. Y 'Amigos de la Fe' se basa en esta filosofía, pues a diferencia de Veggietales o cualquier otra caricatura cristiana; definitivamente no se contenía para dar un mensaje. Las historias de la biblia eran contadas por medio de narraciones acompañadas de dibujos a lápiz con detalles gráficos muy fuertes. Por ejemplo, el asesinato de Abel, gente ahogándose para ilustrar el diluvio y el Arca de Noé, las plagas de Egipto, las pruebas de Job o incluso retratos de Satanás que parecían más adecuados para un disco de Heavy Metal o un oscuro manga japonés. 
Y luego estaban los personajes.

En especial, Pinky. Oh, Dios. Pinky...
Para describirles a Pinky, les diré que imaginen a la Rana Kermit; pero con una cabeza mucho más grande, de color rosa, con ojos enormes y pupilas demasiado pequeñas. Tal vez no suene raro en sí, pero todos los episodios terminaban con un acercamiento extremo y muy perturbador al rostro del títere.
Pinky era masculino, pero nunca pude descifrar si su actor de voz era hombre o mujer; porque su voz era extraña, casi andrógina y siempre se dirigía al público de manera condescendiente y de forma pasivo-agresiva. Pinky era la estrella, y todo parecía girar en torno a él. Cuando alguien tenía una duda, era él quien respondía con versos de la biblia; aunque en ciertas ocasiones se limitaba a responder de forma caprichosa y que rayaba en lo cruel.
Conforme avanzó la serie, las respuestas de Pinky se tornaron defensivas, como si el ser cuestionado le produjera una grave ofensa. Si un niño o un títere preguntaba algo de corte personal, Pinky le respondía diciendo cosas como "cuidado, no preguntes eso" o "no eres nadie para cuestionar a Dios". Y también solía repetir esa frase una y otra vez, a manera de silenciar a alguien.

Los otros dos títeres eran Berty y Gerta. Existían otros que aparecían de vez en cuando, pero estos dos eran los únicos aparte de Pinky que aparecían en todos los episodios. Berty era un hipopótamo azul y Gerta, un pájaro verde y esponjoso. Los dos actuaban como idiotas con el propósito de interactuar con Pinky, actuando de forma curiosa y equivocada para que los pequeños que salían en el show acudieran con dudas a Pinky y este los corrigiera con un sermón errático y extraño que pronto los hacía cambiar de opinión. 

'Amigos de la fe' se convirtió en un placer culpable para mí. Pese a lo mierda que era Pinky, no podía evitar sentirme entretenido por lo políticamente incorrecto de su personaje, y que parecía más bien algo digno de South Park que de un show cristiano para niños. Pinky simplemente decía las cosas tal y como eran, sin importarle si ofendía a alguien.
Esto me sorprendió en el capítulo dedicado a la Homosexualidad.
Sí, hubo un capítulo sobre los gays.
Y como ya lo imaginarán, trataron el tema con la misma sutileza de un martillo golpeando un cristal. Sodoma y Gomorra. Imágenes de hombres besándose. Levítico 20:13. Estadísticas sacadas del culo sobre el SIDA. Ya saben. Demonios, incluso Pinky comenzó de conspiranoico diciendo que las violaciones en las cárceles no eran más que un plan de Satán para convertir a los hombres en homosexuales.
Lo observé riéndome de manera morbosa, al menos hasta la recta final del programa. 
Una niñita le habló a Pinky sobre su hermano mayor, el cual recientemente había declarado su sexualidad al resto de su familia. Pinky estalló en carcajadas y empezó a gritarle a la niña, vociferando que su hermano era "un marica pecador que se iría al infierno"; lo que sin duda la hizo llorar y me hizo pensar en lo jodido de ello.
Esa mañana me fui a dormir preguntándome sobre el objetivo en sí del programa. Siempre fue raro, pero los últimos episodios se tornaron tan negros y maliciosos como si los hubiera escrito el tipo detrás de Family Guy. Ofensivos. La noche siguiente era el último episodio, el cual tenía el título de "Predestinación". 

Eso no estaba bien. 
Ya en otras ocasiones había visto programas de niños que hablaban de temas controversiales como la homosexualidad, el pecado y el crimen. Pero jamás del concepto de la predestinación. Debo admitir que, en retrospectiva, me encontraba curioso al respecto pero con una sensación incómoda en mis entrañas. Lo que fuese que viera esa noche, sin duda sería perturbador. 
El programa comenzó igual, hasta que Berty apareció en escena y habló con Gerta y los niños sobre algo que había escuchado por ahí. "Predestinación", decía acompañado de un número musical y sus estupideces usuales. Y como siempre, llegó el momento de hablar con Pinky.
Pinky, sorprendentemente, reaccionó a la pregunta con una actitud placentera y casi amable; diametralmente opuesta a lo que hacía por lo regular. Hasta que un niño le pidió que explicara qué significaba 'Predestinación'; a lo que la rana respondió lo siguiente:

"Algunas personas están destinadas al Cielo y otras al Infierno," y después comenzó con su discurso del poder de Dios. El chico, que se veía muy confundido y hasta atemorizado; le preguntó porqué decía eso si Jesús había muerto para salvar a todos.
Entonces Pinky dijo algo muy difícil de digerir: "Jesús murió para salvar a los elegidos."
Los otros niños, que comenzaron a entender de manera gradual la gravedad del mensaje, se veían asustados. El niño de la pregunta anterior observó a la cámara como si dijera "¿Tengo qué hacerlo?" por unos segundos, hasta que reunió el valor de hablar o alguien lo obligó, y le preguntó a Pinky como podía saber si iría al Cielo o no.
Y Pinky respondió.

