martes, 24 de abril de 2018

El niño de los maizales.

"En el verano del 2004, trabajé para una empresa bastante conocida de lácteos en México. Al vivir al norte del país, pasaba que en ciertos días el calor aumentaba tanto que la leche se evaporaba o llegaba ya en estado de descomposición a nuestras manos; así que los mandos administrativos decidieron que lo mejor sería que trabajáramos durante las noches y así, evitar que esto ocurriera.
En una de esas noches, debían ser las dos o tres de la mañana cuando salí a tomar un descanso de quince minutos, fumar un cigarrillo y beber una lata de refresco. Estaba en el área de descarga, mirando a los murciélagos que ocasionalmente revoloteaban por ahí en busca de palomillas; cuando vi algo en el rabillo del ojo que llamó mi atención.

Miré hacia la derecha, a los campos de siembra más allá de la reja de la fábrica. No se veía mucho, pero las luces que alcanzaban a colarse hasta allá; me permitieron ver que algo se movía en el borde de los maizales. Podría describirlo como un niño bastante delgado, con cabello negro y que se movía de manera curiosa. Si han visto a alguien bailar 'el robot', ya tendrían una idea de como. 
El niño miraba hacia los maizales, pero algo en él me provocó escalofríos. No sabía qué era. Quise pensar que se trataba de una garza o algo así, pero no, era algo bastante humano. O parecía humano, porque no se movía como uno. Mientras permanecía ahí, mitad paralizado por el miedo y mitad sorprendido; no me percaté de que este ser comenzó a caminar hacia mí. Permanecí mirándolo por espacio de un minuto o dos, y en ese momento la cosa se volteó hacia mí. 
No le podía ver el rostro, pero esa sensación de estar siendo observado me confirmó que, lo que sea que fuese, me estaba mirando. Al cabo de un momento, el ser pareció perder el interés, pues se dirigió hacia los maizales y desapareció entre estos. Aún asustado, me di cuenta de que a pesar de que la cosa esa se internó en el campo, los maizales ni siquiera se movían, y tampoco se escuchaban insectos. Inclusive, ya ni siquiera había rastro de los murciélagos o las palomillas que habían estado volando cerca de las luces de la fábrica. 
Hasta el día de hoy, no sé qué rayos fue lo que vi."

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