"Nunca lo sabrás, no  hasta que mueras. Pero si miras al interior de tu corazón, tal vez encontrarás la respuesta."
Después se quedó mirando fijamente a la pantalla y hubo una transición a un fondo negro. Pensé que el programa se había acabado,  y estaba por cambiarle cuando vi aparecer un título nuevo.

NO HAY REDENCIÓN PARA LOS CONDENADOS.

Entonces, un desfile de ilustraciones bastante gráficas. Esta vez sin mensaje de la biblia o moraleja. Solo vistazos al destino de aquellos que no habían sido elegidos:
Un pareja abrazándose antes de ser achicharrados por un muro de fuego.
Gente con los pies encadenados al piso, siendo devorados por demonios.
Personas empaladas en grandes estacas, con demonios voladores rondando a su alrededor.
Un lago de fuego, lleno de hombres, mujeres y niños que se achicharraban lentamente.
Monstruos gigantescos y horribles luchando entre sí, sacándose los ojos.

La música de fondo iba acompañada de gritos y lamentos, con algunas frases de Pinky como "esta es la cólera del Señor" y "me hace feliz ver a los pecadores sufriendo." Esto continuó por unos minutos hasta que finalmente hubo un corte abrupto.
Esperé ver los créditos, pero en esta ocasión fue distinto. En lugar del texto ascendiente en fondo negro, apareció una toma del estudio, donde se podían ver incluso las cámaras, las luces del techo y los micrófonos; y sin rastro alguno de los niños o las marionetas. Un hombre con una capucha negra entró a la habitación y procedió a bañar todo con un bidón de gasolina, para después incendiarlo. El camarógrafo lo siguió a la salida del estudio, y la última escena mostraba al encapuchado y al camarógrafo riéndose como maniáticos mientras arrojaban a los títeres en un horno; con la toma final siendo un acercamiento a Pinky quemándose.

No ha pasado tanto tiempo desde que vi el último episodio, pero sigo sin encontrar respuestas sobre el show, porqué acabó así y más importante, ¿cuál era su intención?
Tengo algunas teorías, como que pudo tratarse de una parodia bastante buena como los Crank Yankers de MTV, o tal vez el show era la manera de vengarse de un creativo al que le habían cortado los fondos a media temporada. Tal vez solo estaban locos.
No lo sé.
Lo único que sé, es que hay una posibilidad de que, a esas horas de la madrugada en que no hay más que infomerciales y películas; te puedas encontrar con una repetición de 'Amigos de la Fe'. Oh, y créeme. Te vas a sorprender.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Dudleytown - La aldea de los malditos.

La entrada a Dudleytown.
En el estado norteamericano de Connecticut, cerca de la localidad de Cornwall y a la sombra de una cadena montañosa, existen los restos de una población de nombre Dudleytown; la cual cuenta no solo con historias de fantasmas, demonios, eventos paranormales y una maldición que se extiende a más de 400 años de antigüedad y está enlazada a figuras históricas importantes como el Rey Enrique VIII y George Washington.
Dudleytown, si así se le puede llamar todavía, no es más que una zona de caminos lóbregos de terracería, cimientos derruidos y huecos que alguna vez fueron sótanos. Se dice que este sitio está tan embrujado, que incluso los pájaros, insectos y otros animales del bosque evitan acercarse a las ruinas; prefiriendo dar vuelta al llegar al camino que conduce al lugar.

La Maldición: Inglaterra y Enrique VIII.
La historia de Dudleytown inicia en Inglaterra, a principios del siglo XVI cuando un noble de nombre Edmund Dudley fue decapitado por conspiración y un intento fallido de derrocar al rey Enrique VIII. Se dice que en castigo, Enrique VIII ordenó a los magos de la corte que lanzaran una maldición a Dudley; y de ahí se dice que todos los descendientes del linaje de Edmund Dudley quedaron condenados a vivir por siempre, atormentados por horrores indescriptibles. Años más tarde, el propio hijo de Edmund, John el Duque de Northumberland; intentó también derrocar a la corona al casar a su hijo Guilford con la tristemente célebre Lady Jane Grey.
No mucho tiempo después, Robert, el tercer hijo de Dudley y conde de Leicester; abandonó las islas británicas en busca de oportunidades en las colonias del nuevo mundo.

Los Dudleys por los que Dudleytown recibe su nombre, tuvieron su origen con un tal William Dudley, nacido en Surrey el 11 de septiembre de 1608. Su hijo, también William, de hecho nació en una nave a mitad del trayecto rumbo a América el 8 de junio de 1639. El hijo de William II, Joseph, nació en Saybrook, Connecticut el 14 de septiembre de 1674. Y a su vez, este Joseph tuvo doce hijos de los cuales tres se asentaron en el lugar que más tarde sería Dudleytown: Gideon, Abiel y Barzillai.

En octubre de 1737, la Asamblea General de Connecticut ordenó la construcción de cincuenta aldeas en los extremos occidentales del territorio, en aquél entonces todavía tierra de nativos americanos. En febrero de 1745, el comerciante Thomas Griffis obtuvo los derechos  a una extensión de tierra en la comunidad de Cornwall. El lugar, un bosque oscuro y salvaje al pie de una cadena montañosa; llegó a ser conocido como 'el Bosque de la Entrada Oscura'. En 1748, y con la aldea comenzando a formarse, Gideon Dudley se mudó de Saybrook tras comprar el terreno para iniciar una granja. En 1753, sus hermanos Barzillai y Abiel, se sumaron a la población y todavía fueron seguidos por otro hombre de nombre Martin Dudley, procedente de Massachusetts.

¿Coincidencias o maldiciones?
Periódico de mediados del siglo pasado hablando de la maldición.
Ya sea por coincidencia o efectivamente porque el linaje de los Dudleys estaba maldito, al poco tiempo de fundarse el pueblo comenzaron a ocurrir sucesos inexplicables: Herramientas que desaparecían de cobertijos cerrados, cultivos que se marchitaban de un día para otro, casos de demencia entre los pobladores, accidentes fatales e incluso ataques y escaramuzas con tropas indígenas.
En agosto de 1774, una epidemia misteriosa acabó con la familia de Adoniram Carter. Y el hermano de este, Nathaniel, se mudó a Binghamton, Nueva York para huir de la extraña enfermedad. Solo que, al poco tiempo de hacerlo, su esposa e hijo recién nacidos fueran asesinados con tomahawks por indios mientras él se encontraba fuera. Los otros tres hijos de Nathaniel fueron secuestrados y enviados a Canadá, donde las dos hijas fueron rescatadas a cambio de oro y el tercero, David Carter, se casó con una mujer indígena y terminó volviendo a la civilización para recibir educación y convertirse en Juez de la Suprema Corte.

Aunado a la racha de tragedias y la tormentosa vida de la familia Carter, uno de los fenómenos más terribles e inexplicables fue el que le ocurrió al general Herman Swift; famoso héroe del ejército revolucionario al mando de George Washington. En abril de 1804, la esposa de Herman, Sarah Faye; fue alcanzada por un relámpago mientras estaba afuera de su casa y murió carbonizada de manera instantánea. Al cabo de su muerte, el general Swift terminó perdiendo la cordura.
Años más tarde, Horace Greeley, editor y fundador del periódico del New York Tribune; se casó con una Marey Cheney, oriunda de Dudleytown. Su matrimonio terminó trágicamente en 1872, cuando Mary se suicidó una semana antes de que Horace viera fallar su intento de nominarse a la presidencia de los Estados Unidos.
Otro accidente en particular terrible fue el de John Patrick Brophy, uno de los últimos pobladores de Dudleytown. Brophy sufrió la pérdida de su esposa por una enfermedad inexplicable a finales del siglo XIX, seguida por la desaparición de todos sus hijos en el bosque a los pocos días. Y, como si de una cruel broma se tratar, la casa Brophy se incendió de manera misteriosa y ardió hasta los cimientos. Entendiendo que el pueblo estaba maldito, Brophy decidió que era suficiente y se alejó del pueblo para no volver a ser visto.

En 1920, el doctor William Clark, especialista de la ciudad de Nueva York; arribó a Cornwall en busca de calma en un espacio apartado de la civilización. Cuatro años más tarde, Clark creó la Asociación del Bosque Dark Entry; dedicada a proteger el área y convertirla en una reserva natural. Lo que parecía una vida sin problemas, concluyó en 1925, cuando Clark tuvo que viajar a Nueva York para atender una emergencia médica. Al regresar un par de días después, encontró a su esposa encerrada en casa y reducida a una ruina enloquecida y babeante que no podía repetir otra cosa más que 'algo' en el bosque la había atacado.
La mujer fue enviada a un hospital psiquiátrico, donde se suicidó al cabo de unos meses.

Las almas de Dudleytown.
Como es de esperarse, las historias de fantasmas en torno a la maldición de Dudleytown no se hicieron esperar; siendo la mayoría de ellas iniciadas en 194. Más o menos en esa época, los visitantes a las ruinas hablaban de ver sombras, "nubes" de humo en el bosque, voces incorpóreas que susurraban entre los árboles, incidentes sin explicación y ataques de fuerzas invisibles.
Todavía hasta el día de hoy, quienes han visitado la aldea cuentan experiencias de ser perseguidos por presencias invisibles, orbes de luz que rondan entre los árboles y olores y ruidos inexplicables; así como el ser agredidos por 'algo'. Hay infinidad de fotografías tomadas en Dudleytown donde pueden apreciarse manifestaciones como niebla, orbes, sombras y errores en la imagen. Algunos investigadores se refieren a Dudleytown como un vórtice de energía negativa por el cual las entidades del bajo astral pueden acceder libremente a este mundo.
La fama de la maldición inclusive captó la atención del connotado demonólogo Ed Warren, famoso por su participación en las investigaciones de sucesos paranormales como el Poltergeist de Enfield, la casa de Amityville o la muñeca Annabelle. Warren estaba firmemente convencido de que Dudleytown era un sitio maldito, y que no era coincidencia que la gente se volviera loca y viera monstruos y espíritus en los bosques. Al visitarla, Ed y su esposa Lorraine insistían en que las ruinas de la aldea emitían un aura maligna.

jueves, 17 de agosto de 2017

La dama del mediodía.

La dama del medio día o Poludnitsa, es un espíritu o demonio en la mitología eslava de Europa Oriental, y aparece en tradiciones orales de lugares como Polonia, Serbia, Bulgaria, Rusia, la República Checa, Eslovaquia, Alemania y Rumania. Se le considera un demonio del verano, la cual merodea los campos de siembra y es temida por su poder para matar de calor a las personas o producirles terribles enfermedades.

La Poludnitsa, que solo es vista durante el mediodía en los veranos calurosos, aparece precedida por remolinos de polvo y aire caliente; y toma la forma de una mujer aparentemente corriente que es muy fácil de identificar por el largo vestido blanco que lleva y las tijeras para podar que carga, las cuales siempre son de un modelo antiguo.
Extremadamente bella, llama la atención de los campesinos y jornaleros al acercárseles y entablar una conversación aparentemente inocua, o les hace alguna pregunta sin sentido. Si el jornalero en cuestión responde correctamente, la chica les desea un buen día y desaparece por donde vino. En caso contrario, o si evitan hablar con ella, la Poludnitsa cambia de forma a una bruja anciana y decrépita; y entonces usa las tijeras para decapitar a su víctima, o puede producirle una enfermedad que va desde un dolor muscular y de huesos hasta una muerte por golpe de calor repentino
En ciertas versiones de la historia, las Poludnitsas son los espíritus de mujeres jóvenes que murieron de manera violenta antes de casarse. Y enloquecidas por el dolor y la furia, merodean por los campos en busca de personas a quién matar. 

En Alemania, existe la Roggernmuhme o "dama del centeno", la cual hace desaparecer a los niños que vagan por los campos recolectando flores durante el verano. En Altmark, es la Regenmohme, "Con su calor"; la cual secuestra a los niños mal portados, mientras que en Sajonia y Lunenburg es un espectro denominado Kornwief, o "dama del maíz".
En Sajonia, existe un mito popular respecto al espíritu:

"En algún lugar de Sajonia, una abuela se sienta en una silla mecedora mientras habla con su nieta, una niña pequeña que mira con atención a la amada ancianita. La viejecilla le cuenta a la niña una historia de su juventud, sobre esa vez que conoció a una extraña mujer. La abuela, entonces una adolescente que trabajaba en las granjas de su familia, estaba segando un campo a solas durante el mediodía cuando sintió un golpe de viento a su espalda; un remolino de polvo. Al voltear, descubrió a una hermosa mujer de cabello rubio como la paja y piel bronceada, la cual llevaba un precioso vestido blanco que ondeaba al viento. La mujer misteriosa habló con la joven, preguntándole cosas sobre su trabajo y su familia. Al cabo de unos momentos, la mujer comenzó a bombardearla con acertijos cada vez más difíciles. La campesina ya no pudo responder, y se desmayó al sentirse sofocada por el calor del mediodía. Cuando despertó horas después, estaba en su cama siendo atendida por su madre. Al hablar con la madre, la joven le contó sobre la mujer misteriosa y lo que había pasado. Al escuchar esto, la madre se puso pálida y le dijo que había conocido a la Dama del Mediodía."

Leshy - El que vive en el bosque.

El Leshy (que en ruso se traduce como "Él del bosque") es una deidad forestal de la mitología eslava, posiblemente otro nombre para la deidad del bosque Boruta o Borewit; a su vez derivada de la palabra rusa 'bor', que designa a un bosque de pinos. 
De acuerdo con el mito, el Leshy es un espíritu protector del bosque que habita en los pinos, es físicamente una figura colosal con cuernos y siempre se encuentra rodeado de animales como osos, cuervos, lobos y gatos monteses. Por lo regular son masculinos y con el poder de cambiar de forma, aunque existen versiones femeninas llamadas Leshachikhas, Leszachkas o Lesovikhas; mientras que los 'hijos' del Leshy son llamados Leshonski. De cuaqluier manera, estos espíritus salvajes son propensos a guiar a los viajeros a su perdición y robar a los niños; similar Chort, el "Negro" del panteón eslavo.

Hay quienes consideran al Leshy como un ser malvado enfurecido por la manera en que el hombre trata a los bosques; mientras que otros más lo ven como un ser temperamental similar al concepto de las hadas en la mitología de las islas británicas.
El Leshy cuenta con varios nombres honoríficos, entre los que se encuentran:
OH: "Él", que también es usado para referirse al diablo.
OH Cam: "Cómo Él."
Les Chestnoi: "El Honorable del Bosque."
Lesnoi Desushka o Dedushka-lesovoi: "Abuelo del Bosque."
Lesnoi Duk: "Espíritu del Bosque."
Lesnoi Dyadya: "Tío del Bosque."
Lesnoi Khozyain: "Amo del Bosque."
Lesnoi Zhitel: "El que vive en el Bosque."
Lesny Muzhik: "Hombre del Bosque."

De acuerdo con los mitos eslavos, cada bosque contaba con su propio guardián o Leshy, el cual habitaba las zonas más profundas y escabrosas de la forest; castigando a cualquier hombre que matara a un animal sin su permiso. Se decía que reinaba sobre las bestias, que todas las plantas, frutas y animales del bosque le pertenecían; y que su dominio sobre el éxito en la caza, la felicidad, las mascotas y los desposeídos era absoluto. Incluso, su poder dependía del tamaño y lo difícil del acceso a un bosque. Mientras más viejo y remoto, más poderoso era el Leshy que vivía en él.
Muchos cuentos hacen mención a viajeros que se pierden en el bosque y encuentran al Leshy, que dependiendo de las acciones y la consciencia del hombre en cuestión, lidiaba con ellos de manera acorde. Se le mostraba como un hombre de gran tamaño, cubierto de pieles de animales y se le representaba con el lobo y el ciervo. Quienes creían en él, sostenían que el Leshy era posiblemente una representación del dios Veles, una deidad antigua con forma de serpiente y enemiga mortal del dios eslavo del trueno, Perun; mientras que otros consideraban al Leshy como un sirviente del propio Veles.

El Leshy podía cambiar de forma a voluntad, por lo que rara vez era visto y los únicos indicativos de que se encontraba cerca era el sonido de una atronadora risa, silbido o canto en el bosque. Cuando se le veía, aparecía como un hombre alto con un rostro sobrenaturalmente pálido, con cabello que parecía hecho de agujas de pino y una piel con textura como de corteza de árbol. Los rasgos más representativos, sin embargo, eran la falta de oído, ceja y pestañas en el lado derecho de su rostro; y una cabeza puntiaguda.
En ciertas variantes del mito, aparecía con una barba hecha de pasto y hiedra, y también contaba con una cola y las pezuñas y cuernos de un ciervo macho. Por lo regular iba acompañado de un lobo o un oso, y recorría la tierra cargando un fuerte mazo hecho de roble para expresar que era el amo y señor del bosque. Una manera fácil de reconocerlo cuando usaba sus disfraces, era la falta de sombra.

Los poderes del señor del bosque.
Al ser un dios del bosque, el Leshy contaba con una amplia gama de poderes y habilidades sobrenaturales. Por ejemplo, protegía a los animales y aves del bosque, los cuales migraban cuando el Leshy así se los pedía. Podía cambiar de formas, y como un humano era fácil descubrirlo porque no producía sombra, sus ojos brillaban con un fulgor verde y sus zapatos siempre iban al revés.
Se decía que quienes entablaban amistad con un Leshy podían descubrir los secretos de la magia, y por ello los pastores y granjeros hacían pactos con él para proteger sus cultivos y rebaños. El Leshy podía hacer que alguien se perdiera en el bosque, causar enfermedades y matar de risa a una persona. También eran asiduos a ocultar las hachas de leñadores y las armas de los cazadores. Cuando alguien se perdía en el bosque, era porque un Leshy se le había cruzado en el camino; y la única forma de salir sano y salvo era cambiarse las ropas al revés y ponerse los zapatos en el pie opuesto.
Los Leshiye eran maliciosos, como las hadas. Sus gritos volvían locos a aquellos que los oían, y también contaban con el poder de imitar las voces de los seres queridos de un hombre perdido para atraerlo a su cueva; donde el Leshy podría matarlo. Otros rasgos eran que disfrutaban el quitar los letreros de los caminos, torturar a los hombres y secuestrar a las mujeres jóvenes; aunque de igual manera podían evitar que el ganado se acercara al bosque para evitar que se perdiera. 
Se decía que para hacer un pacto con un Leshy, un granjero o pastor debía entregarle una cruz y compartir la comunión con él luego de una misa cristiana. Estos pactos supuestamente le daban a una persona poderes sobrenaturales sobre el bosque y las bestias que vivían en él.

El Leshy en el Diccionario Infernal.
El Leshy aparece como un demonio en el Diccionario Infernal, donde se le describe como una criatura similar a los spriggans o las ninfas. Protege a los árboles, las aves y las bestias; y se manifiesta como un hombre de piel azul, con las astas de un ciervo, cabello verde y una barba hecha de musgo. 

El Leshy en la cultura popular.
El Leshy, Leszy o Leshen aparece en una infinidad de medios. Por ejepmlo, en el poema "Ruslan y Lyudmila" de Alexander Pushkin, aparece una referencia a los milagros donde habita el Leshy. El escritor Anton Chekov escribió una comedia de cuatro actos que hablaba del Leshy, y que se titulaba como "El Demonio del Bosque". 
En el cómic Hellboy: Darkness Calls, el Leshy aparece como un espíritu parecido a un oso, el cual le permite a Hellboy el pasar la noche en el bosque para evitar a la bruja Baba Yaga. En la música, aparece en canciones homónimas del grupo de trance Parus o en las composiciones de la banda de metal rusa, Arkona. También se le muestra en la serie Supernatural, en la quinta temporada; donde actúa como un dios pagano con la forma de cambiar de forma.

El Leshy aparece en los libros del escritor Andrzej Sapkowski, los cuales inspiraron posteriormente la creación de la saga de videojuegos de "The Witcher":
En The Witcher 3, los Leshy o Leshens, aparecen como antiguos y poderosos espíritus del bosque con una apariencia vagamente humanoide, brazos como ramas de árboles y el cráneo de un ciervo en lugar de una cabeza. En las mecánicas del juego, el Leshy puede invocar cuervos o una manada de lobos, y la única forma de destruirlo es si se mata a su familiar o se destruyen sus tótems para limpiar a un bosque de su presencia.

"Los humanos siempre se han sentido fascinados por los bosques salvajes... al vivir en sus cercanías, han aparecido cuentos sobre criaturas feroces y benignas, amigables y hostiles. Al adentrarse en el bosque, el respeto por lo desconocido comenzó a disminuir. Los árboles fueron hechos leña, se construyeron caseríos de roca. Y conforme la pestilencia del hombre crecía más y más, también lo hacía la cólera del bosque y sus habitantes.

En el corazón del bosque yace un secreto. En un lugar nacido de la oscuridad y la naturaleza primitiva, reside un poderoso y aterrador guardián. Inumne al acero del hombre, se cree que el leshen es la forma en que la naturaleza protege al bosque y a los animales que viven en él de la amenaza que suponen los hombres al adentrarse en las tierras salvajes.

Junto con los animales que comanda, el Leshen es una fuerza digna de ser tomada en consideración. A veces venerado, este ser puede sanar a las bestias e invocar nekkers o cuervos para proteger el bosque. Sus ataques son lentos, pero mortales... cuida no terminar enredado por sus raíces subterráneas."
-Texto del sitio web de The Witcher 3.

miércoles, 26 de julio de 2017

El Sacerdote Fantasma.

En este blog ya se ha abordado anteriormente el tema de los espíritus en sistemas de transporte público, en concreto sitios como el metro de la Ciudad de México, el subterráneo londinense, el de Buenos Aires y otros más alrededor del mundo. El tema de los fantasmas en el subterráneo genera un gran interés, al grado de que en sitios como YouTube y otras páginas existen reportajes que reproducen contenidos que van desde los ya mencionados aquí en este blog en la entrada de Leyendas del Metro del Distrito Federal hasta creepypasta y relatos enviados por personas que sufrieron encuentros con seres del más allá mientras viajaban de camino a sus hogares o empleos.
Pero pocas historias son tan aterradoras como la que se relatará a continuación. Y en especial, porque esta ha sido confirmada por decenas de personas en los últimos diez años, la mayoría de ellas mujeres. Este es el caso del sacerdote fantasma del Sistema de Tránsito Rápido de la Bahía de San Francisco, California.

El frío del invierno.
En el año 2009, la ciudad de San Francisco y California en general fueron asoladas por un frente frío que impactó gravemente a varias localidades de la costa. Pocos días antes de navidad, una joven de nombre Charlotte decidió ir en bicicleta a realizar sus compras para la festividad y así evitar los estragos de comprar el mismo día 24.
Al salir de la tienda, Charlotte se encontró con que la ligera nevada del mediodía había degenerado en una feroz tormenta invernal, la cual la obligó a abordar el BART (de las siglas Bay Area Rapid Transport) para regresar a casa. En los trenes del BART, el último vagón siempre está reservado para que los ciclistas puedan subir sus bicicletas con ellos; así que muy rara vez va lleno. Charlotte tomó asiento a mitad del vagón, colocó su bicicleta a un lado y estaba revisando su teléfono cuando se percató de que algo estaba mal.
Recordaba haber visto perfectamente a quienes iban en el tren cuando subió, así que, ¿de dónde rayos había salido el hombre parado frente a ella?
El sujeto en cuestión era un sacerdote de edad avanzada, a juzgar por su hábito de color negro y collar blanco a la manera de los católicos. Charlotte, pensando que el hombre quería sentarse, se disculpó y movió su bicicleta a un lado para permitirle tomar asiento; pero el hombre ni siquiera respondió el gesto. Al verlo detenidamente, Charlotte sintió un escalofrío. 
Decir que se veía inusual era poco. Medía poco menos de un metro ochenta, era tan delgado que parecía sufrir anorexia y en el lado derecho de su rostor había una especie de mancha o cicatriz de color rojo brillante; que contrastaba mucho con su cabello canoso y piel extremadamente clara.  Por cortesía, Charlotte le preguntó si quería sentarse, pero el hombre no respondió y se limitó a observarla fijamente. Asustada, la joven se puso de pie y decidió que era mejor bajar en la próxima estación y esperar otro tren que pasar un minuto más en ese vagón con el hombre extraño. Descendió al llegar a la estación Powell, y una punzada de curiosidad la obligó a voltear de nuevo al tren para echarle un último vistazo a ese sujeto tan extraño.
El cual había desaparecido.
De pie en el andén, Charlotte buscó con la mirada, pero no encontró rastro alguno del sacerdote. Razonó que la única puerta por la que podía haber salido era la misma por la que bajó ella, así que no existía una forma de que pudiese haberlo hecho sin que se diera cuenta. Fue ahí que Charlotte cayó en cuenta de lo que acababa de pasar.
Acababa de ver un fantasma.

Espectros en la mañana.
Elaine era una profesionista que llevaba diez años viviendo en San Francisco y para la que usar el BART era algo cotidiano. Al menos, hasta una mañana del año 2006 en que tuvo que ir a trabajar un sábado para cubrir a una compañera del trabajo que había enfermado.
Al subir a la estación de la Calle 24 y Mission, había cuatro personas sentadas a lo largo del vagón. Fue cuando Elaine se sentó y empezó a enviarle mensajes de texto a su novio que sintió a un quinto usuario sentándose a su lado. Algo en la presencia de esta persona la hizo voltear a verlo, y se sorprendió momentáneamente al ver que se trataba de un sacerdote. Éste le tocó el hombro y le dio los buenos días.
Se congeló, pues algo en el hombre y ese saludo le produjo miedo. Al igual que en el caso de Charlotte, Elaine describió al hombre como un anciano con una cicatriz roja en un lado de su rostro, añadiendo detalles como labios muy delgados, dientes grandes y ojos tan azules que parecían blancos; como los de un vampiro en una película de horror.
Viéndolo fijamente, Elaine notó que el hombre parecía no ocupar espacio, y que sus movimientos eran tan repentinos que era como ver una imagen de animación cuadro por cuadro. Otro rasgo que la aterró fue que la figura del sacerdote parecía vibrar, como una caricatura o una imagen con mala recepción en un televisor.
Le respondió el saludo por cortesía, pero se hizo a un lado rápidamente para alejarse lo más que pudo. Lo escuchaba susurrar algo, una especie de cántico. Elaine pensó ponerse de pie, y como en una película de horror, sintió la mano del sacerdote en su cabello. No era como el toque de una persona normal, más bien le pareció como si el cabello se le hubiese atorado en algo húmedo.
Volteó de forma súbita mientras le gritaba que no le tocara el cabello, pero ya no había rastro alguno del sacerdote. Buscó con la mirada al resto de los pasajeros, para ver si de casualidad alguno más había visto ese fenómeno; pero nadie parecía haberse dado cuenta. Elaine saltó de su asiento y salió del tren para ir a buscar un taxi con el cual ir a su trabajo.

"Solo quiero volver a casa".
Esas fueron las palabras que una oficinista de nombre Valery recitó mientras salía de la puerta de su oficina durante una noche de octubre. Eran las ocho de la noche cuando Valery subió al tren que la llevaría a casa.
Estaba revisando e-mails en la pantalla de su celular cuando notó algo. Alzó la mirada y vio que a cuatro asientos de ella se encontraba un hombre muy extraño, uno que tenía 'algo' que le producía nervios. El sacerdote era imposiblemente pálido y parecía haberse empapado en la lluvia, aún cuando ese día había sido soleado y caluroso. Algo en él emitía un aura de enfermedad casi insalubre, y a diferencia de los casos anteriores, en esta ocasión le sonreía de oreja a oreja.
Lo estudió desde el rabillo del ojo, fijándose en la gran cicatriz en su rostro y el cabello desaliñado. Al llegar a su estación, el hombre le devolvió la mirada y frunció los labios como si le enviara un beso. Valery llegó a la conclusión de que se trataba de un pervertido, así que salió del tren y recorrió otro túnel para transbordar a la línea que la llevaría a casa. Estaba mentalmente exhausta luego de un mal día en el trabajo, y lo último que quería era pensar en algún degenerado, en especial en ese tan escalofriante.
Al abordar un nuevo tren, Valery continuó su trayecto por unas cuantas estaciones más sin percance alguno. Nadie subió, y los pocos pasajeros que iban con ella se encontraban metidos en sus propios asuntos; así que Valery aprovechó para cerrar los ojos, echar la cabeza hacia atrás y relajarse. 
Iba a medio camino, justo en el túnel submarino que atravesaba la bahía y la llevaba a Oakland en la costa de California; cuando metió la mano en su bolsa para sacar una botella de agua. Abrió los ojos para abirla y tomar un sorbo, y se encontró con que el sacerdote estaba sentado a seis lugares de ella. Eso la asustó, pues el hombre no había salido del tren original y tampoco había recorrido el trayecto de transbordo atrás de ella.
Valery sabía que no podía ser, pues en ese asiento no había habido nadie al subir y tampoco existía una manera en que el sacerdote hubiese podido abordar el tren detrás de ella sin que se diera cuenta.  Y el hombre la miraba.
Intentó ignorarlo, pero con cada estación más y más gente bajaba del tren, dejándola a solas con el sacerdote. Al llegar a su parada, Valery bajó corriendo y se detuvo al llegar a los torniquetes, pensando que el demente tal vez intentaría seguirla a casa. Pero para su buena suerte, no fue así.
Sintiéndose aliviada, Valery bajó por las escaleras hacia la salida. Al llegar a la calle, escuchó la voz de un hombre pidiendo cambio. Valery bajó la mirada y encontró a un vagabundo sentado en el suelo, cubriéndose con una manta sucia y raída. Y mientras pasaba a su lado, el hombre dijo "Solo quiero volver a casa".
Las palabras del hombre eran las mismas que ella había dicho al salir de la oficina, casi una hora atrás. Lo miró detenidamente, y para su horror total, el vagabundo era el mismo sacerdote; aunque vestía una sudadera sucia en lugar de sus hábitos. Era idéntico, desde la piel pálida y de consistencia como de cera hasta la cicatriz y el mismo cabello desaliñado y escaso. El hombre la miró a los ojos. Sus propios ojos eran azules, tanto que la superficie del ojo parecía completamente blanca. Y volvió a repetir la frase.
"Quiero volver a casa".
Valery retrocedió completamente presa del pánico, justo cuando el vagabundo frunció los labios para mandarle un beso. Eso la hizo correr sin detenerse hasta que cerró la puerta de su departamento. 

El periódico.
En abril del 2011, Jared viajaba a casa en un tren del BART cuando una voz masculina le habló y le pidió el periódico que llevaba en el regazo. Al alzar la mirada, Jared vio que era un sacerdote casi completamente calvo, de piel pálida y con una cicatriz en un lado de su rostro. Como en las historias anteriores, Jared se sintió incómodo al verlo.
Los ojos del sacerdote eran lechosos, como si tuviese cataratas, pero a juzgar por la manera en que pedía el diario y clavaba los ojos en él, definitivamente podía ver. Jared le entregó el periódico y casi vomitó al percibir el aroma que emanaba del hombre.
Era un olor a putrefacción, similar al de un perro muerto. Dulzón, pútrido y opresivo. 
El sacerdote tomó el papel y fue a sentarse frente a él. Pero no leía, si no que observaba fijamente a Jared y sonreía; produciéndole una sensación de desagrado. Decidido a no pensar en ello, Jared miró a la ventana y pensó en cuanto quería ver a su esposa, que lo esperaba en casa.
El sacerdote se inclinó hacia él y susurró 'ella también quiere verte', sonriendo con una mueca horrible y feroz, casi lunática. Jared no respondió. Continuó mirando por la ventana hasta que llegó a su estación y pudo salir a toda velocidad del vagón.
Se giró y miró al tren mientras este reanudaba su marcha, fijándose en que el sacerdote seguía dentro. Al salir de la estación y respirar el aire fresco, Jared se comenzó a sentir mejor y pensó que tal vez solo era un anciano extraño o con problemas mentales, que todo lo demás había sido una exageración suya. Sin tomarle más importancia y decidido a dejar todo atrás, Jared fue a buscar su auto a un estacionamiento público. Subió a su vehículo y salió del estacionamiento... solo para darse cuenta de que a tres metros de su auto, en la acera opuesta, estaba de pie el sacerdote del tren. Y estaba saludándolo con la mano.
Jared aceleró y no miró atrás en ningún momento, pues sabía que no estaba alucinando y peor aún, que no existía una explicación válida para que el hombre estuviese ahí. 

El investigador Brad Steiger sostiene que el sacerdote del BART tal vez no sea un fantasma, si no una entidad mucho más peligrosa; posiblemente un demonio o un ente del bajo astral que busca alimentarse del miedo que produce a las personas.
Por ejemplo, el autor R. Thurston Hopkins explica que estas entidades, similares a los conceptos de seres ficticios como Pennywise, los Boggarts o los Dementores de Harry Potter; son una posible especie desconocida con la capacidad de imitar a los seres humanos, y que obtienen energías del miedo que producen a sus víctimas. Así, en su libro 'Adventures with the Phantoms', Hopkins presenta una gran variedad de casos en que estos seres aparecen en tiendas, bares, restaurantes, parques y transportes públicos para aterrorizar a personas elegidas en específico por alguna razón que no puede ser explicada. 
En el caso del sacerdote, sin embargo, este ser parece bastante hostil e incluso malévolo. Pues, cabe aclarar que tanto Charlotte como muchos otros que dicen haberlo encontrado, han experimentado fenómenos subsecuentes de parálisis del sueño, terrores nocturnos y pesadillas vívidas durante los meses posteriores al evento.